El expresidente del grupo cuestiona los criterios contables empleados y lamenta que los 19.000 millones netos de ayudas los paguen el Estado y los accionistasLa opinión del exmáximo ejecutivo de BFA-Bankia y todavía presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, ya se conoce. Según el documento que distribuyó en el consejo de la caja del pasado miércoles, no falto de crítica ni de ironía, no hay agujero en las cuentas de Bankia, sino una multimillonaria aportación pública para proteger a la entidad de cualquier pérdida futura. Así mismo, defiende su gestión al frente del grupo, al afirmar el texto que las dotaciones son necesarias por los excesos inmobiliarios cometidos antes de 2007, mucho antes de que él aterrizara el en el grupo. El texto, que tiene como objetivo, según fuentes de su entorno, clarificar a los consejeros de la caja la situación de Bankia, analiza el plan presentado por los nuevos gestores y da su opinión sobre el mismo. Así, en el documento de tres páginas, se lamenta de que los millonarios colchones se constituyan a costa del Tesoro y de sus actuales accionistas y advierte de que puede tener consecuencias "muy graves" para el resto del sector financiero "que van a tener unos porcentajes de cobertura muy inferiores". También puntualiza que las ayudas son provisiones contables y no resultados de pérdidas reales. Así, al hablar del cierre del año y del paso de unos beneficios de 300 millones a unas pérdidas cercanas, tras la presentación del plan, a los 3.000 millones, afirma que "es sólo consecuencia de unas provisiones adicionales" que se cargan en 2011. El texto afirma que el plan de recapitalización va a dejar al grupo en una "magnífica situación financiera", pues es "una inyección brutal de fondos" para que Bankia aumente sus provisiones de forma notable "pero desgraciadamente ello se hace a costa de fondos públicos (2 por ciento del PIB)". También afirma que se causa un grave perjuicio a los actuales accionistas de Bankia, "pues el efecto dilutivo va a provocar una enorme caída en la cotización de la acción". Esta última afirmación esta avalada por la evolución de la cotización del banco desde que se precipitó su nacionalización. Cuando Rodrigo Rato abandonó la presidencia de Bankia, el pasado 7 de mayo, la acción ese día había iniciado la sesión en 2,46 euros, mientras que en la sesión de ayer, los títulos cerraron a 1,02 euros. El documento resalta, en letras mayúsculas y de mayor tamaño, su opinión resumida de la operación: "Este plan de capitalización es magnifico para Bankia y para su nuevo equipo gestor, pues lo que hace es provisionar o dotar las posibles pérdidas futuras derivadas de unas inversiones inmobiliarias excesivas realizadas en el pasado". Para llegar a esta conclusión, que también coincide con la de expertos financieros y lo que afirman fuentes próximas al Banco de España, el documento analiza brevemente los números y los criterios empleados en el plan de Bankia. La explicación empieza con un análisis cuantitativo y recuerda que aunque se habla con más frecuencia de la cifra de 19.000 millones de ayudas, ésta corresponde a términos netos, es decir, después de los ajustes fiscales. Sin éstos, la cifra alcanza 22.000 millones de euros. Divide el plan en tres grandes apartados. El primero de ellos es la provisión de créditos fiscales. Explica que éstos se provisionan por si no fuera posible su utilización en el futuro. Esa hipótesis supone que no se generan suficientes beneficios que permitan la compensación con pérdidas pasadas. "Como el plazo legal de compensación es de 18 años, esta provisión de los créditos fiscales es sorprendente". Este apartado supone provisiones de 3.000 millones de euros. Sin obligación de provisionar En segundo lugar, el texto presentado a los consejeros de Caja Madrid se refiere a la provisión de la cartera de participadas, que se lleva otros 4.000 millones de las ayudas totales. La cartera de participadas, explica el texto, adelanta su contabilización a precio de mercado para que las futuras pérdidas ya estén dotadas. Hasta hora, prosigue, "no siendo un activo disponible para la venta no tenía que estar contabilizado necesariamente a valor de mercado". En último lugar, se detiene en la provisión sobre cartera crediticia e inmobiliaria, que conlleva otros 15.000 millones de fondos brutos. De esta cifra, 7.000 millones son para cubrir las exigencias de los dos decretos de reforma financiera de este año. Otros 3.000 millones son consecuencia de unas mayores provisiones inmobiliarias, es decir, "disminuir aún más el valor de los inmuebles adjudicados para que su posible venta futura si causa alguna pérdida ya esté la misma provisionada. Los otros 5.000 millones se reparten entre provisiones adicionales para hipotecas a familias y crédito a empresa, con el mismo criterio que el anterior, "cubrir posibles pérdidas futuras". Rato, en el texto, también quiere dejar claro que las necesidades de provisiones "tienen su origen en unas inversiones inmobiliarias que se hicieron en el pasado". A mediados de 2007, por la crisis subprime, explica, esas inversiones se paralizaron, por lo que "cualquier exceso es anterior a esta fecha". El consejo de Bankia, que él presidía, se constituyó en junio de 2011, mientras que su llegada a Caja Madrid se remonta a enero de 2010, cuando relevó a Blesa. La explicación de Rato añade polémica a la precipitada nacionalización de Bankia, que conllevará la mayor inyección de fondos públicos en la historia de los rescates bancarios españoles. No sólo Rato critica los criterios empleados para justificar las ayudas a Bankia. Según publicó elEconomista, el Banco de España también los rechazaba por razones muy parecidas a las explicadas por el presidente de Caja Madrid. La oposición, sin embargo, no tuvo ninguna consecuencia, ya que Economía fue quién decidió la cuantía y dio el visto bueno al plan de recapitalización presentado por José Ignacio Goirigolzarri, el nuevo presidente del grupo. El todavía gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en su última comparecencia pública, afirmó que ésta es la primera crisis bancaria que se hace sin el Banco de España y que su opinión sobre Bankia se la callaba, "por responsabilidad"