Después de haberse bañado en las mejores playas, navegado en los más lujosos cruceros y bebido el mejor champán, ¿qué es lo que buscan hoy los hombres de negocios más ricos en sus vacaciones? Cuidar su salud", dice Erich Thomas, director general del Wellness Sanctuary and Holistic Spa Kamalaya, situado en la isla tailandesa de Koh Samui."Anantara es una palabra del sánscrito que quiere decir aguas sin orillas, un nombre elegido por la asociación que se produce en las culturas de Asia entre este elemento y la prosperidad y la buena suerte", explica pocos días después Marion Walsh, directora de Relaciones Públicas del grupo Anantara, que también cuenta con un bellísimo resort en la costa de la maravillosa Koh Samui.El concepto de estos y otros lujosísimos spas situados en medio de la exuberante vegetación de Tailandia, y a orillas de playas bordeadas de cocoteros, es ofrecer una mezcla de terapias curativas naturales, cultura local y espiritualidad, en un entorno en el que el viajero "puede explorar y expandir su infinito potencial", añade Thomas.Combinación de tratamientosAsí, tanto en lugares como Kamalaya o Anantara se ofrece una combinación de tratamientos naturales y alimentación adecuada al perfil del huésped, que puede variar desde quien quiere aprovechar las vacaciones para reducir su peso o disminuir los niveles de colesterol y de tensión arterial, hasta quien prefiere eliminar el estrés o deshacerse de las toxinas acumuladas en el organismo después de once meses de alimentación inadecuada en medio de tensiones y a toda velocidad en comilonas de hombres de negocios. Son los llamados programas detox.Entre los diferentes tratamientos y técnicas de relajación -medicina china tradicional, naturopatía, homeopatía, aromaterapia, yoga, meditación, musicoterapia...- ocupa un lugar principal, por supuesto, el masaje tailandés. El nuat phaen boran, o "los métodos tradicionales tailandeses de curación con las manos", como se traduce, nace en la zona de la actual Chiang Mai, al norte de Tailandia, a diferencia de otros masajes ayurvédicos que tienen su origen en India, China o Tíbet. De hecho, casi todos los masajistas profesionales del país han aprendido en esa hermosa ciudad, o su maestro estudió allá. No obstante, se cree que el verdadero origen del masaje tailandés como arte está en la llegada al antiguo reino de Siam del maestro indio contemporáneo de Buda, Jivaka Kumar Baccha, hace unos 2.500 años. Ni que decir tiene que el masaje tradicional thai está muy relacionado con la filosofía budista, que impregna cada acto de un tailandés. En los tiempos modernos, la primera gran escuela de masaje tailandés internacional es la Old Medicine School de Chiang Mai, fundada a principios de la década de los setenta y que, a su vez, recogió las enseñanzas de la Escuela Wat Po, de los años cincuenta, que sólo instruía a nativos. Su gran maestro, Aacharn Sintorn, impartió sus técnicas a diario hasta su muerte en 2005. La Escuela Wat Po, nacida el templo más antiguo de Bangkok, hoy ofrece cursos de esta terapia de varias horas o día de duración, aunque las clases no se dan ya en las galerías de este wat (templo budista con su monasterio adyacente) contiguo al Palacio Real, sino en un local situado fuera de sus muros.Hoy existen hasta diez especialidades del masaje tailandés, según la región del país donde se practique. Así, en el estilo imperante en el norte se enfatiza en los movimientos de estiramiento, mientras que en el sur se basa más en la acupresión, es decir, la presión con las manos sobre los músculos, tendones o vértebras.La temperatura idealUna vez envuelto en un pareo de algodón, Phon, una de las masajistas del Anantara, conduce al huésped a una preciosa habitación. La temperatura es ideal; la música, basada en la suave percusión de címbalos y campanas orientales; la luz, tenue. Todos los detalles están cuidados al máximo para crear una atmósfera de relajación absoluta mientras las hábiles manos de Phon pasan sobre los músculos entumecidos de la espalda. Boca abajo sobre la camilla, una obertura a la altura de los ojos muestra unas preciosas orquídeas, una de las flores ominipresentes en este país donde abundan las flores y plantas aromáticas: lemon grass, chiles, albahaca, jengibre, cardamomo...La sensación, realmente, es de ensueño y no se parece mucho a ese primer testimonio del embajador francés en la corte de Ayuthaya, que a finales del siglo XVII escribió: "Cuando una persona enferma en Siam, acude a alguien de experiencia demostrada, que trepa sobre su cuerpo y le aplasta con sus pies". A mí me acarician hasta llegar al Nirvana.