Podría ser un hombre del Renacimiento por su interés hacia todas las disciplinas. Abandonó la Ingeniería de Caminos por la Metafísica y el rigor de la filosofía le ha ayudado a tener una cabeza bien amueblada. Profesionalmente, su vida ha transcurrido en el sector financiero y ahora dirige en nuestro país la aseguradora alemana de defensa jurídica, que cuenta en España con una cuota de mercado del 50 por ciento. P ¿Vivimos en una sociedad judicializada? R Sí, es cierto. Se producen juicios por importes tan sorprendentes como ochenta euros. La gente es cada vez más consciente de que tiene unos derechos y de que los puede defender hasta sus últimas consecuencias. En principio eso es positivo, pero ir a juicio por ochenta euros no tiene sentido. Hay otras vías más adecuadas, como la mediación. En nuestro caso, el 85 por ciento de los conflictos que nos llegan los solucionamos extrajudicialmente, mediante acuerdos. P ¿Y en cuánto han constatado ustedes el aumento de conflictos? R El año pasado, en temas de defensa y reclamación, gestionamos 300.000 asuntos, que no son pocos. Y cada año recibimos 60.000 llamadas pidiendo asesoramiento, que luego se pueden convertir en un conflicto o no. P ¿Llegamos a los tribunales por cualquier desacuerdo? R Las personas mayores no tanto, pero alguien de 35 o 40 años se plantea que ha pagado por algo y que tiene derecho a reclamar por ello. P ¿Hay unos temas 'estrella'? R Se han incrementado las reclamaciones en asuntos relacionados con la vivienda y el consumo, sobre todo con las empresas suministradoras de telefonía, agua, gas y electricidad. Ante esas grandes compañías, el consumidor se siente muy indefenso. P ¿Algún otro tema conflictivo? R Se han incrementado las reclamaciones en el ámbito de la vida privada. Por ejemplo, entre los vecinos de las comunidades de propietarios. Antes, el tema acababa en una discusión y ahora se pone en manos de un abogado. P Supongo que, últimamente, también habrá más consultas sobre cuestiones laborales… R Sí, han aumentado mucho. Aunque hace cinco años, la gente nos llamaba para asesorarse sobre las condiciones de sus contratos de trabajo y, ahora, lo hacen para conocer en qué condiciones les pueden despedir. P ¿Sigue siendo mejor un mal acuerdo que un buen pleito? R Creo que sí, y todos nos esforzamos por conseguir acuerdos. Partimos de la base de que éstos no son malos y, al final, procuramos que al juzgado sólo llegue lo inevitable. P ¿Cuántos pleitos se evitarían con buena voluntad? R Yo creo que la gente hace todo lo posible por no llegar a juicio. Ir a un juzgado se percibe como algo lento, costoso y que puede tener un resultado arbitrario. Podría ser un hombre del Renacimiento por su interés hacia todas las disciplinas. Abandonó la Ingeniería de Caminos por la Metafísica y el rigor de la filosofía le ha ayudado a tener una cabeza bien amueblada. Profesionalmente, su vida ha transcurrido en el sector financiero y ahora dirige en nuestro país la aseguradora alemana de defensa jurídica, que cuenta en España con una cuota de mercado del 50 por ciento. P ¿Vivimos en una sociedad judicializada? R Sí, es cierto. Se producen juicios por importes tan sorprendentes como ochenta euros. La gente es cada vez más consciente de que tiene unos derechos y de que los puede defender hasta sus últimas consecuencias. En principio eso es positivo, pero ir a juicio por ochenta euros no tiene sentido. Hay otras vías más adecuadas, como la mediación. En nuestro caso, el 85 por ciento de los conflictos que nos llegan los solucionamos extrajudicialmente, mediante acuerdos. P ¿Y en cuánto han constatado ustedes el aumento de conflictos? R El año pasado, en temas de defensa y reclamación, gestionamos 300.000 asuntos, que no son pocos. Y cada año recibimos 60.000 llamadas pidiendo asesoramiento, que luego se pueden convertir en un conflicto o no. P ¿Llegamos a los tribunales por cualquier desacuerdo? R Las personas mayores no tanto, pero alguien de 35 o 40 años se plantea que ha pagado por algo y que tiene derecho a reclamar por ello. P ¿Hay unos temas 'estrella'? R Se han incrementado las reclamaciones en asuntos relacionados con la vivienda y el consumo, sobre todo con las empresas suministradoras de telefonía, agua, gas y electricidad. Ante esas grandes compañías, el consumidor se siente muy indefenso. P ¿Algún otro tema conflictivo? R Se han incrementado las reclamaciones en el ámbito de la vida privada. Por ejemplo, entre los vecinos de las comunidades de propietarios. Antes, el tema acababa en una discusión y ahora se pone en manos de un abogado. P Supongo que, últimamente, también habrá más consultas sobre cuestiones laborales… R Sí, han aumentado mucho. Aunque hace cinco años, la gente nos llamaba para asesorarse sobre las condiciones de sus contratos de trabajo y, ahora, lo hacen para conocer en qué condiciones les pueden despedir. P ¿Sigue siendo mejor un mal acuerdo que un buen pleito? R Creo que sí, y todos nos esforzamos por conseguir acuerdos. Partimos de la base de que éstos no son malos y, al final, procuramos que al juzgado sólo llegue lo inevitable. P ¿Cuántos pleitos se evitarían con buena voluntad? R Yo creo que la gente hace todo lo posible por no llegar a juicio. Ir a un juzgado se percibe como algo lento, costoso y que puede tener un resultado arbitrario. Podría ser un hombre del Renacimiento por su interés hacia todas las disciplinas. Abandonó la Ingeniería de Caminos por la Metafísica y el rigor de la filosofía le ha ayudado a tener una cabeza bien amueblada. Profesionalmente, su vida ha transcurrido en el sector financiero y ahora dirige en nuestro país la aseguradora alemana de defensa jurídica, que cuenta en España con una cuota de mercado del 50 por ciento. P ¿Vivimos en una sociedad judicializada? R Sí, es cierto. Se producen juicios por importes tan sorprendentes como ochenta euros. La gente es cada vez más consciente de que tiene unos derechos y de que los puede defender hasta sus últimas consecuencias. En principio eso es positivo, pero ir a juicio por ochenta euros no tiene sentido. Hay otras vías más adecuadas, como la mediación. En nuestro caso, el 85 por ciento de los conflictos que nos llegan los solucionamos extrajudicialmente, mediante acuerdos. P ¿Y en cuánto han constatado ustedes el aumento de conflictos? R El año pasado, en temas de defensa y reclamación, gestionamos 300.000 asuntos, que no son pocos. Y cada año recibimos 60.000 llamadas pidiendo asesoramiento, que luego se pueden convertir en un conflicto o no. P ¿Llegamos a los tribunales por cualquier desacuerdo? R Las personas mayores no tanto, pero alguien de 35 o 40 años se plantea que ha pagado por algo y que tiene derecho a reclamar por ello. P ¿Hay unos temas 'estrella'? R Se han incrementado las reclamaciones en asuntos relacionados con la vivienda y el consumo, sobre todo con las empresas suministradoras de telefonía, agua, gas y electricidad. Ante esas grandes compañías, el consumidor se siente muy indefenso. P ¿Algún otro tema conflictivo? R Se han incrementado las reclamaciones en el ámbito de la vida privada. Por ejemplo, entre los vecinos de las comunidades de propietarios. Antes, el tema acababa en una discusión y ahora se pone en manos de un abogado. P Supongo que, últimamente, también habrá más consultas sobre cuestiones laborales… R Sí, han aumentado mucho. Aunque hace cinco años, la gente nos llamaba para asesorarse sobre las condiciones de sus contratos de trabajo y, ahora, lo hacen para conocer en qué condiciones les pueden despedir. P ¿Sigue siendo mejor un mal acuerdo que un buen pleito? R Creo que sí, y todos nos esforzamos por conseguir acuerdos. Partimos de la base de que éstos no son malos y, al final, procuramos que al juzgado sólo llegue lo inevitable. P ¿Cuántos pleitos se evitarían con buena voluntad? R Yo creo que la gente hace todo lo posible por no llegar a juicio. Ir a un juzgado se percibe como algo lento, costoso y que puede tener un resultado arbitrario.