Michael Kern, miembro de la directiva, decide abandonar el consorcio automovilísticoberlín. Aunque declaraba únicamente como testigo y no como acusado, todas las miradas se dirigían ayer en el tribunal de Brunswick hacia Ferdinand Piëch. El presidente del consejo de vigilancia de Volkswagen se sentaba por primera vez en el banquillo desde que se iniciara el proceso contra los casos de corrupción, pago de viajes de lujo y prostitutas que tuvieron lugar cuando Piëch se encontraba al frente del grupo automovilístico. Como era de esperar, el nieto del fundador de Porsche no se salió del guión y negó rotundamente haber estado al tanto de los trapicheos que se traían el entonces director de personal y amigo del ex canciller Schröder, Peter Hartz y el anterior presidente del comité de empresa, Klaus Volkert, a quien actualmente se juzga por desfalco. "Si hubiera llegado a mis oídos, lo habría perseguido y detenido", dijo ayer Piëch, de quien sospecha la fiscalía a pesar de que Hartz le eximiera de toda culpa en su declaración. Si los tribunales llegasen a llamar a Piëch al banquillo de los acusados, el magnate del automóvil sufriría un duro golpe en su credibilidad cuando está a pocos pasos de convertirse en el hombre más poderoso del sector automovilístico europeo. Pero esto no fue todo ya que desde la sala de juicios, Volkswagen tuvo que desviar ayer la mirada hacia su consejo de administración. Michael Kern, miembro de la directiva y también representante general del consorcio, comunicó inesperadamente su decisión de abandonar la compañía, de la que formaba parte desde hace una década. Kern, que hasta ahora se ocupaba de los departamentos de ventas, marketing y postventa, ha decidido dejar el consorcio automovilístico a finales del próximo mes de marzo.