La nueva fiscalidad italiana favorece a los directivos que ganan más de 100.000 eurosLa nueva fiscalidad italiana favorece a los directivos que ganan más de 100.000 eurosLa nueva fiscalidad italiana favorece a los directivos que ganan más de 100.000 eurosmilán/londres. Bruselas tiene en su punto de mira las retribuciones de los banqueros desde mucho antes de que se desencadenara la crisis financiera y económica global aún en curso. Hace más de un lustro reclamó a los Estados de la UE que las remuneraciones fueran públicas y se sometieran al voto de la junta general de accionistas, algo que cayó en sacó roto, salvo excepciones como la de Holanda. Desde que llegó la crisis global, es Reino Unido el Estado que más está trabajando para controlar los sueldos de los banqueros, si bien su máxima medida fue excepcional y no se ha vuelto a poner en práctica. En el despertar de la crisis, la Administración anterior articuló una denominada supertasa que tenía como particularidad que, en lugar de imponer el impuesto a los beneficiarios, lo aplicaba a las empresas. En consecuencia, la decisión competía a éstas, un riesgo ante las voces que advertían de que, de aumentar la presión, Londres podría perder su atractivo como centro financiero. La fórmula implicaba un canon del 50 por ciento sobre aquellos bonus superiores a los 28.000 euros. Las previsiones del Tesoro manejaban una recaudación de unos 600 millones, pero, finalmente, las arcas públicas vieron cómo la cantidad se multiplicaba por cinco. El afán, sin embargo, no era recaudatorio, sino promover un cambio cultural que no parece culminado. La City decidió asumir el peaje, en lugar de privar a sus ejecutivos estrella de las suculentas recompensas a final de año. En la otra cara se encuentra Italia. Allí los banqueros pueden estar tranquilos. El Gobierno de Roma no sólo no piensa en limitar los sueldos de los directivos, sino que incluso podrían salir beneficiados de la reforma fiscal diseñada por el ministro de Economía, Giulio Tremonti. El recorte de las cuotas del IRPF (que pasan de 5 a 3) beneficia no sólo a los pequeños sueldos, sino también a quienes ganen más de 100.000 euros al años, cuyo tipo impositivo pasa del 43 al 40 por ciento, dejando muy lejos un techo de gasto.milán/londres. Bruselas tiene en su punto de mira las retribuciones de los banqueros desde mucho antes de que se desencadenara la crisis financiera y económica global aún en curso. Hace más de un lustro reclamó a los Estados de la UE que las remuneraciones fueran públicas y se sometieran al voto de la junta general de accionistas, algo que cayó en sacó roto, salvo excepciones como la de Holanda. Desde que llegó la crisis global, es Reino Unido el Estado que más está trabajando para controlar los sueldos de los banqueros, si bien su máxima medida fue excepcional y no se ha vuelto a poner en práctica. En el despertar de la crisis, la Administración anterior articuló una denominada supertasa que tenía como particularidad que, en lugar de imponer el impuesto a los beneficiarios, lo aplicaba a las empresas. En consecuencia, la decisión competía a éstas, un riesgo ante las voces que advertían de que, de aumentar la presión, Londres podría perder su atractivo como centro financiero. La fórmula implicaba un canon del 50 por ciento sobre aquellos bonus superiores a los 28.000 euros. Las previsiones del Tesoro manejaban una recaudación de unos 600 millones, pero, finalmente, las arcas públicas vieron cómo la cantidad se multiplicaba por cinco. El afán, sin embargo, no era recaudatorio, sino promover un cambio cultural que no parece culminado. La City decidió asumir el peaje, en lugar de privar a sus ejecutivos estrella de las suculentas recompensas a final de año. En la otra cara se encuentra Italia. Allí los banqueros pueden estar tranquilos. El Gobierno de Roma no sólo no piensa en limitar los sueldos de los directivos, sino que incluso podrían salir beneficiados de la reforma fiscal diseñada por el ministro de Economía, Giulio Tremonti. El recorte de las cuotas del IRPF (que pasan de 5 a 3) beneficia no sólo a los pequeños sueldos, sino también a quienes ganen más de 100.000 euros al años, cuyo tipo impositivo pasa del 43 al 40 por ciento, dejando muy lejos un techo de gasto.milán/londres. Bruselas tiene en su punto de mira las retribuciones de los banqueros desde mucho antes de que se desencadenara la crisis financiera y económica global aún en curso. Hace más de un lustro reclamó a los Estados de la UE que las remuneraciones fueran públicas y se sometieran al voto de la junta general de accionistas, algo que cayó en sacó roto, salvo excepciones como la de Holanda. Desde que llegó la crisis global, es Reino Unido el Estado que más está trabajando para controlar los sueldos de los banqueros, si bien su máxima medida fue excepcional y no se ha vuelto a poner en práctica. En el despertar de la crisis, la Administración anterior articuló una denominada supertasa que tenía como particularidad que, en lugar de imponer el impuesto a los beneficiarios, lo aplicaba a las empresas. En consecuencia, la decisión competía a éstas, un riesgo ante las voces que advertían de que, de aumentar la presión, Londres podría perder su atractivo como centro financiero. La fórmula implicaba un canon del 50 por ciento sobre aquellos bonus superiores a los 28.000 euros. Las previsiones del Tesoro manejaban una recaudación de unos 600 millones, pero, finalmente, las arcas públicas vieron cómo la cantidad se multiplicaba por cinco. El afán, sin embargo, no era recaudatorio, sino promover un cambio cultural que no parece culminado. La City decidió asumir el peaje, en lugar de privar a sus ejecutivos estrella de las suculentas recompensas a final de año. En la otra cara se encuentra Italia. Allí los banqueros pueden estar tranquilos. El Gobierno de Roma no sólo no piensa en limitar los sueldos de los directivos, sino que incluso podrían salir beneficiados de la reforma fiscal diseñada por el ministro de Economía, Giulio Tremonti. El recorte de las cuotas del IRPF (que pasan de 5 a 3) beneficia no sólo a los pequeños sueldos, sino también a quienes ganen más de 100.000 euros al años, cuyo tipo impositivo pasa del 43 al 40 por ciento, dejando muy lejos un techo de gasto.