"Renta Corporación va a ser como un reloj de precisión porque sabemos lo que vamos a hacer hasta 2008". Esta es la metáfora que utilizó el ex consejero delegado de la inmobiliaria, Josep María Farré, para definir el compromiso de la cúpula directiva con las previsiones de la compañía. En una entrevista concedida a elEconomista tres meses después de la salida a bolsa de la inmobiliaria catalana (5 de abril de 2006), el segundo ejecutivo explicaba que Renta iba a cumplir con los números de su plan estratégico 2006-2008 como si se tratase de un reloj suizo, es decir, preciso a la hora de las previsiones de beneficio. Una promesa que se ha cumplido hasta el tercer trimestre del año pasado. Ahora ese reloj se ha retrasado por la crisis de financiación que afecta a todos los mercados y, por consiguiente, al tejido empresarial en el que se encuentra la inmobiliaria. "Tenemos opciones y derechos de inversión sobre fincas a largo plazo que no están en nuestro balance, por este motivo podemos garantizar que vamos a doblar el beneficio en 2008 y ganar 65 millones", señala en esa entrevista Farré. Un horizonte que no se cumplirá y que el pasado lunes Renta reconoció ante la CNMV. ¿El motivo? Las condiciones de mercado para el segundo semestre de 2007 y 2008 no son las que se esperaban hace dos años. Pero vayamos paso por paso. Renta debutó en el parqué como una inmobiliaria atípica del sector. Su actividad se centra en la compra de fincas, las transforma y las vende. Un negocio que al mercado le costó entender los primeros meses, ya que la trayectoria de la acción no correspondía a su valor al tocar los 23 euros cuando se estrenó a 29 euros. Una situación que no preocupaba a la máxima cúpula, porque les respaldaba un plan de negocio lleno de números muy ambiciosos que estaban casi garantizados. Según sus previsiones iniciales, el beneficio neto de la inmobiliaria cosecharía crecimientos anuales del 30 por ciento. Un límite que se sobrepasó con creces. De hecho, el negocio de la compañía de la que Anna Birulés es vicepresidenta en octubre de 2006 revisó al alza sus cálculos. Estimaba que el resultado neto en 2008 alcanzara los 65 millones, tras esa revisión esa cifra se situó en 75 millones de euros y las inversiones superarían los 750 millones de euros. Todo iba viento en popa y los números hablaban por sí solos. En 2006, el beneficio neto de la compañía creció un 46 por ciento, hasta alcanzar los 47,5 millones, lo que demostraba que ese reloj suizo funcionaba con precisión. Lo que ocurre es que ese reloj ha sufrido algún retraso por efectos externos a su propia maquinaria. El presidente de Renta, Luis Hernández Cabanyes, y sus directivos no se imaginaban que la crisis financiera que viven todas las plazas mundiales iba a dejar una huella tan profunda en sus cuentas. Tampoco les pilló de susto. Sabían que la falta de confianza en el mercado inmobiliario por parte de los inversores iba a pasar factura a su balance. Por eso, apostó por extender su presencia a otros países para diversificar su negocio geográficamente. Así reforzó su presencia en París, aterrizó en Londres y Alemania y desembarcó en Nueva York. De esta manera, la inmobiliaria fue plantando su semilla en otras plazas donde existe una mayor liquidez y existe menos obstáculos para realizar su actividad en momentos difíciles. Esos frutos todavía no han florecido del todo, por lo que la compañía ha cosechado la mitad de su plantación. Así en 2006, el mercado extranjero concentró el 36 por ciento de las ventas de Renta, mientras que España acaparó el 64 por ciento. Unos porcentajes que en unos años se intercambiarán. Pese a que la inmobiliaria iba adoptando medidas para amortiguar su cuentas, los máximos directivos no pensaban que "las crisis de financiación iba a ser tan dura desde un punto de vista global", señalaron fuentes cercanas a la compañía catalana. Así que la cúpula se puso manos a la obra desde el pasado verano para adaptar el plan estratégico a las nuevas condiciones de mercado. Mientras tanto sus malos augurios se iban cumpliendo de sobra. Renta Corporación las estaba pasando canutas para cerrar operaciones en el cuatro trimestre del año, el periodo más importante para la compañía, pues el 40 por ciento de su negocios se efectúa entre octubre y diciembre del ejercicio fiscal. El reloj se retrasó y las operaciones de venta de activos no se llevaron a cabo. Se preveían cerrar transacciones apalabradas que se deshicieron en el último mes porque los clientes no conseguían la línea de financiación destinada a comprar la finca de Renta Corporación. Había dos operaciones importantes que ayudarían a que el reloj suizo funcionase con precisión. Una de ellas se enmarcaba en el mercado extranjero y otra en España. Lo que ocurre es que una se ha quedado en el tintero y otra se esperan cerrar en el primer trimestre de 2008, una fecha demasiado tarde para la puntualidad de las previsiones. La idea de Renta era comunicar esta situación al mercado a mediados de enero cuando el consejo aprobara el nuevo plan estratégico, pero su caída en bolsa en los últimos días provocó que las inmobiliaria adelantase esa información. A través de un hecho relevante, la compañía admitió que no cumplirá su palabra porque no hay financiación en el mercado. De esta manera, dejaba claro que sus males no se centran en el propio negocio de la compañía (como fue el caso de Astroc), ni en la mala gestión de los directivos (como Colonial). Es decir, se desmarcaba de las convulsión que viven algunas de sus colegas del sector. Con ese comunicado también Renta reconocía la dificultad que está atravesando para lograr sus objetivos. Su beneficio neto oscilará entre 33 y 35 millones de euros, la mitad de lo previsto. Un movimiento al que no está obligada y que es la única del sector que lo ha dado. No hay que olvidar que hay muchas víctimas de esta crisis de liquidez, y si no, el que esté limpio de este pecado que tire la primera piedra. Esta es la primera vez que el reloj suizo se retrasa. Un efecto que la cúpula quiere suavizar y para eso ha preparado un plan de ataque. El nuevo plan estratégico se centrará en reforzar su expansión internacional, es decir, ampliar su presencia en aquellos mercados donde ya ha puesto un pie Nueva York, Berlín, Londres y París). Estas plazas ofrecen más oportunidades de inversión porque hay una mayor liquidez y facilita el desarrollo del negocio. Otra de las medidas será priorizar el negocio de oficinas y el sector residencial en detrimento de la actividad de suelo. ¿El motivo? Las operaciones en los dos primeros negocios ofrecen un mayor valor en un periodo de tiempo menor que la actividad del suelo. Otra de las propuestas será readaptar su cartera, es decir, Renta está dispuesta a renunciar a los derechos de opción de compra que logró sobre fincas si no ofrece determinadas rentabilidades. Con esta medida, la inmobiliaria deja claro que no va hacer locuras en el mercado para hacer negocio porque su situación no es ni de lejos desesperada. Trasladar las dificultades de financiación del mercado a las compras también será otro de los pilares del plan estratégico, al igual que reducir el margen de beneficio en cada operación con tal de conseguir una alta rotación de activos. Renta reconoce que está dispuesta a perder dos o tres puntos de margen si la rotación de sus fincas es elevado. Pese a hablar claro, el mercado no ha aplaudido la sinceridad de Renta, pues ayer su cotización cayó otro 6,33%. Un tendencia que no afecta al ánimo del presidente que ya ha comprado acciones para demostrar que su empresa vale mucho.