Los anuncios luminosos de la capital desaparecerán, pero algunas organizaciones creen que esta medida sólo es por estética y no para aminorar su efecto nocivoAna R. Vicentemadrid. La normativa del ayuntamiento de Madrid no ha dejado indiferente a nadie. En los próximos quince días tendrán que desaparecer muchos de los carteles publicitarios con los que se anuncian teatros y cines, las cruces verdes de las farmacias y cualquier plataforma con luces de neón que utilicen bares y restaurantes para llamar la atención de la clientela. Según establece el proyecto de Ordenanza reguladora de la Publicidad aprobado por el ayuntamiento de la capital la semana pasada, quien no acate esta norma podrá ser multado hasta con 3.000 euros. Se trata, tal y como afirmó el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, de reducir la contaminación lumínica y acabar con la saturación y heterogeneidad del espacio publicitario urbano. No obstante, desde Ecologistas en Acción afirman que esta medida es más por "estética", para mejorar la imagen de la ciudad, que para paliar los efectos nocivos de la sobreiluminación que hay en Madrid. Para Pablo Cotarel, coordinador de temas energéticos en esa organización, el verdadero problema es la iluminación de las calles, mucho más que la emiten los comercios. "La mayor parte de las farolas miran al cielo cuando lo razonable sería que enfocaran a la calzada", afirma Cotarelo. "La proporción de municipios en donde la iluminación es correcta es muy pequeña", añade. Además, un dato poco agradable: "España es uno de los países del mundo que más luz derrocha", afirma este experto. La consecuencia de esto parece clara: en España el grado de contaminación lumínica es muy alto. Como explica Cotarelo, consumimos mucha energía eléctrica y la mitad de ésta se genera a través de combustibles fósiles. Otra parte se genera por fisión nuclear y otra proporción, "mucho más pequeña", a través de energías renovables, hidroeléctrica, eólica y solar fotovoltaica, principalmente. Todas, ellas, incluida esta última, son contaminantes, explica Cotarelo. Unos porque emiten gases, otras porque emiten radioactividad y otras porque inundan terrenos. Los problemas que se derivan de la contaminación lumínica empiezan a tomarse cada vez más en serio. No sólo afectan a la biodiversidad y al medio ambiente en general, tambiém afecta a la visión del cielo y, por ende, al de las estrellas, que en algunas ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao se ha convertido en misión imposible. Medidas de la Administración Desde el ministerio de Medio Ambiente afirman que "cada vez se le está prestando más atención" a la contaminación lumínica y proponen una "iluminación racional y eficiente", que es "el pilar básico del desarrollo sostenible, porque tiene una incidencia directa e inmediata en el consumo de las fuentes energéticas y posibilita un notable ahorro energético". Lo cierto es que ya se han empezado a tomar medidas para paliar los efectos del exceso de luz como en Canarias, en donde se protege la calidad astronómica de los obstervatorios del Instituto de Astrofísica, o la Ley de ordenación ambiental del alumbrado para la protección del medio nocturno.No obstante, en los municipios está la clave. Varios ayuntamientos han adoptado planes y medidas de remodelación del alumbrado como en Las Palmas, Córdoba y Burgos, entre otros.