Si Werner von Siemens levantara la cabeza, seguramente se quedaría sin habla al ver su apellido asociado a prácticas de corrupción y soborno. El ingeniero alemán, inventor de la dinamo, fundó en Berlín la empresa de telégrafos "Siemens y Halske" hace exactamente 160 años. La actual dirección de Siemens intenta celebrar el aniversario con una normalidad que queda empañada por los casos de corrupción que durante los últimos meses han salpicado su credibilidad. Desde mediados de los 90 Siemens se dedicó a 'untar' a ejecutivos de otras empresas para conseguir importantes contratos, como el de la telefonía móvil para los juegos olímpicos de Atenas 2004. El dinero destinado a los sobornos salía de un sistemas de cajas B del departamento de telecomunicaciones, desde el que pasaba a cuentas de países como Lichtestein, Italia o Suiza. El escándalo de Siemens saltó a finales de 2006. Doscientos efectivos de la policía y del fisco alemán registraron más de una treintena de oficinas y domicilios de empleados de Siemens en busca de documentación relacionada con los casos de corrupción. Entonces se habló de una cantidad de 20 millones de euros. A día de hoy la empresa ha admitido la existencia de 450 millones de euros que se destinaron a "pagos dudosos". Para la prensa, la cantidad se eleva hasta los 1.600 millones de euros. Esa sería la cifra que según algunos diarios estaría investigando el bufete de abogados estadounidense Debevoise & Plimpton, a quien la propia Siemens contrató para llevar a cabo una investigación interna. Además la corrupción no se limitaría únicamente al área de telecomunicaciones: sus tentáculos se extenderían a otras divisiones como la de centrales eléctricas. El gigante alemán ya ha ajustado sus primeras cuentas con la justicia germana. Pagará 201 millones de euros a cambio de que se cierre la investigación del departamento de telecomunicaciones y retribuirá otros 179 millones a la Hacienda alemana, correspondientes los impuestos evadidos. Siemens ha aceptado la multa, una minucia comparado con lo que le puede caer encima. El gigante alemán cotiza en Wall Street y el estricto controlador bursátil estadounidense (SEC), también le está investigando. La SEC no suele ser tan "benévola" como los tribunales germanos y podría reclamar a Siemens hasta 1.000 millones de euros. Eso sin contar los 190 millones de euros que la empresa se ha gastado en lo que va de año en abogados: sólo los servicios de Debevoise le suponen un desembolso diario de un millón de dólares, unos gastos que el nuevo presidente, Peter Löscher, tendrá que explicar a los accionistas durante la próxima asamblea anual.El sucesor de Klaus Kleinfeld, cuya oficina llegaron a investigar las autoridades alemanas, ya ha dado los primeros pasos para reestructurar la empresa. Si sus deseos se cumplen el número de divisiones de negocio se reducirán de diez a tres: energía, medicina e industria. También disminuirá el número de directivos. Se busca reducir costes pero también ganar en transparencia a la hora de asignar las responsabilidades, algo que no consiguieron ni Kleinfeld ni tampoco Heinrich von Pierer, hasta hace poco director del consejo de administración. Aunque la fiscalía alemana le ha investigado, von Pierer ha conseguido salir impune del escándalo, pero la ruleta de la justicia sigue girando a la busca de los responsables.