La UE no dará ni un euro hasta que el Gobierno heleno no apruebe los ajustesluxemburgo. Más incertidumbre sobre si Europa y el FMI acudirán al rescate de Grecia o dejarán que quiebre este mismo verano. Mientras el primer ministro griego, Giorgios Papandreu, se juega hoy su futuro político, y probablemente el del país, al someterse a una fundamental moción de confianza en el Parlamento de Atenas, los ministros de Economía y Finanzas de los países de la zona euro tomaron la decisión de aplazar hasta el 3 de julio cualquier decisión sobre la ayuda a Grecia. Malas noticias para España y otros países en apuros, como Irlanda, Portugal, Bélgica e incluso la otrora intocable Italia. Los mercados desconfían de que el Viejo Continente sea capaz de gestionar la crisis, y penalizan a los eslabones débiles de la moneda única. La postura de no decidir y dejar en el aire el rescate de Grecia llegó en la madrugada del domingo al lunes. Los ministros europeos se reunieron el domingo por la tarde en Luxemburgo y triunfaron las tesis más conservadoras: las de Alemania y Holanda. Ambos desconfían de la voluntad del Gobierno griego de aplicar el duro programa de ajustes presupuestarios, reformas económicas y privatizaciones que le exigen a cambio de la ayuda. De modo que no desembolsarán ni un euro más hasta que el Parlamento griego haya aprobado la legislación a través de la que se ejecutará el programa. La Comisión Europea, el BCE y el FMI volverán a enviar esta misma semana sus sabuesos a Atenas para confirmar que Atenas no está aguando el plan de reformas pactado. La evolución de la situación la analizarán los ministros de Economía y Finanzas del euro en una reunión extraordinaria convocada el primer domingo de julio. Si Grecia ha cumplido su parte del trato, la ayudarán. De lo contrario, quedará abierta la puerta a una nueva etapa de la crisis de la deuda pública en la zona euro. Etapa que, si los augurios del BCE tienen razón, provocará un cataclismo en los mercados financieros como la quiebra en 2008 de Lehman Brothers. El G-7, preocupado Tal escenario amenazaría con hacer descarrilar la recuperación de la economía mundial. Recuperación cada día más débil por los malos datos de EEUU y los indicios de problemas en las economías emergentes. La preocupación es tal que los ministros de Economía y Finanzas del G-7 se mantuvieron en contacto por teleconferencia el domingo y ayer lunes para discutir sobre la crisis griega. España salió perdiendo. Elena Salgado, ministra de Economía, llegó a Luxemburgo reclamando que se desbloqueara de inmediato un préstamo de 12.000 millones, para evitar una inmediata bancarrota griega y para calmar a los mercados. Para intentar desdramatizar la situación y enviar señales positivas a los inversores, Didier Reynders, viceprimer ministro belga, propuso que al menos se desbloquearan 6.000 millones. Ninguna de las dos propuestas prosperó. Ayer por la mañana, constatado el fracaso del intento de alcanzar un acuerdo en la madrugada anterior, el liberal finlandés Olli Rehn, comisario de Asuntos Económicos, reiteró su temor a que la indefinición de la coyuntura favorezca la propagación del virus griego. Salgado descartó que España sea contagiada, y aseguró que los mercados reconocían que las reformas emprendidas eran las adecuadas para reflotar la economía. Segundo rescate La congelación de las ayudas a Atenas afecta de momento a 12.000 millones de euros de los 110.000 millones que Europa y el FMI entregan escalonadamente en forma de préstamos a Atenas entre 2010 y 2012. Pero el problema es más profundo. El bloqueo de este programa en curso también mantiene en el dique seco las negociaciones para prorrogar las ayudas hasta 2014 y añadir unos 85.000 millones adicionales en préstamos. Para prorrogar y ampliar las ayudas, Alemania y Holanda exigen que el sector privado participe en el esfuerzo. Es decir, que de una manera voluntaria, al menos aparentemente, siga comprando deuda pública helena, para que la contribución al rescate de los Estados europeos sea menor. La posición alemana se radicalizó ayer cuando la oposición socialdemócrata, en teoría más europeísta y partidaria de ayudar a los países en apuros, se alineó con la coalición de Gobierno al considerar que es inevitable una reestructuración de la deuda griega. Otra hipótesis que podría provocar la apertura de la caja de Pandora, según el BCE. "Es esencial acabar rápidamente con el debate improductivo sobre la reestructuración de la deuda, y evitar dar la impresión de que las ayudas del mecanismo de rescate están condicionadas a una reestructuración", aseguró ayer en un informe sobre la zona euro el Fondo Monetario Internacional.Mario Draghi debe ser definitivamente elegido presidente del BCE esta semana en la cumbre de la UE. París presiona para que Roma dé la dirección de su banco central a Lorenzo Bini Smaghi, éste deje el Comité Ejecutivo del BCE y lo sustituya un francés. Así evitaría que no haya ningún galo en este órgano cuando el 31 de octubre lo abandone Jean-Claude Trichet. Sin embargo, Smaghi se escuda en la independencia del BCE para no salir de Fráncfort si no es por la puerta grande. Si el pulso llega a 2012, cuando debe irse del BCE José Manuel González-Páramo, España podría perder su silla y Francia arrebatársela.