Las autoridades estadounidenses les han pedido presentar una oferta definitiva por la I-69/ TTCEl Gobernador Perry ha acelerado el proceso de esta licitación, primera buena noticia del añomadrid. Este año, Texas sufrió una extraña metamorfosis y pasó de ser el Dorado de las constructoras españolas a convertirse en su bestia negra. Una moratoria de dos años, que paraliza la mayoría de los proyectos de infraestructuras previstos en el estado, y un cambio de las reglas de juego, que permitió arrebatar a Ferrovial la autopista SH-121, encendieron todas las alarmas justo antes de verano. "Preocupa, el precedente preocupa. Nadie esperaba esto hace unos meses. Cuando creías que estabas es un mercado teóricamente abierto, ves que pueden quitarte adjudicaciones a la carta", señalaba un competidor de Cintra el pasado mes de junio nada más conocer la dura noticia. Sin embargo, parece que las aguas vuelven a su cauce y, por primera vez en muchos meses, las constructoras españolas han recibido una buena noticia del Departamento de Transporte de Texas (TxDOT). En la madrugada española del lunes al martes, el director de la Texas Turnpike Authority, división dependiente del TxDOT, envió una carta a ACS y Cintra pidiéndoles que envíen su oferta definitiva para diseñar, financiar, construir y gestionar el corredor I-69/TTC, arteria que unirá el sur de Texas con el noreste del estado, a lo largo de 650 millas (1.046 kilómetros). Un ambicioso proyecto valorado, preliminarmente, en 1.500 millones de euros, que supone convertirse en socio del Estado de Texas e incluye el inmediato desarrollo de la autopista US 77, vía considerada de alta prioridad por las autoridades del país y cuyo arranque será, probablemente, el primer reto que deba afrontar el consorcio ganador. Para intentar hacerse con el triunfo, ACS se ha aliado con la estadounidense Zachry, socia de Cintra en otro corredor texano; mientras que la filial de Ferrovial ha unido fuerzas con Bluebonnet. En el primer caso, las dos compañías participan a partes iguales en el consorcio, mientras que Cintra asume el protagonismo en el segundo. Sendos grupos deberán presentar sus propuestas definitivas, como muy tarde, la próxima primavera, según el nuevo calendario dictados por las autoridades texanas. Acelerar el proceso El arranque del corredor I-69 ha sido recibido por las compañías españolas como un vaso de agua en medio del desierto. Primero, porque supone un punto de inflexión tras meses de malas noticias en la árida Texas. Y segundo, porque demuestra el interés del Gobernador Perry por desarrollar este nudo de infraestructuras. De hecho, el político estadounidense ha pisado el acelerador para poner en marcha, cuanto antes, este proyecto. Un viejo sueño, ya que los primero bocetos de este corredor se remontan dieciséis años atrás. Pero no fue hasta 2003 cuando la legislación estadounidense sentó las bases necesarias para poder ejecutar el corredor con el esqueleto y las dimensiones del proyectado actualmente. Dos años después, Perry anunció a bombo y platillo un plan para desarrollar el proyecto bajo la fórmula público-privada, que permitirá unir el noreste de Texas con la costa del Golfo de México y el Valle de Río Grande, además de ampliar el número de carriles y establecer conexiones con los puertos y con los principales centros logísticos.