Busca nuevas fórmulas para sanear los balances tras descartar un 'banco malo'madrid. El sistema financiero está a la deriva. La incertidumbre sobre el futuro de los activos tóxicos, las nuevas exigencias de provisiones que baraja el nuevo Gobierno y los deberes impuestos por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) dificultan aún más la recuperación de un sector al que los mercados castigan por la zozobra en la que se haya inmerso. El recién estrenado ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, utilizaba esta misma semana las páginas del Financial Times para diagnosticar que el cáncer del sistema financiero español sufre una metástasis que alcanza ya los 50.000 millones de euros. Según las explicaciones que daba al diario británico, ésa es la cifra de provisiones que exigirá a las entidades financieras españolas para sanear sus balances. Pero, ¿cómo se hace esa limpieza? Aunque la vicepresidenta y ministra portavoz del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, aseguraba el viernes tras el Consejo de Ministros que la opción del banco malo no está sobre la mesa, hay opciones muy similares que podrían situarse en esa órbita. Una de las que más cuerpos de ventaja llevaría en la carrera para encontrar una solución al problema de los activos tóxicos de la banca sería la adaptación del modelo alemán de banco malo. Descartada la opción irlandesa que, grosso modo, consiste en aparcar en una entidad todos los activos tóxicos para que el Estado se haga cargo de ellos, el Gobierno se fija en la alternativa alemana que, además, cuenta ya con la bendición de la Comisión Europea. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, utilizó el discurso de investidura para adelantar parte de su plan para sanear la banca que se sustenta en dos actuaciones: la venta de inmuebles terminados y una valoración muy prudente de los activos menos líquidos (solares y promociones sin terminar). Banco de suelo ¿Cómo se articularía? Huyendo de la denominación banco malo, una de las posibilidades sería verter los activos inmobiliarios tóxicos en un vehículo público a cambio de bonos saneados. Pero esa sería una opción orientada, principalmente, al suelo. Mientras tanto, los activos más líquidos, los inmuebles acabados, permanecerían en los balances de los bancos españoles pero estos deberían, de forma obligatoria, elevar las provisiones, que según las cifras que maneja el Gobierno serían de 50.000 millones de euros. Esto tendría el efecto inmediato de que las entidades sacarían inmuebles al mercado para evitar el consumo de recursos propios. Y al verse obligadas a reconocer pérdidas llevarían a las entidades a pedir ayudas públicas que vendrían aparejadas de compromisos de reestructuración, es decir, de fusiones. Además, ésta formula sería la que más encajaría tanto a quienes están a favor como en contra del banco malo, ya que se se trataría de una solución individual que no penalizaría a aquellas entidades que tienen mayores coberturas de sus activos inmobiliarios frente a las que tienen menos. En cualquier caso, con un total de 176.000 millones de euros en activos inmobiliarios problemáticos, el sector financiero está a la espera de una decisión que, según algunas fuentes, podría retrasarse hasta el 13 de enero.