Pide a Bruselas que actúe contra el proteccionismo del Ejecutivo de Prodimadrid. "El patriotismo económico, un problema de actitudes". Un titular claro, conciso y transparente para encabezar el punto fuerte de la conferencia que dio ayer Salvador Alemany, consejero delegado de Abertis, en un desayuno organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie). El encuentro estaba previsto desde hacía meses, pero el ejecutivo catalán podría haberlo anulado, como ocurre tantas veces. Sin embargo, no fue así.Alemany tenía ganas de hablar, tras cuatro meses de silencio. En este tiempo, la concesionaria Atlantia, con la que lleva año y medio intentando fusionarse, ha firmado un principio de acuerdo con el Ejecutivo italiano que desde algunos frentes se ha interpretado como la luz verde definitiva a su matrimonio con Abertis.Nada más lejos de la realidad, según Alemany, quien dejó claro que la operación sigue muerta... y puede no resucitar nunca. "No me gustaría que esto se interpretara como que Abertis tira la toalla, aunque sería un razonamiento lógico", afirmó el consejero delegado del grupo catalán.Alemany se ha dado de plazo hasta enero para tomar una decisión definitiva. Si para entonces no está claro que pueda cerrarse algún tipo de operación corporativa con Atlantia, el matrimonio estará definitivamente roto. Más todavía.Y, ¿quién es el responsable? Nada más y nada menos que el Ejecutivo de Romano Prodi. La noticia no suena a nueva, tras ver como el ministro de Infraestructuras italiano, Antonio di Pietro, movió todos los hilos a su alcance para impedir el matrimonio. Pero escucharla en boca de Alemany, siempre cauto con sus palabras, sorprende.Condenar a los culpables"Esta operación fue bloqueada por el Gobierno italiano a principios de agosto de 2006 -afirmó tajante Alemany-. Primero, apelando a un requisito legal que prohibía la presencia de constructores en el accionariado (en referencia al 24 por ciento del capital de Abertis en manos de ACS), aunque luego quedó prácticamente demostrado que no existía tal requisito. Entonces, se apeló a la necesidad de corregir un sistema concesional deficiente".Este juego de poner piedras en el camino consiguió consumir el tiempo que se habían dado Abertis y Atlantia (entonces Autostrade) para sellar la fusión y, como dice Alemany, "abortó esa operación".Un matrimonio que cumplía holgadamente los requisitos de Bruselas, según el directivo español. En cambio, el Gobierno italiano "violó el artículo 21 del protocolo de concentraciones de la Unión Europea y vamos a tratar de que se refrende", añadió Alemany."Debe señalarse dónde están los responsables de que este proyecto no esté vivo", argumentó para defender la batalla que quiere lidiar en el corazón el Viejo Continente. "Pero no lo hacemos para ver condenado a nadie, sino porque consideramos que es la manera de ir construyendo Europa".De hecho, durante la media hora de clase teórica que ofreció a la prensa, el consejero delegado de Abertis insistió mucho en las evidentes deficiencias del modelo europeo. Un único mercado todavía muy condicionado por los intereses particulares de cada país."La lógica de la globalización se acabará imponiendo, porque este patriotismo económico no es compatible con una Europa competitiva", pronosticó el primer ejecutivo de Abertis.Pero, hasta que llegue ese momento, las empresas deberán ir tutelando los cambios necesarios hasta conseguir que el Viejo Continente sea, realmente, un único mercado, no una suma de Estados proteccionistas. "Afortunadamente creo que Bruselas está madurando. Está pasando del ámbito infantil al ámbito adolescente, pero en este periodo salen granos", explicó, con un gráfico ejemplo, Alemany.El problema es que cuando Europa alcance la madurez será demasiado tarde para Abertis. Primero, porque el proyecto de fusión que acordó con Atlantia hace año y medio ya es imposible. Y segundo, porque cualquier otra operación parece prácticamente inalcanzable. Sólo un milagro podría revivirla... y debe darse prisa. En enero se acaba el tiempo.