Se pospone hasta diciembre por problemas en el ensamblaje y en el 'software'madrid. La alegría va por barrios en el negocio de la aeronáutica. Si durante los dos últimos años Airbus ha pasado su via crucis particular con el retraso en el lanzamiento del A380 y con la redefinición del programa A350 ahora le toca el turno a su rival directo, el fabricante norteamericano Boeing. Su ultimo sueño, el 787 Dreamliner, tendrá que esperar. La compañía anunció ayer que el primer vuelo de prueba se retrasará cuatro meses, hasta el próximo mes de diciembre, por problemas en el ensamblaje del avión y en el software de control de vuelo.Boeing pensaba realizar el primer vuelo de prueba a finales de septiembre con la intención de efectuar la primera entrega en mayo de 2008 pero All Nippon Airways, el socio de lanzamiento del programa,debería tener cierto recelo. Scott Carson, consejero delegado de la filial de aviones comerciales de Boeing, quiso ayer apaciguar los ánimos asegurando que el retraso del primer vuelo no afectará el calendario de la primera entrega a la aerolínea japonesa.Aunque el daño ya está hecho, el programa 787 ha sido un ejemplo modélico en la industria aeronáutica, consiguiendo un récord de pedidos desde su lanzamiento. Ya tiene 796 encargos que, a precio de catálogo, supondrán en el futuro unos ingresos para la compañía norteamericana de 118.000 millones de dólares. Y lo más importante de todo: Boeing ha conseguido dar de lleno en la línea de flotación de Airbus con un producto que compite en el mismo segmento de mercado que el A350 y que ha sido capaz de adelantarse en el tiempo y robar clientela a Airbus.La maldición continúaDe momento, el retraso no es alarmante, ya que el fabricante aeronáutico europeo no espera lanzar su avión hasta el año 2013. El problema es que la experiencia en la industria aeronáutica dice que los problemas en un avión desencadenan un efecto dominó. De hecho, ningún programa en la historia de la aviación comercial ha sido capaz de lanzarse en las fechas que se marcaron al inicio.El mayor éxito del fabricante norteamericano consume un 20 por ciento menos de combustible por pasajero que un avión de tamaño similar. Este logro se consigue gracias a una mayor utilización de la fibra de carbono, un material resistente y de poco peso.Los analistas calculan que el programa 787 ha supuesto una inversión de 10.000 millones de dólares, de los que Boeing ha asumido un desembolso de 6.000 millones y el resto ha sido aportado por los socio, que participan a riesgo compartido con el fabricante.