París y Berlín tienen mucho trabajo por delante para mitigar los efectos sobre el resto de paísesParís y Berlín tienen mucho trabajo por delante para mitigar los efectos sobre el resto de paísesParís y Berlín tienen mucho trabajo por delante para mitigar los efectos sobre el resto de paísesbruselas. Con tantos acuerdos de brocha gorda, el Viejo Continente corre el peligro de perpetuarse en una espiral de propósitos que no consiguen materializarse. Así lo hicieron el martes la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y ahora resta lo más difícil: dar forma al pacto del eje franco-alemán. Uno de sus objetivos principales reside en la creación de un Impuesto de Sociedades común en Alemania y Francia que debería entrar en vigor en 2013. Pero para lograrlo hace falta mucho trabajo técnico dirigido a definir la tasa impositiva tras la armonización y las consecuencias sobre el resto de los socios del euro. Según el analista de Citi, José Luis Campuzano, el tipo del nuevo Impuesto de Sociedades en ambos países podría rondar la media de los que actualmente gravan la actividad empresarial gala y alemana. O dicho de otro modo, en opinión de Campuzano, Francia reducirá en parte el suyo y Alemania lo elevará hasta alcanzar una tasa "intermedia" para materializar esa armonización. Desde Banca March, en cambio, no consideran tan relevante los valores finales en sí mismos. Y Ofelia Marín explica que la mediada adoptada por París y Berlín pretende principalmente "dar ejemplo" y añade también que no sólo se trata de equiparar las bases imponibles, sino también "todo lo que hay detrás", deducciones, amortizaciones, etc. Porque, conforme expone Marín, el tipo efectivo suele distar mucho del nominal como consecuencia de las múltiples variantes que recoge el impuesto. Calendario progresivo Nuria Álvarez, de Renta 4, asegura que en este caso "lo lógico" consistiría en realizar un "estudio de impacto para minimizar las consecuencias de la armonización" sobre ambas economías y, en esencia, con el objetivo de que el saldo de la iniciativa no arroje "vencedores ni perdedores". Y, más aún, Álvarez incide en que el nuevo tipo impositivo "debería tener en cuenta el de los restantes estados del euro" y contar con el "consenso" de los socios de la zona euro. Al menos, si el objetivo pasa por extender la medida al resto del Viejo Continente. Por este motivo, entiende asimismo que tanto Alemania como Francia tendrían que definir un "calendario progresivo" con la intención de que las secuelas de la decisión con relación a los diferentes sectores de actividad se "vean diluidos en el tiempo". Respecto a los efectos colaterales que la armonización desencadenará en los socios de la moneda común, José Luis Campuzano considera que la acción desembocará en una paulatina convergencia de los impuestos de Sociedades. Según pronostica, la acción conducirá a que el resto de socios comunitarios sitúen sus gravámenes en niveles similares. Aunque, eso sí, tal y como prevé Ofelia María, se dejará cierto "margen de discrecionalidad" a los diferentes países que comparten el euro. Brecha enorme La brecha entre los estados miembros, de momento, oscila desde valores que rebasan por poco el 12,5 por ciento a tasas cercanas al 35. Francia, de hecho, cuenta con un tipo del 34,4 por ciento. Tras el país galo, se sitúan Bélgica (33,9 por ciento), España (30 por ciento) e Italia (27,5 por ciento), mientras que Alemania se queda en el 29,8. La media comunitaria, en concreto, ronda el 27 por ciento y sólo un país como Irlanda se descuelga con un impuesto de Sociedades en el 12,5 por ciento. Dublín además seguirá resistiéndose a recortarlo al entender que penalizaría en gran medida la actividad de su economía. Máxime cuando los líderes europeos ya tragaron con ello y aseguraron incluso que recortarán la carga asumida por Dublín como contrapartida por el rescate sin rebajas mediante. Mucho queda hasta que los 27 consigan equiparar sus divergentes impuestos de Sociedades. Alemania y Francia, al menos, acaban de dar el paso, pero ahora hace falta que los técnicos lleguen a consensuar esa tasa armonizada y que, al mismo tiempo, logren no desvirtuar la base impositiva con exenciones o amortizaciones varias. bruselas. Con tantos acuerdos de brocha gorda, el Viejo Continente corre el peligro de perpetuarse en una espiral de propósitos que no consiguen materializarse. Así lo hicieron el martes la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y ahora resta lo más difícil: dar forma al pacto del eje franco-alemán. Uno de sus objetivos principales reside en la creación de un Impuesto de Sociedades común en Alemania y Francia que debería entrar en vigor en 2013. Pero para lograrlo hace falta mucho trabajo técnico dirigido a definir la tasa impositiva tras la armonización y las consecuencias sobre el resto de los socios del euro. Según el analista de Citi, José Luis Campuzano, el tipo del nuevo Impuesto de Sociedades en ambos países podría rondar la media de los que actualmente gravan la actividad empresarial gala y alemana. O dicho de otro modo, en opinión de Campuzano, Francia reducirá en parte el suyo y Alemania lo elevará hasta alcanzar una tasa "intermedia" para materializar esa armonización. Desde Banca March, en cambio, no consideran tan relevante los valores finales en sí mismos. Y Ofelia Marín explica que la mediada adoptada por París y Berlín pretende principalmente "dar ejemplo" y añade también que no sólo se trata de equiparar las bases imponibles, sino también "todo lo que hay detrás", deducciones, amortizaciones, etc. Porque, conforme expone Marín, el tipo efectivo suele distar mucho del nominal como consecuencia de las múltiples variantes que recoge el impuesto. Calendario progresivo Nuria Álvarez, de Renta 4, asegura que en este caso "lo lógico" consistiría en realizar un "estudio de impacto para minimizar las consecuencias de la armonización" sobre ambas economías y, en esencia, con el objetivo de que el saldo de la iniciativa no arroje "vencedores ni perdedores". Y, más aún, Álvarez incide en que el nuevo tipo impositivo "debería tener en cuenta el de los restantes estados del euro" y contar con el "consenso" de los socios de la zona euro. Al menos, si el objetivo pasa por extender la medida al resto del Viejo Continente. Por este motivo, entiende asimismo que tanto Alemania como Francia tendrían que definir un "calendario progresivo" con la intención de que las secuelas de la decisión con relación a los diferentes sectores de actividad se "vean diluidos en el tiempo". Respecto a los efectos colaterales que la armonización desencadenará en los socios de la moneda común, José Luis Campuzano considera que la acción desembocará en una paulatina convergencia de los impuestos de Sociedades. Según pronostica, la acción conducirá a que el resto de socios comunitarios sitúen sus gravámenes en niveles similares. Aunque, eso sí, tal y como prevé Ofelia María, se dejará cierto "margen de discrecionalidad" a los diferentes países que comparten el euro. Brecha enorme La brecha entre los estados miembros, de momento, oscila desde valores que rebasan por poco el 12,5 por ciento a tasas cercanas al 35. Francia, de hecho, cuenta con un tipo del 34,4 por ciento. Tras el país galo, se sitúan Bélgica (33,9 por ciento), España (30 por ciento) e Italia (27,5 por ciento), mientras que Alemania se queda en el 29,8. La media comunitaria, en concreto, ronda el 27 por ciento y sólo un país como Irlanda se descuelga con un impuesto de Sociedades en el 12,5 por ciento. Dublín además seguirá resistiéndose a recortarlo al entender que penalizaría en gran medida la actividad de su economía. Máxime cuando los líderes europeos ya tragaron con ello y aseguraron incluso que recortarán la carga asumida por Dublín como contrapartida por el rescate sin rebajas mediante. Mucho queda hasta que los 27 consigan equiparar sus divergentes impuestos de Sociedades. Alemania y Francia, al menos, acaban de dar el paso, pero ahora hace falta que los técnicos lleguen a consensuar esa tasa armonizada y que, al mismo tiempo, logren no desvirtuar la base impositiva con exenciones o amortizaciones varias. bruselas. Con tantos acuerdos de brocha gorda, el Viejo Continente corre el peligro de perpetuarse en una espiral de propósitos que no consiguen materializarse. Así lo hicieron el martes la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y ahora resta lo más difícil: dar forma al pacto del eje franco-alemán. Uno de sus objetivos principales reside en la creación de un Impuesto de Sociedades común en Alemania y Francia que debería entrar en vigor en 2013. Pero para lograrlo hace falta mucho trabajo técnico dirigido a definir la tasa impositiva tras la armonización y las consecuencias sobre el resto de los socios del euro. Según el analista de Citi, José Luis Campuzano, el tipo del nuevo Impuesto de Sociedades en ambos países podría rondar la media de los que actualmente gravan la actividad empresarial gala y alemana. O dicho de otro modo, en opinión de Campuzano, Francia reducirá en parte el suyo y Alemania lo elevará hasta alcanzar una tasa "intermedia" para materializar esa armonización. Desde Banca March, en cambio, no consideran tan relevante los valores finales en sí mismos. Y Ofelia Marín explica que la mediada adoptada por París y Berlín pretende principalmente "dar ejemplo" y añade también que no sólo se trata de equiparar las bases imponibles, sino también "todo lo que hay detrás", deducciones, amortizaciones, etc. Porque, conforme expone Marín, el tipo efectivo suele distar mucho del nominal como consecuencia de las múltiples variantes que recoge el impuesto. Calendario progresivo Nuria Álvarez, de Renta 4, asegura que en este caso "lo lógico" consistiría en realizar un "estudio de impacto para minimizar las consecuencias de la armonización" sobre ambas economías y, en esencia, con el objetivo de que el saldo de la iniciativa no arroje "vencedores ni perdedores". Y, más aún, Álvarez incide en que el nuevo tipo impositivo "debería tener en cuenta el de los restantes estados del euro" y contar con el "consenso" de los socios de la zona euro. Al menos, si el objetivo pasa por extender la medida al resto del Viejo Continente. Por este motivo, entiende asimismo que tanto Alemania como Francia tendrían que definir un "calendario progresivo" con la intención de que las secuelas de la decisión con relación a los diferentes sectores de actividad se "vean diluidos en el tiempo". Respecto a los efectos colaterales que la armonización desencadenará en los socios de la moneda común, José Luis Campuzano considera que la acción desembocará en una paulatina convergencia de los impuestos de Sociedades. Según pronostica, la acción conducirá a que el resto de socios comunitarios sitúen sus gravámenes en niveles similares. Aunque, eso sí, tal y como prevé Ofelia María, se dejará cierto "margen de discrecionalidad" a los diferentes países que comparten el euro. Brecha enorme La brecha entre los estados miembros, de momento, oscila desde valores que rebasan por poco el 12,5 por ciento a tasas cercanas al 35. Francia, de hecho, cuenta con un tipo del 34,4 por ciento. Tras el país galo, se sitúan Bélgica (33,9 por ciento), España (30 por ciento) e Italia (27,5 por ciento), mientras que Alemania se queda en el 29,8. La media comunitaria, en concreto, ronda el 27 por ciento y sólo un país como Irlanda se descuelga con un impuesto de Sociedades en el 12,5 por ciento. Dublín además seguirá resistiéndose a recortarlo al entender que penalizaría en gran medida la actividad de su economía. Máxime cuando los líderes europeos ya tragaron con ello y aseguraron incluso que recortarán la carga asumida por Dublín como contrapartida por el rescate sin rebajas mediante. Mucho queda hasta que los 27 consigan equiparar sus divergentes impuestos de Sociedades. Alemania y Francia, al menos, acaban de dar el paso, pero ahora hace falta que los técnicos lleguen a consensuar esa tasa armonizada y que, al mismo tiempo, logren no desvirtuar la base impositiva con exenciones o amortizaciones varias.