La última década ha supuesto una transformación histórica para la banca de nuestro país. Empezaba con el cierre de las dos grandes operaciones financieras, las fusiones de BBV con el Argentaria y del Santander con el Central Hispano Americano. Y ha terminado con la configuración de un nuevo mapa de cajas que en el sector no se da aún por concluido. Entretanto el conjunto del sistema se ido adecuando a las circunstancias, con algunos excesos que han terminado por pasar factura tras el estallido de la crisis a mediados de 2007. Durante años la banca se ha beneficiado del boom inmobiliario y ahora sus balances están repletos de viviendas y de activos que hay que depurar. Las cajas aprovecharon el negocio hipotecario para expandir sus redes por toda la geografía nacional. Saltaron de sus territorios de origen y se colaron en zonas nunca antes exploradas. Entre 2002 y 2007 las entidades de ahorros abrieron 5.000 sucursales, que en los próximos años tendrán que cerrar por la caída de la actividad. Muchas oficinas han dejado de ser rentables y las integraciones van a provocar duplicidades que no se pueden mantener. Las cajas, en sus años de expansión, consiguieron hacerse con más de la mitad del negocio financiero español. Pero no sólo ellas ganaron tamaño. Mientras los grandes bancos buscaban en el exterior, los medianos consolidaron su posición haciendo frente a unas cajas muy activas. De entre todos cabe resaltar el salto del Sabadell, una entidad radicada en Cataluña y especializada en empresas que durante los últimos diez años ha pasado a ser grupo nacional y global por su negocio gracias a las compras que ha realizado. Primero adquirió en 2001 el Herrero, lo que le abrió las puertas de Asturias y Galicia y dos ejercicio después se hizo con el Atlántico en una puja disputada. En 2006 decidió explorar otros segmentos y tomó el control de Urquijo, uno de los históricos de la banca privada (para grandes fortunas) de España. El apetito del Sabadell no ha quedado ahí, porque durante la crisis es el único banco que ha aprovechado las debilidades para seguir creciendo. Este mismo año ha cerrado la adquisición del Guipuzcoano y ya explora más oportunidades. Quien también se ha hecho fuerte en nuestro país ha sido el británico Barclays, que en 2003 compró la totalidad del Zaragozano. Otro que también ha aumentado su peso en España es el francés Credit Agricole, aunque tanto como el anterior. El galo se convirtió en 2007 en el primer accionista de Bankinter y provocó una lucha sin precedentes con la familia Botín, socia fundadora de la entidad. El gran salto, como consecuencia de la crisis, se está viviendo en las cajas. No sólo por el proceso de integraciones, que ha llevado el número de estas instituciones de las 45 a 17. Y se esperan más movimientos en los próximos meses, como las fusiones de las tres vascas y algún movimiento por parte de la andaluza sevillana. La conversión relevante de las entidades de ahorros se verá con el tiempo. Por ahora lo único que ha habido es un cambio legal para permitir la entrada del capital privado en estos grupos, que hasta ahora tenían un estatus especial. El objetivo de la reforma jurídica es aumentar la fortaleza y la solvencia del sistema, con la inyección de dinero por parte de los inversores. Un vía rápida para recapitalizar el sector en momentos de necesidad, porque con el aumento del tamaño a través de las integraciones no será suficiente para hacer frente a todos los requerimientos que se avecinan. Las fusiones han sido obligatorias y para ellas se harán uso de 12.500 millones. En varios procesos el resultado será la constitución de un banco, mediante los denominados Sistemas Institucionales de Protección (SIP), un paraguas que cobijará a las entidades asociadas. El más importante de todos será el creado por Caja Madrid y Bancaja junto a otras cinco cajas, porque dará la mayor entidad por volumen de negocio en España. La conversión, en algunos casos, ha sido dolorosa. Dos cajas, CCM y CajaSur, han desaparecido tras su intervención.