El escenario preferido para rodar películas ambientadas en Oriente Medio es la casba marroquí de Ait Benhaddou, donde no faltan los elementos propios de una representación del Nacimiento. Por Chema YbarraEn estas fechas, muchos hogares españoles compiten, junto a bancos y cajas de ahorros, por montar belenes espectaculares que eclipsen a los de sus vecinos. Pero para contemplar el más grandioso de todos hay que salir de España. Porque en la casba de Ait Benhaddou, al otro lado del Atlas marroquí, esta representación del Nacimiento adquiere una escala real. Con un poco de imaginación, nada se echa en falta. Además de la ciudadela de adobe, ahí están el arroyo y los dromedarios -con los que los pastores ayudan a cruzar el curso del agua a los turistas-, así como las cabras, las palmeras, la vaca, la mula y el bebé recién nacido que su madre lleva a cuestas, que bien podrían encarnar a la Virgen María y al Niño Jesús. Incluso se aportan elementos propios que en nada desentonan, como la pareja de cigüeñas que ha anidado sobre una de las esbeltas torres-vigía. Sólo faltan los legionarios romanos, Herodes, los Reyes Magos y el arcángel San Gabriel. Aunque también se les han visto por esta aldea fortificada, que ha sido y es el lugar preferido por Hollywood para rodar películas ambientadas en Oriente Próximo, como la versión de 1977 de Jesús de Nazaret, que seguro que se vuelve a emitir estos días por televisión, o la polémica reinterpretación de Los Evangelios que hizo Martin Scorsese en la Última Tentación de Cristo. Además, en este paisaje se han filmado otros clásicos como Lawrence de Arabia, Indiana Jones, el Cielo Protector y, recientemente, Gladiator y Alejandro Magno. Así que mucha de la gente que vive en el valle ha trabajado como figurante, con lo que la idea del belén es ya redonda. 'Platós' naturales Para qué acudir al cartón piedra cuando Marruecos brinda semejantes platós naturales (y a tan bajos precios). Este en concreto es la casba mejor conservada del país, lo que le valió ser declarada en 1987 Patrimonio Mundial por la Unesco. Rodeada por una muralla con monumentales puertas, fue obligado lugar de paso para las caravanas que comerciaban entre Marrakech y el Sáhara con oro, marfil y esclavos. Después de cruzar la pedregosa hamada, había que tomar fuerzas en este vergel antes de coronar el Atlas (previo pago del peaje que imponía la tribu bereber Glaua). Cuando las laderas yermas de esta esbelta cordillera apenas se atisban a lo lejos, descollan sobre el horizonte las torres almenadas de Ait Benhaddou, bellamente decoradas con adornos de ladrillo crudo. Intramuros es un intrincado laberinto de casas y callejones en penumbra que, como tantos cascos históricos, se ha convertido en un gran museo al aire libre prácticamente deshabitado. Es el precio que hay que pagar por que siga en pie, pues las paredes de arcilla y fango necesitan una renovación continua. Los turistas ni siquera pueden alojarse dentro de Ait Benhaddou. Para protegerse del viento seco del desierto reservan habitación en el pueblo nuevo, situado en el margen opuesto del río. Construidos también en adobe -hay lecciones de arquitectura que no deben olvidarse-, proporcionan humedad y frescor sin necesidad de aire acondicionado, y en invierno son una cálida y hogareña epidermis. Tras una sencilla comida compuesta de tajín, cuscús y ensaladas de la huerta -que quizá convierta en caganet a algún turista-, se repite el ritual del té de menta, que se bebe a sorbos en las terrazas de los hoteles observando la bella estampa que se brinda de la casba. Es ahí donde surge la idea del belén viviente y donde fácilmente pueden recrearse algunas de las escenas de las mencionadas películas. Somos espectadores e incluso actores. Tras un rato al aire libre, el frío proveniente de la montaña nos obliga a pasar adentro; no hay duda que para llegar hasta aquí son mejores estaciones la primavera y el otoño. En verano visitar esta parte de Marruecos es siempre desaconsejable, hasta el punto de que un bello rincón como Ait Benhaddou pueda perder todo su encanto, sin que nadie sea capaz de montarse película alguna. El invierno, al menos, es siempre una época propicia para acercarse al cine, y éste tiene pantalla panorámica. Direcciones Ait Benhaddou se encuentra en un desvío de la carretera N-9 que une Marrakech con Ourzazate y atraviesa el Atlas. Para alojarse, la mejor opción es la Kasbah Ellouze de Tamdaght, otra ciudadela situada un poco más al norte. Edificación tradicional en adobe, se ha decorado exquisi- tamente siguiendo el estilo del lugar. Habitación doble desde 84 euros. (Tel. 212 24 89 04 59; www.kasbah-ellouze.com). En el pueblo nuevo de Ait Benhaddou, el hotel Dar Mouna (Tel. 212 61 38 57 20; www.dar-mouna.com) también sigue una línea tradicional y dispone de piscina. Desde 55 euros la habitación doble.