El gigante del acero inoxidable celebra su vuelta a la rentabilidad apostando por su planta de Bahrumadrid. Contaba a mediados de la pasada década Victoriano Muñoz, el histórico presidente de Acerinox que dejó su puesto a Rafael Naranjo tras 37 años en la compañía, que las plantas españolas del grupo se tenían que poner las pilas si querían ser competitivas. El eterno ejecutivo siempre describía el ejemplo de NAS (North American Stainless), en Estados Unidos, y de su planta de Algeciras, que con el doble de plantilla producía menos que la factoría norteamericana. Muñoz ya atisbaba lo que hoy en día es una realidad: la clara apuesta por la internalización del grupo fabricante de acero inoxidable. Años después, la planta situada en el campo de Gibraltar sigue sin lograr grandes eficiencias en su producción, pero a NAS se le están sumando otras factorías que serán muy productivas en la próxima década. Con esta Espada de Damocles sobre la cabeza de los activos españoles del grupo, y después de pasar en 2009 uno de los peores años que se le recuerdan perjudicado por la crisis mundial, Acerinox ha conseguido salir a flote en 2010 para volver a ganar dinero (122 millones de euros) Ahora es el momento de poner rumbo a su plan estratégico diseñado hasta 2020. Objetivo: Asia Y el primer objetivo es sin duda Asia. Por cierto, una apuesta que siempre defendía Muñoz hace más de un lustro. El grupo invertirá más de 680 millones de dólares (aproximadamente 476 millones de euros) en su planta de Bahru Stainless en Malasia, para abastecer a toda la zona, uno de los puntos geográficos del mundo donde se espera que haya un mayor crecimiento de la demanda y consumo del acero inoxidable. Desde el próximo verano , el taller de laminado en frío de Bahru comenzará a funcionar para finalizar el año con una modesta producción de 240.000 toneladas. Pero esto sólo es el comienzo de su nueva joya de la corona. En la segunda fase de crecimiento de esta factoría se ha planificado que para el primer trimestre de 2013 pueda ampliar su capacidad de producción hasta 400.000 toneladas anuales. La apuesta asiática logra que Acerinox cubra prácticamente toda la geografía mundial. Además de las plantas españolas, la norteamericana y la asiática, el gigante del acero inoxidable también está presente en Columbus (Sudáfrica). Es la mejor estrategia para un negocio tan cíclico como el acero inoxidable en el que hay que bandear la parte baja del ciclo aprovechando el mayor crecimiento de las economías emergentes en detrimento de otros mercados como el europeo o el norteamericano. Pese a la buena evolución de Acerinox el año pasado, la acción no ha acompañado a la compañía. Desde que comenzó 2011 ha evolucionado en el abanico de 12 a 14 euros, muy lejos del máximo histórico logrado el 27 de diciembre de 2006, cuando alcanzó 22,6 euros. No obstante, si que se observa cierta mejoría si se compara con el primer trimestre de 2009, el año en que la compañía cosechó unos pésimos resultados, perdiendo al final del ejercicio 104 millones de euros. En ese momento llegó a bajar incluso de los 8 euros. Ahora, el consenso de analistas reunido por FactSet asegura que el precio objetivo de Acerinox es de 14,50 euros, por lo que le queda poco recorrido. Aunque otro atractivo para los accionistas de la compañía debería llegar vía dividendo. Los expertos esperan que el fabricante de acero inoxidable gane al final del presente ejercicio 255 millones de euros y que este beneficio vaya creciendo paulatinamente en 2012 (349 millones de euros) y 2013 (356 millones de euros). Pero lo más importante para los propietarios de la compañía es que un tercio de estas ganancias se irán destinando al dividendo, que queda asegurado para los tres ejercicios. Las ganancias de Acerinox son más meritorias si se tiene en cuenta que el grupo está afrontado todos los años grandes inversiones que debe ir amortizando anualmente. Y no sólo para sus plantas nuevas, como es el caso de Bahru, sino para las factorías que están a pleno rendimiento. Sólo en los dos últimos ejercicios, Acerinox ha invertido casi 450 millones de euros, de los que sólo para la planta de Algeciras se han destinado 63 millones de euros. El grupo también ha decidido cambiar la naturaleza de la factoría española para que pase a ser una filial de la matriz y hay quien cree que lo hacen para una posible venta de la fábrica. Pero está claro que el foco de la inversión está en Bahru, donde en 2009 y 2010 se han superado los 250 millones destinados para poner en marcha la factoría. De momento, se ha activado ya el taller de acabados. Recientemente partió un barco de la Bahía de Algeciras con 5.000 toneladas de acero inoxidable para ser procesado en el país asiático. La idea es que hasta que la producción de la laminación en frío esté lista en verano se irá suministrando desde las diferentes plantas del grupo el material. No es la primera vez que el grupo desarrolla esta técnica, ya lo hizo tanto en el Campo de Gibraltar como en Estados Unidos. De esta manera, en Bahru no se aumenta la capacidad de la factoría en su cabecera, sino que se le abastecerá gracias a la capacidad de producción del grupo como ya se está haciendo. Con esta estrategia la compañía consigue minimizar los riesgos y, lo que es más importante, el proyecto se autofinancia en buena parte.