No escuchará la sentencia que lo condenaría por corrupción NUEVA YORK. La sombra de la desgracia vuelve a descargar sobre Enron, esta vez en forma de tragedia. Kenneth Lay, el fundador que en su día revolucionó el mercado energético pero que al fin y al cabo será recordado por ser uno de los cabecillas del escándalo corporativo más importante de la historia de Estados Unidos, fallecía ayer en su casa de Colorado, donde pasaba unos días de vacaciones, víctima de un inesperado infarto de miocardio, a los 64 años de edad. Según la información revelada, Lay comenzó a sentirse indispuesto la noche del martes, Día de la Independencia en EEUU. El fundador de Enron celebraba dicha festividad en Aspen, aunque su residencia habitual estaba en Houston, Texas. Sobre la una de la mañana, la familia decidió llamar al sheriff del condado para trasladar a Lay al centro hospitalario de Aspen Valley, donde ingresó unos 40 minutos más tarde. Según el hospital, Lay falleció alrededor de las 3.41 de la madrugada a causa de un ataque coronario masivo. Kelly Kimberly, portavoz de la familia, explicó en un comunicado que los Lay "son una familia muy grande y están ocupados en estos momentos informando a todos los familiares sobre la tragedia, aunque revelarán los detalles de lo ocurrido más adelante". La oficina del Sheriff del condado de Pitkin anunciaba que aún "debe realizarse la autopsia al cadáver de Lay", cuyos resultados serán revelados a finales de esta semana. La noticia caía como un jarro de agua fría, pero no sorprendía a los que siguieron de cerca el proceso judicial contra el fundador de Enron, que no dudan en afirmar que el 25 de mayo Lay firmó su sentencia de muerte. La sentencia, en octubreO eso se advertía en su expresión mientras el juez Sam Lake declaraba culpable a Kenneth Lay de seis cargos de conspiración y fraude, además de otro independiente por fraude bancario en la compañía que él mismo construyó hace más de dos décadas, no escuchará la sentencia que Lake tiene previsto hacer pública el próximo octubre, por lo que Jeffrey Skilling, ex consejero delegado de Enron, será el único cabeza de cartel del escándalo de corrupción. Siempre se ha pensado que Skilling, que intentó suicidarse en varias ocasiones, era el más sensible de los inculpados. Aún así, ambos han insistido en su inocencia, pese a la débil defensa realizada por el abogado de Lay, Mike Ramsey. Tras conocer el veredicto, Lay, muy religioso, repitió que "creemos en el Señor y estamos convencidos de que intenta hacer lo mejor por los que le aman". "Aparentemente su corazón simplemente se apagó", aseguraba el pastor Steve Wende, de la Primera Iglesia Metódica Unida de Houston, a la que pertenecia Lay. Los expertos afirman que el fundador del gigante energético habría pasado el resto de su vida en la cárcel.