Berlín deja a Atenas con la miel en los labios: ni un céntimo al menos hasta juliobruselas. En una encerrona en toda regla se convirtió la cumbre que ayer y hoy celebran en Bruselas los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países de la UE. A las seis y media de la tarde, antes del inicio de la cita, el conservador belga Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, convocó en su despacho al socialista George Papandreu, primer ministro de la atribu- lada Grecia. Allí le esperaban para entrar a matar los primeros espadas del club comunitario, conservadores todos: la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el también francés Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE). El mensaje ya lo había hecho público por la mañana Merkel: "No pueden esperar que completemos ninguno de nuestros programas de ayuda para Grecia porque primero necesitamos esperar a ese voto importante". Alemania, Holanda y Finlandia vetan que Europa preste a Atenas los 8.700 millones de euros previstos para evitar la quiebra de Grecia este mismo verano. Y lo seguirán vetando hasta que el Parlamento griego apruebe, previsiblemente el 28 de junio, la batería de medidas legislativas necesaria para aplicar el nuevo plan de ajustes presupuestarios, reformas económicas y privatizaciones. Mientras Europa no dé ni un céntimo más, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tampoco desbloqueará los 3.300 millones que tiene en el disparaderoy que totalizarían los 12.000 millones previstos. Los ministros de Economía y Finanzas de los 17 países que comparten el euro como moneda única evaluarán las medidas adoptadas por el Parlamento heleno en una reunión extraordinaria el domingo 3 de julio en Bruselas. Si las consideran insuficientes, amenazan suspender las ayudas y dejar que el Estado quiebre. Desconfianza permanente La desconfianza no es nueva. Eslovaquia ya en mayo de 2010 se negó a participar en el rescate de Atenas y, por el contrario, ha contribuido sin reservas a reflotar Irlanda y Portugal. Iveta Radicova, primera ministra eslovaca, aseguró ayer a la agencia Reuters que Papandreu no está seguro de lograr que los parlamentarios griegos apoyen los ajustes, aunque en la pasada madrugada del martes al miércoles ganara una moción de confianza. Esa moción de confianza la ganó Papandreu tras aguar el plan de ajuste, para evitar una revuelta en su propio partido. Según las informaciones que llegan de Atenas, habría renunciado a subir el impuesto sobre el gasóleo para calefacción de los hogares, y a rebajar el umbral del impuesto sobre la renta y el patrimonio para reducir el número de contribuyentes exentos. Europa y el FMI temen que estas medidas reduzcan el alcance del saneamiento presupuestario, y han enviado a sus sabuesos a Atenas para husmear sobre el terreno si el Ejecutivo griego hace trampas. Los europeos y el FMI también insisten -como hicieron con Portugal-, en que el programa de ajustes lo apoye la oposición. Así previenen que un cambio de Gobierno por unas elecciones anticipadas o tras las previstas en 2013 les obligue a renegociar todo.