El romance que durante años han mantenido las entidades financieras y los promotores inmobiliarios ha perdido la pasión. Y es que la fogosidad de los primeros momentos, dicen, no dura toda la vida: bancos y cajas de ahorro han pasado del no puedo vivir sin ti a tener ojos para otras novias. Quedan lejos ya aquellos maravillosos años en los que la banca nacional disparaba sus cuentas de resultados gracias a la concesión de créditos inmobiliarios a mansalva. Los particulares recibían lo suyo, sí, pero los promotores tenían prácticamente cheque en blanco. Cierto es que la relación entre ambos sectores -cruciales para la economía española- sigue existiendo, es innegable, aunque el frenesí de otras épocas ya no es el que era.Tan es así, que el elemento de consenso más evidente que existió en las presentaciones de resultados semestrales, tanto de la gran banca como del segmento mediano, fue el sorprendente anuncio de sus responsables de que renunciaban a aumentar su cuota en el mercado en el crédito al promotor. Es más, varios de ellos, como por ejemplo el Popular o Banesto , aseguraron que estaban perdiendo voluntariamente presencia en este ámbito. Por seguir con el ejemplo, el Popular ha pasado de tener en 2005 un 5,6% en relación a sus competidores al 4,25% actual. Ver para creer. En otro tiempo, esta acción habría sido impensable y, hoy, ni se insinúan atisbos de crítica por parte de los accionistas de estas entidades.DesaceleraciónObviamente, lo que se ha dado en llamar el suave aterrizaje de la construcción es la clave: la liquidez del consumidor disminuye, la compra de viviendas se ralentiza, los promotores tardan más en vender y la morosidad amenaza. Entre los daños colaterales: la subida de los hipotecas, que acaba afectando al consumo. Así, se forma un círculo vicioso y bancos y cajas no son ajenos a él. De esta manera, se ha pasado del exceso de liquidez y del 'hay dinero para cualquier promoción', a mirar con lupa cada crédito que se concede a sus impulsores.Precisamente, un informe de Ibersecurities, sociedad de valores perteneciente al Sabadell , analiza el fenómeno y apunta varias conclusiones. "En todo caso, el miedo al crédito de promotor es razonable, dado que en cada operación produce un gran beneficio (los spreads son mayores que en operaciones minoristas), lo que agrava la desaceleración del mercado inmobiliario. Por otra parte, los impagos son más severos, dado que suelen producirse impagos de promociones completas antes de estar totalmente cedidas a los propietarios".El seguimiento del Banco de EspañaPor su parte, el Banco de España tampoco vive desconectado de esta realidad y ha realizado numerosos llamamientos, sobre todo, en dos sentidos. Por un lado, ha pedido a las entidades que están bajo su control que afinen al máximo y que tengan en cuenta todas las eventualidades a la hora de dar crédito al promotor. Por otra parte, ha solicitado a la banca que incremente sus provisiones al objeto de elevar la cobertura ante posibles impagos relacionados con el mundo inmobiliario. Eso sí, es preciso recordar que la provisión de las entidades españolas se encuentra más allá de lo exigido en la normativa.Entre las circunstancias que maneja el supervisor, y que además ayudan a meter el miedo en el cuerpo a la banca, se posiciona el hecho de que el volumen de crédito hipotecario gestionado está en su nivel más bajo de los últimos cuatro años. Asimismo, las sociedades de tasación realizaron 1,8 millones de operaciones en 2006, un 1% menos que en el ejercicio precedente y supone la primera caída desde 2003. Y, finalmente, tampoco se debe olvidar que el Banco Internacional de Pagos ya ha avisado de que la banca española es la más expuesta a una crisis inmobiliaria.La otra cara de la monedaEn cuanto a los promotores, como es lógico, no están nada contentos con la etiqueta de apestados que les han colgado y reivindican su papel como motor de crecimiento de la economía española, así como de creadores de puestos de trabajo.A pesar del contexto, la morosidad de los bancos grandes y medianos no se ha disparado: sólo crece en BBVA y Bankinter , aunque no de forma significativa, mientras que la del Santander , el Popular y el Sabadell ha registrado leves bajadas.En definitiva, el romance entre las entidades financieras y la construcción continúa, pero los síntomas de crisis de pareja ya se dejan sentir. La verdad, no suenan campanas de boda, sino más bien tambores de guerra procedentes de EEUU -con ecos de crisis crediticia-. Por ello, la banca ya se hace fuerte en uno de los dos frentes que tiene abiertos -el local- a pesar de arriesgar con ello su gran historia de amor. Así es la vida.