Parte de los lingotes del Banco de Inglaterra están dañados por fisuras y grietaslondres. No es oro todo lo que reluce. El Banco de Inglaterra está comprobando en sus propias carnes la veracidad de este viejo proverbio. Tanto es así, que se ha visto obligado a admitir que en algunos de los lingotes que forman parte de las reservas de oro del Reino Unido han aparecido grietas y fisuras.Según los expertos, estas impurezas sólo pueden deberse a una razón: la presencia de metales extraños en el oro. Así, las preciosas reservas de la Reina Isabel II podrían no ser tan preciosas. El oro puro está considerado el metal noble por excelencia, símbolo de riqueza desde la antigüedad, y eso es, precisamente, por permanecer ajeno al deterioro causado por los agentes atmosféricos y el tiempo.El descubrimiento de las fisuras es otro golpe para el Banco de Inglaterra, que, en los últimos días, está en el ojo del huracán por su forma de gestionar la crisis financiera mundial y el salvamento del Northern Rock, el banco especializado en préstamos hipotecarios al que abatió su falta de liquidez.El Banco de Inglaterra conserva 320 toneladas de oro en monedas y lingotes en los subterráneos de su sede de Theardneedle Street en la City londinense. A los precios actuales, valen más de 5.768 millones de euros.La institución ha subrayado que la mayor parte de sus reservas se encuentra en perfectas condiciones de conservación, pero no ha especificado cuántos lingotes están dañados, diciendo sólo que se trata de oro viejo, comprado hace años.Calidad garantizadaLa calidad de los lingotes está garantizada por el sello London Good Delivery (LGD), según los criterios establecidos por las instituciones oficiales. "Hay ciertas incertidumbres sobre el estatus LGD en algunos lingotes que se conservan en las cámaras blindadas desde hace muchos años", admitió el Banco al Metal Bulletin, una revista especializada que pidió detalles sobre la cuestión. Los lingotes sin certificado LGD no pueden cambiarse en el mercado y el banco se encuentra, de esta manera, con menos activos porque éstos son invendibles.Londres no parece tener mucha fortuna con el oro. En 1999, el entonces ministro de Finanzas y ahora primer ministro, Gordon Brown, decidió vender la mitad de las reservas de oro del Banco de Inglaterra, contra la opinión de los expertos del banco. En menos de dos años, Londres completó la cesión de 395 toneladas de oro a un precio medio de 195 euros la onza.Brown, orgulloso, embolsó 3.315 millones de euros en las arcas del Estado. El precio del oro estaba entonces en los mínimos desde hacía 20 años. Lo curioso fue que inmediatamente después de la venta por parte de Londres, el metal amarillo volvió a su estatus de bien refugio por excelencia y su valor comenzó a subir.Hoy, el precio de una onza de oro es de 526 euros. Los analistas aseguran que superará en breve el umbral psicológico de los 531 euros, mientras los principales dirigentes de las empresas mineras avanzan previsiones de un precio superior a los 707 euros. Una amarga lección para Brown. Si hubiese tenido paciencia, habría triplicado los ingresos para el tesoro inglés.