A las centrales eléctricas les falta suministro y las de gas no despegan del todo milán. El sistema energético italiano confía en el dios Clima (los meteorólogos con atuendo de oráculos y convertidos en ministros de culto). Si el próximo invierno es bueno, como el del año pasado, los problemas serán menores. Pero si viene un infierno duro y frío y los sistemas de calefacción piden más metano y más corriente eléctrica, habrá que echar cuentas y ponerse de acuerdo con los gasoductos.Recientemente, el consejero delegado de ENEL, Fulvio Conti, repitió su preocupación recurrente desde hace meses. Y es que los gasoductos para la importación de Rusia y de Argelia serán potenciados pero el próximo año comenzará a funcionar también la planta de regasificación que ExxonMobil, Qatar Petroleum y Edison están construyendo en la costa de Rovigo. Mientras, otra docena de proyectos tardan en hacerse realidad, no se ven nuevas líneas de alta tensión y sólo una parte del gas podrá acumularse en los almacenes subterráneos (los viejos yacimientos agotados, que hoy se utilizan como inmensos depósitos). Y para más inri, decenas de alcaldes y autoridades locales protestan contra la instalación de centrales eólicas o biocombustibles.En otras palabras, las infraestructuras para importar energía son las mismas de hace años, pero la demanda eléctrica y de gas sube sin parar, y la estación fría que se avecina será, como es lógico, la más crítica.Según Conti y el ministro italiano de Desarrollo Económico, Pierluigi Bersani, las regiones y los ayuntamientos que bloquean las nuevas instalaciones energéticas deberían pagar el daño que están haciendo. Este debate se produjo recientemente, en Frascati, durante un seminario promovido por los parlamentarios del Olivo, pero las alarmas se vienen repitiendo desde hace meses. Bersani firmó dos decretos para "maximizar" las importaciones y el almacenamiento de metano. Porque el caso de Settala es muy significativo. La Stogit (la empresa de ENI para el almacenamiento de gas) desarrolló una tecnología que permite aumentar la presión dentro de la roca esponjosa del subsuelo de los antiguos yacimientos. Más presión, significa más metano: 500 millones de metros cúbicos.Habitualmente el Ministerio de Desarrollo Económico daba una autorización temporal para estos almacenamientos extraordinarios, pero, esta vez, el ministerio de Bersani decidió (con una gran dosis de estrabismo político) pasar el problema a Medio Ambiente.Y éste estableció lo siguiente: se prima la valoración del impacto medioambiental. Es decir, pasará el período crítico del invierno sin haber obtenido la vía libre, mientras las centrales eléctricas devoran metano a espuertas. Se trata de centrales con capacidad suficiente para evitar el apagón, pero se tornan acero inerte, si no disponen de metano para cebarse.Y Conti explica: "Somos más frágiles que durante la crisis del gas con Ucrania, el gas costará cada vez más y estará siempre vinculado al petróleo. Incluso con las regasificadoras, el precio no bajará, porque no está bajando en Francia, donde están construyendo cuatro plantas de este tipo".Bersani, por su parte, piensa en un mecanismo de apremio a las regiones que frenan la implantación de instalaciones energéticas, por medio de una contribución mínima regional por la seguridad de los suministros energéticos. "Es hora de que se haga sentir el coste de esta desadecuación, con un impuesto a la pereza". Emma Marcegaglia, vicepresidente de Cofindustria, la patronal italiana, dice: "Las empresas están preparadas para realizar importantes programas de inversión, pero deben estar en condiciones de poderlas realizar en plazos comparables a los demás países".La respuesta de los ecologistas, inmediata. Para la Legambiente, "el primer objetivo de Enel es aumentar la cantidad de carbón para quemar en sus centrales", como la que se está construyendo en Civitavecchia y la que está programada en Porto Tolle. El sexto socio para el NabuccoPor su parte, el presidente de Sicilia, Salvatore Cuffaro, anuncia una ley regional que bloqueará la búsqueda de yacimientos de metano en la zona de Noto. Mientras tanto, el proyecto Nabucco sigue adelante y el nombre del sexto socio será revelado muy pronto. Las cinco compañías de gas implicadas -Omv (Austria), Mol (Hungría), Transgas (Rumanía), Bulgargaz (Bulgaria) y Botas (Turquía)- habrían terminado por resolver sus propias divergencias sobre el asunto. Eso es al menos lo que revela una fuente de Sofía, en una entrevista a la agencia Reuters. Parece que las empresas asociadas han hecho ya su elección, tras mantener conversaciones con la alemana Rwe y con Gaz de France.Lyubomir Denchev, director ejecutivo del monopolio Bulgargaz, espera una decisión próxima, cuando los cinco socios se vuelvan a reunir en Budapest. El proyecto Nabucco, un gasoducto de 3.300 kilómetros y de 4.600 millones de euros y destinado a transportar a Europa gas del mar Caspio y del Oriente Medio, conforma el núcleo de los esfuerzos de la Unión Europea por diversificar los suministros procedentes de Rusia. En cambio, ésta, con ENI, apuntan a la prolongación del gasoducto Blue Stream, para conducir el gas a la Europa central.