La crisis periférica ha golpeado de lleno a los mercados españoles en 2010. El índice de referencia acaba como el segundo peor de la eurozona con un descenso del 17,4%. Por Pedro CalvoCuando, el 6 de enero, el Ibex 35 alcanzó los 12.222,5 puntos, difícilmente hubiera podido imaginar que no iba a ir más allá. Que ése era su tope del año. Que a partir de ese día, casi con todo 2010 por delante, todo lo que le quedaba era, sobre todo, bajar. Pero así ha sido. Más de 11 meses después, el índice de referencia de los mercados españoles despide el ejercicio en los 9.859,10 puntos, prácticamente 2.000 puntos por debajo del nivel al que llegó el Día de Reyes y con un descenso anual del 17,43 por ciento en el zurrón. Sólo el griego FT/ASE 20, que ha bajado un 35,16 por ciento, ha sufrido un castigo mayor dentro de la zona euro, y apenas un puñado de índices en todo el mundo se ha comportado peor. Éste es, de un vistazo, el reguero que ha dejado en los mercados españoles la crisis de la deuda soberana que ha padecido la zona euro en 2010. Unas turbulencias protagonizadas por los denominados países periféricos, grupo en el que se encuadran Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia, que han estado en el punto de mira de los inversores por sus elevados desequilibrios fiscales y los problemas que han tenido para emitir deuda pública. El panorama se ha tensado hasta semejante extremo que dos de ellos, Grecia e Irlanda, han recibido asistencia financiera por parte de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder afrontar sus pagos y tratar de reparar sus desajustes públicos y financieros. En las quinielas Esta realidad ha puesto en cuarentena a los activos con sello español, penalizados por la debilidad que aún envuelve a España. Con un paro que ronda el 20 por ciento y una economía que aún se contraerá en torno al 0,3 por ciento en 2010, las dudas generadas por la ausencia de crecimiento se han propagado a las finanzas públicas, sobre todo por la obligación de reducir el déficit fiscal desde el 11,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 hasta el 6 por ciento en 2011. Este escenario ha provocado que los inversores internacionales hayan incluido a España en las listas de candidatos a ser rescatados en un futuro próximo. Y esas especulaciones han pasado una dura factura a la renta variable y a la deuda pública españolas. A la caída del Ibex hay que añadir el 20,49 por ciento que también ha cedido el Índice General de la Bolsa de Madrid en el conjunto del año. En cuanto a la renta fija, las ventas han provocado que el rendimiento de los bonos españoles a 10 años -que sube cuando el precio de los títulos baja- haya repuntado del 3,97 al 5,44 por ciento, el mayor incremento desde 1999. La banca, doblemente expuesta Este castigo general se ha concretado de forma especial en la banca, expuesta a las inclemencias por dos caminos. El primero, los problemas propios del sector, sobre el que pesan motivos nacionales, como la persistencia de la crisis inmobiliaria y la inconclusa consolidación de las cajas de ahorros, e internacionales, como la nueva normativa de Basilea III. Y el segundo, la exposición que las entidades españolas tienen a la deuda periférica. Ambos factores no han dejado alternativa a los bancos cotizados, que han caído con fuerza. Sabadell ha cedido un 22,43 por ciento; Popular, un 41,83 por ciento; Banesto, un 27,5 por ciento; Santander, un 30,4 por ciento; BBVA, un 38 por ciento; y Bankinter, un 42 por ciento. ¿Y el resto de los pesos pesados del Ibex? En su caso ha habido división de opiniones. Mientras que Telefónica e Iberdrola también han sufrido números rojos, con descensos del 13 por ciento, respectivamente, Repsol e Inditex han puesto la nota positiva, con avances del 11,35 y del 29,35 por ciento, respectivamente.