Tras anunciar la apertura de una oficina propia en Lisboa y dejar el Consejo de BCP, podría salir también del capitalMADRID. Los acontecimientos se suceden en el mercado bancario del país vecino a un ritmo frenético. Y hasta ahora todos ellos apuntan en una dirección: la que lleve al Sabadell a traspasar su participación en el Banco Comercial Portugués (BCP), que alcanza el 4 por ciento, y hacer allí la guerra por su cuenta. No es una maniobra que vaya a producirse en breve, pero los gestores de BCP -que, a su vez, posee un 3 por ciento en la entidad que lidera Josep Oliu- deben darse ya por aludidos si no quieren perder a uno de sus accionistas de referencia. Como ya adelantara elEconomista el pasado día 29, el plan del Sabadell era apoyar la por ahora frustrada fusión entre BCP y el Banco Portugués de Inversiones (BPI), en el que La Caixa retiene un 25 por ciento, y que supondría la unión de los dos grandes bancos del país. Después, la idea era abandonar la dirección y el accionariado de BCP. Cambio de planes Pero todo no ha ido como esperaba el banco catalán. Además de la fallida operación, Jorge Jardim Gonçalves se ha visto obligado a dimitir de su cargo de presidente en BCP por supuestas irregularidades en la concesión de crédito a su propio hijo. Ante tal crisis institucional, el Sabadell ha realizado dos maniobras muy sintomáticas: anunciar la apertura en 2008 de una oficina para empresas en Lisboa y abandonar, según confirmó ayer, el Consejo de Administración y de Supervisión de BCP. Oliu ya no figura en ninguno de ellos y el toque de atención del Sabadell a su socio portugués resulta evidente: si no hay fusión, nos vamos. A partir de ahí, se abrirían varias posibilidades: o el Sabadell vende su 4 por ciento cuando suba la acción del banco portugués -se ha visto afectada por la crisis subprime y está en horas bajas- o espera a que un tercero lance una opa y traspasa este porcentaje de todas formas. Lo que sí tiene claro el Sabadell es que la rentabilidad de las sucursales que abra en Portugal será fulgurante, al estar allí presentes muchos de sus actuales clientes, sobre todo, empresas. Y, por supuesto, no tiene intención de esperar eternamente a que BCP arregle su jardín. El mercado portugués ya espera.