como continuación y complemento de los estudios Mejor formación para crear más empleo, y La formación para el empleo gestionada por los Agentes Sociales. Perspectivas del mercado en el horizonte 2013, elaborados por la Fundación Élogos a principios y finales de 2010 respectivamente, y con el ánimo de contribuir al debate sobre la reforma de las Políticas Activas de Empleo en nuestro país; hemos elaborado el presente estudio, La formación dirigida a desempleados en España que, dirigido por Jaime López Cossío, pretende aportar, desde el análisis de la situación actual de la formación para el empleo, un conjunto de propuestas de actuación y mejora, tanto en sus aspectos cuantitativos, como en los cualitativos y metodológicos. Entre las políticas de mejora de la empleabilidad, la formación para el empleo, y en especial la dirigida a desempleados es, probablemente, la que concita mayor unanimidad en cuanto a su eficacia para la inserción, la reinserción y reciclaje profesional, dada su capacidad para mejorar las competencias profesionales y la relación del trabajador con su entorno productivo. En este sentido, en las circunstancias actuales del mercado de trabajo, resulta esencial la existencia de programas formativos en donde, en base a las demandas presentes y futuras de trabajadores por parte de las empresas, éstos se cualifiquen en función de sus necesidades reales; utilizando fórmulas flexibles tanto en el diseño, como en el desarrollo de la formación, y en donde la tecnología juegue un papel fundamental para hacer universal el derecho de todo trabajador de poder acceder a la formación. En el actual contexto de grave crisis económica y con la tasa tan elevada de desempleados existente en nuestro país, la reforma de las políticas activas de empleo debe ser abordada desde el máximo consenso de todas las partes, Administración Central y Autonómica, agentes económicos y Sociales, partidos políticos y entidades privadas de formación; de manera que la formación para el empleo se sitúe como una política de Estado. Es sobre la base del consenso, desde donde se debe de mejorar de forma cuantitativa y cualitativa el sistema de formación para el empleo, en especial el dirigido a desempleados, dotándolo de mayores recursos económicos, herramientas, contenidos y metodologías formativas ya presentes en los programas de formación de ocupados. Si bien es cierto que contamos con un único sistema de formación para el empleo, sin embargo, la integración de la antigua formación ocupacional para desempleados con la formación continua que se dirigía exclusivamente a trabajadores ocupados no se ha producido. Esta circunstancia presenta el riesgo de desconocer qué está pasando con esta modalidad crítica para la inserción y reinserción de las personas en desempleo. Las consideraciones expuestas a lo largo de este informe permiten apuntar algunas propuestas concretas de mejora de la formación para el empleo dirigida a la población desempleada: Recuperar la formación como primera política activa de empleo, integrando los planes de formación para los desempleados en la nueva estrategia de empleo y, por tanto, incorporando su reforma a la más amplia de las políticas activas de empleo. En este sentido, la formación para desempleados, al igual que el resto de las políticas activas, debería incorporar los criterios de flexibilidad, adecuación al territorio y adaptación a las circunstancias concretas de cada colectivo de desempleados. La mejora tanto cuantitativa como cualitativa del sistema de formación para el empleo, con el objetivo de incrementar el colectivo de trabajadores desempleados que se forman con programas de mayor calidad, hace que sea necesario abordar la necesidad de una mayor financiación. La formación para el empleo dirigida a los desempleados requiere también de una mejora de sus elementos cualitativos, como la formación del profesorado, los recursos didácticos, las infraestructuras, la cooperación con las empresas para la formación en centros de trabajo y los contenidos disponibles para el aprendizaje. En este sentido, parece imprescindible potenciar la oferta formativa para desempleados con un concepto más abierto que el actual, y con un planteamiento multicanal, que permita aprovechar las posibilidades tecnológicas, especialmente para la formación de los desempleados cualificados. La casi absoluta dependencia de la formación presencial, que incorpora elevados costes de infraestructuras, unida a la extensión de los cursos lastra la capacidad de alcanzar a un mayor número de alumnos y desaprovecha las posibilidades de las nuevas tecnologías, que son decisivas en la formación permanente, en la reutilización de contenidos y en la estandarización de herramientas y criterios didácticos y de evaluación. Elaborar políticas activas de formación e inserción para desempleados en el momento actual pasa por un análisis detallado del colectivo de desempleados, segmentando grupos y problemáticas, definiendo e implantando programas específicos para cada uno de ellos. Por poner un ejemplo, la formación que necesitan los jóvenes titulados sin empleo, usuarios avanzados de las nuevas tecnologías, no es la misma que requieren colectivos de personas sin competencias básicas para desempeñar empleos que demanden una mínima cualificación profesional. En resumen, ya sea en el marco de un nuevo Plan de Formación Profesional, teniendo en cuenta los doce años transcurridos desde el anterior, ya sea en el ámbito concreto de la formación de los desempleados, parece necesario un acuerdo básico en el marco del Sistema Nacional de Empleo sobre los grandes objetivos, los colectivos prioritarios, la financiación y la reforma del modelo de gestión, teniendo en cuenta la situación del mercado de trabajo y la relevancia de la formación para la mejora de la empleabilidad y la cohesión social en los próximos años.Por Mariano Baratech Ramírez Presidente de la Fundación élogos