Gonzalo de Madariaga, ya expresidente, cede el control del área de ascensores, 'corazón' de la firmasevilla. La economía andaluza lamenta en este inicio de año el desmembramiento de uno de los holding industriales y de ingeniería con una mayor proyección de entre los surgidos en las últimas décadas en la comunidad. Grupo MP ha implosionado debido a las irreconciliables diferencias entre los distintos miembros de la familia Ma- dariaga, que controla esta compañía de segunda generación creada en Sevilla en 1988. Las últimas cifras disponibles, de cierre de 2009, sitúan su cifra de negocio en 193 millones (un 12 por ciento menos que en 2008) y la plantilla en 1.700 empleados repartidos entre Sevilla y Zaragoza. Es decir, una de las 40 mayores empresas de capital andaluz hasta la fecha. Diversas fuentes cercanas a la compañía han explicado al elEconomista que Gonzalo de Madariaga, uno de los cinco hermanos propietarios y presidente desde 1988, ha alcanzado un acuerdo con el resto de su familia (incluida su madre) para repartirse los negocios que agrupa MP. De esta forma, el negocio de fabricación, venta y mantenimiento de ascensores, actividad que representa más de la mitad de los ingresos, queda fuera del control del ya expresidente y ha pasado a manos del resto de la familia. A cambio, Madariaga retiene las actividades de tecnologías de la información, ingeniería y construcción, y aeronáutica, así como cuatro hectáreas de naves industriales en Sevilla. Estas nuevas áreas son precisamente las que el directivo ha impulsado en los últimos años. El origen de las discrepancias se arrastra desde hace tiempo y tiene que ver con las decisiones y estrategia de gestión desarrolladas por Madariaga. El amplio plan de crecimiento y diversificación en el que embarcó a la compañía desde 2005, con la apuesta por el medio ambiente, las TICs, las energías renovables o el inmobiliario, generó fuertes necesidades de financiación. Por ello, MP solicitó un crédito sindicado de 45 millones que le permitiera crecer en ascensores -adquirió, y luego revendió, empresas de mantenimiento de estos aparatos por toda España- y abordar esas nuevas actividades. La llegada de la crisis -que redujo el negocio, sobre todo el de venta y mantenimiento de ascensores por el crash del ladrillo- y determinadas operaciones inmobiliarias fallidas en Sevilla y Cádiz, han creado tensiones para afrontar el préstamo y convertido las diferencias familiares en irreconciliables. s Más información relacionada con este tema en www.eleconomista.es