La banca sufre una quita del 70% supuestamente voluntaria sobre la deuda griega en su poderPese al acuerdo, harían falta 50.000 millones más entre 2015 y 2020 para reflotar el país bruselas. Tampoco se podrá poner la mano en el fuego tras el enésimo pacto alcanzado por los responsables políticos de la zona euro para intentar marcar el principio del fin de la crisis de la deuda pública en la zona euro. Quedan demasiados flecos por atar en el acuerdo alcanzado en la madrugada del lunes al martes entre el Gobierno de Grecia, el Eurogrupo -los ministros de Economía y Finanzas de los diecisiete países que comparten el euro como moneda única-, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos privados, representados por el Instituto Internacional de Finanzas. Aunque parece clara la voluntad de evitar la quiebra inmediata de Atenas, y aunque se vislumbra que si Grecia termina por quebrar será dentro de la zona euro, se mantienen las incógnitas de si finalmente se podrá poner en marcha la segunda operación de rescate de la República Helénica; la primera comenzó en primavera de 2010. Y de esta operación depende que se pueda evitar el posible contagio a países del tamaño de España e Italia que en su caída habrían arrastrado al conjunto de la zona euro e incluso a la economía mundial. Aún quedan muchas preocupaciones como para que los líderes europeos puedan centrar sus esfuerzos a impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo. Una de las primeras incógnitas son las informaciones que circulan desde ayer, según las cuales harán falta 50.000 millones de euros adicionales para reflotar Atenas, además de los 130.000 millones de euros del segundo rescate en el disparadero, y de los 110.000 millones con los que hace dos años se dotó el primer rescate. Otro fleco por atar es que el acuerdo ayer alcanzado aún debe ser aprobado por los parlamentos de la zona euro. El Gobierno griego anunció ayer que su cámara legislativa debería pronunciarse sobre el mismo antes del 15 de marzo y que luego se convocarán elecciones nacionales. Además, para que los socios europeos de Grecia den el visto bueno definitivo, Atenas debe comenzar a ejecutar antes de que termine febrero sus más recientes promesas de ajustes presupuestarios, reformas económicas y privatizaciones. Y el FMI sigue sin aclarar si contribuirá con un tercio del rescate y dejará los dos tercios restantes a la zona euro, como hasta ahora, o si su aportación como se prevé será muy inferior al reparto hasta ahora acostumbrado en los casos de Grecia, Portugal e Irlanda. La decisión del FMI llegará durante la segunda semana de marzo. El acuerdo sólo fue posible una vez que tras repetidos contactos a lo largo de una maratoniana negociación -comenzó a las tres de la tarde del lunes y terminó a las cinco de la mañana del martes-, el lobby bancario aceptó una quita supuestamente voluntaria sobre la deuda pública griega en su poder, que en términos nominales es dolorosa al elevarse a una pérdida nominal del 53,5 por ciento. Pero que en términos netos superaría el 70 por ciento e incluso coquetearía con el 75 por ciento, según afirmaba ayer la agencia Reuters. Ahora habrá que cruzar los dedos y ver la participación real del sector privado, una vez que Atenas lance en los próximos días la oferta de canje de bonos para materializar esta quita. El objetivo es reducir la deuda helena del 160 por ciento actual al 120,5 por ciento en 2020. El Banco Central Europeo (BCE) y los bancos centrales nacionales de la zona euro colaborarán renunciando a los beneficios previstos de la deuda griega en su poder. Otra señal positiva emitida aye,r pero aún pendiente de concretarse, es que los ministros europeos de Economía abrieron la vía para que los diferentes fondos de rescate existentes puedan sumar una capacidad de 750.000 millones de euros, lo que se acercaría a la cantidad necesaria para apuntalar a España o Italia en caso de contagio. Alemania se opuso, pero en Bruselas se confía en que cambie de opinión.