Las provisiones, aceleradas por la reforma financiera, castigan los resultadosmadrid. Los seis grandes grupos financieros españoles (el Santander, BBVA, La Caixa, Bankia, Popular y Sabadell) terminaron 2011, el ejercicio más duro de la crisis hasta la fecha, con unos beneficios de 9.375,9 millones de euros, lo que significa un desplome del 38,8 por ciento sobre los registrados sólo un año antes, cuando sumaron 15.326 millones de euros. Este derrumbe de las ganancias aún es mucho mayor si se contempla el negocio exclusivamente doméstico de las dos mayores entidades. En este caso, el beneficio habría sido de 3.043 millones de euros (sin incluir Banesto), que comparan con los 5.396 millones del año anterior, o lo que es lo mismo, una caída del 43,6 por ciento en doce meses. Las cuentas de resultados reflejaron el empeoramiento económico de España de la segunda parte del año, con un recrudecimiento de la crisis de deuda de fondo y el desempleo marcando nuevos máximos. Así, el saldo de la cartera crediticia al sector privado residente, es decir, a empresas y familias, se recortó alrededor del 9 por ciento. Las entidades, durante el año pasado, aplicaron medidas más restrictivas para la concesión de créditos, así como mayores diferenciales, mientras las entidades se quejan de que la demanda solvente es cada vez más escasa. Menos dependencia exterior La caída de la actividad bancaria tuvo una parte positiva en la menor dependencia de financiación exterior, ya que los depósitos a clientes subieron durante el año pasado, alentados por la guerra interminable del pasivo, mientras el volumen de préstamos mengua sin, por ahora, encontrar suelo. Pero lo que pesó a poco de sonar la campana fueron los planes de reforma financiera del Gobierno, a lo que las entidades respondieron, en menor o mayor medidas, con un anticipo parcial de los mayores requerimientos de provisiones que se exigirán al cierre de este ejercicio. En el caso del Grupo Santander, las más abultadas, fueron 3.183 millones los que anticipó por la reforma financiera, mientras su gran rival destinaba algo más de 1.000 millones de euros a reforzar el deteriorado fondo de comercio de su filial de Estados Unidos.