Vicepresidente de la CEOE, fue primer ejecutivo de Agromán y copresidió OHLmadrid. El mundo de la construcción se vistió ayer de luto para despedir a Enrique de Aldama, un hombre clave en el desarrollo del sector y un ejecutivo admirado por todo el panorama empresarial español, cuyo nombre quedará para siempre ligado a la reforma del Buen Gobierno que capitaneó en 2002, por mandato de su amigo Rodrigo Rato, ex ministro de Economía.Nacido en Madrid, el 27 de noviembre de 1933, Aldama falleció en la madrugada del domingo víctima de un infarto a los 73 años de edad. Casado con Cristina Orozco y Ulloa, sus logros empresariales compiten con su talante humano, siempre dispuesto a regalar una sonrisa y una palabra de ánimo, incluso en los difíciles momentos que le tocó vivir, como la temprana muerte de dos de sus seis hijos.Gran conversador, amante del diálogo y defensor del trabajo en equipo, Enrique de Aldama siempre cedía el mérito a sus colaboradores, consciente de que el éxito nunca pertenece a uno sólo. Apenas un 5 por ciento es triunfo propio, solía decir. El resto, pertenece a todo un grupo de personas trabajando en la misma dirección.Una filosofía que le erigió icono de las patronales y en hombre clave para aglutinar los intereses de su gran pasión, después de la familia: la construcción. Presidente de Seopan, la patronal de las grandes constructoras, supo aglutinar los intereses de este competitivo colectivo y mantener un abierto y fructífero diálogo con la Administración, cuyos frutos hablan por sí solos con el gran despegue del sector en los últimos años, hasta erigirlo en referente mundial.Consejero delegado de Agromán (1986-1988), presidente de Lain (1989-1999) y co presidente de OHL (1999-2000), el sector volvió a confiarle una de sus grandes apuestas cuando, hace siete años, le otorgó la presidencia de Build2Build, la gran apuesta de las constructoras españolas para sumarse al comercio electrónico en pleno apogeo de la burbuja de Internet.Ejemplo empresarialDoctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, tras culminar sus estudios, en 1962, empezó a trabajar en la Dirección General de Carreteras, donde tuvo en sus manos proyectos tan importantes como el diseño de la M-30 y la M-40, los dos principales anillos de Madrid.Tras este primer contacto con la Administración, Enrique de Aldama supo conducir con acierto una trayectoria que combinó la empresa pública con la privada. Delegado del Gobierno en las Sociedades Concesionarias de Autopistas, director general de Renfe, subsecretario del Ministerio de Industria y Energía y consejero del INI, fue una figura clave de la reconstrucción industrial del España durante los años de la Transición, bajo el Gobierno de UCD. En 1982 decidió saltar al sector privado, asumiendo la vicepresidencia ejecutiva de Seopan y comenzando su viaje por la cúpula de algunas de las mayores constructoras del país. Una trayectoria que sólo se vio empañada por su imputación en el Caso Roldán, acusado de pagar comisiones ilegales cuando dirigía Lain. Unas acusaciones que él siempre negó.Vicepresidente de la CEOE desde 1994, consejero de Repsol YPF durante una década, presidente de la Comisión Eurodefense España, presidente del Consejo Empresarial de la Sociedad de la Información, consejero de la compañía tecnológica Tecnocom y de la correduría de seguros Aon Gil y Carvajal, sus colaboradores destacan, sobre todo, su perfil humano.Siempre dispuesto a apoyar cualquier iniciativa altruista, supo robar tiempo a su apretada agenda para trabajar como tesorero de Caritas Parroquial en La Moraleja. "Siempre nos estaba enviando cartas, pidiéndonos ayuda para todo tipo de causas y proyectos solidarios", recuerda un empresario que vive en la elitista urbanización. "Por encima de todo, era un buen hombre", añade.