La cooperativa azucarera reduce facturación, pero logra aumentar sus beneficiosvalladolid. El negocio del biodiésel no termina de arrancar. Al menos para la cooperativa vallisoletana Acor, que está potenciando la elaboración de aceite alimentario en la planta que puso en marcha hace dos años para la producción del combustible ecológico. La construcción de la planta era uno de los puntales sobre los que la cooperativa, dedicada a la producción de azúcar a partir de la remolacha, afianzó su política de diversificación. Sin embargo, la falta de una legislación clara a favor de este tipo de combustibles y los precios más competitivos que ofrece la importación de soja y girasol de países como Argentina o Indonesia no han permitido que la infraestructura dé, ni de lejos, los resultados esperados. La planta, que se encuentra asentada sobre una superficie industrial superior a los 90.000 metros cuadrados junto a la refinería de azúcar que la cooperativa tiene en la localidad vallisoletana de Olmedo, supuso una inversión de 60 millones de euros. El trabajo de la planta se divide en dos fases. Una centrada en la preparación de la semilla, y una primera extirpación vía física, y otra segunda extracción del aceite residual, vía química. De estos dos procesos se obtiene aceite crudo por un lado, que se convierte en biodiésel tras mezclarlo con etanol, y por otro, harina -la previsión era de 95.000 toneladas al año una vez que funcionase a pleno rendimiento-, destinadas a la alimentación animal. La pasada campaña, la planta aportó una facturación de 26,4 millones a la cifra de negocio de la compañía, que se elevó a 127 millones, lo que permitió amortizar 2,4 millones de la inversión que comportó, aunque un ejercicio más produjo pérdidas, en este caso de cerca de 100.000 euros. El parón del biodiésel ha obligado a derivar la actividad de la planta a la producción de aceite alimentario en este pasado ejercicio, en el que apenas han transformado 40.000 toneladas, y a que la compañía cambie su estrategia y mire ahora a ese segmento como la solución para aprovechar toda la capacidad de la planta, de 160.000 toneladas. Diversificación "Por eso, ahí debemos hacer hincapié y ganar actividad en esta nueva fase", aseguró el presidente de la cooperativa, Carlos Rico, durante la asamblea general de Acor, con más de 7.000 cooperativistas. De cualquier manera, la empresa agroalimentaria sigue apostando por la diversificación que comenzó hace años en busca de alternativas de cultivo para sus socios, máxime en un momento en el que el futuro de la remolacha se presenta más sombrío que nunca por los planes de Bruselas de suprimir las cuotas. De hecho, el 25 por ciento del negocio de la compañía procede ya de otras actividades distintas a la de la producción de azúcar, su actividad fundamental. La cooperativa vallisoletana dispone también de un parque solar fotovoltaico en Tordesillas, en el que ha llegado a su capacidad productiva. También se ha embarcado en la producción de harina, que ya elabora para Siro y Mercadona. Este año pasado se han sembrado 600 hectáreas y la previsión es duplicar esta superficie.