La filial de la operadora ferroviaria reduce sus pérdidas operativas hasta juniomadrid. Hace poco más de dos años, Renfe Mercancías pasó uno de los momentos más duros de su historia reciente. La compañía se preparaba para la liberalización del mercado y no había más remedio que sanear la empresa con medidas traumáticas. La operadora decidió reducir la plantilla en una quinta parte por lo que 500 trabajadores ya no iban a a seguir en la filial. De ellos, 150 sufrieron un expediente de regulación de empleo y el resto se recolocó en otras áreas de actividad del grupo público de ferrocarriles.Y el lavado de cara comienza a hacer efecto ya que en los resultados del primer semestre de Renfe Operadora, las pérdidas operativas han pasado de 15,41 millones de euros de enero a junio de 2006 a 4,67 millones de euros en este ejercicio.La compañía justifica esta mejoría por su nueva estrategia de producción y comercialización que le ha permitido controlar su gasto -este año sólo crecerá un 1,32 por ciento, hasta los 194 millones de euros-. Y todo ello sin que la facturación de la compañía se resienta. Los ingresos de Renfe Mercancías crecieron en los seis primeros meses del año un 7,5 por ciento, hasta 189,91 millones de euros.Sólo rutas rentablesDesde que se dió el pistoletazo de salida a la reorganización de la filial, se han desechado los tráficos deficitarios y se han logrado nuevos contratos de transporte. Una de las mayores apuestas del grupo es la carga intermodal (el transporte de contenedores), que mueve el 30 por ciento del negocio total de Renfe Mercancías.La clave de esta nueva apuesta se centra en lo que denomina la compañía trenes clientes, que son convoyes de contenedores completos que se contratan con una frecuencia y unas condiciones que determina el cliente. Son transportes a la carta que mejoran el servicio al usuario.Para poder aumentar en el futuro sus prestaciones, Renfe Mercancías ha realizado una gran inversión de renovación de material rodante. Además de un gran pedido de 100 nuevas locomotoras, que ha supuesto un desembolso de 419 millones de euros, la compañía invierte paulatinamente en vagones. El último pedido supone la adquisición de 330 nuevas unidades y plataformas de contenedores. La compañía pagará 35 millones de euros.Con todos estos cambios, inversiones y recortes, la filial de mercancías de Renfe se enfrenta a la competencia. Aunque el sector se liberalizó el 1 de enero de 2005, la apertura del mercado apenas ha empezado.En estos momentos existen ya tres operadoras que ya prestan servicio privado: Comsa, ACS y Acciona. La constructora catalana tiene previsto realizar transportes entre el puerto de Gijón y la zona centro. ACS, por medio de su filial ferroviaria Continental Rail, se alió con Renfe para transportar contenedores de Valencia hasta Madrid.Acciona explota a través de su filial Acciona Rail Services un servicio de transporte de carbón para Unión Fenosa entre el puerto de Gijón y la central térmica que la compañía eléctrica opera en la localidad leonense de La Robla.Los expertos esperan que, aunque ya existen estas tres empresas privadas, el despegue de la apertura del sector no se comenzará a notar hasta el próximo año.Una piedra en el caminoEl único obstáculo a este proceso de liberalización se ha producido en Transfesa. Una de las mayores empresas de España de mercancías ferroviarias, en la que estaba presente la familia Fernández con una participación mayoritaria, ha pasado a estar controlada por el operador público alemán DB (Deutsche Bahn). Renfe y los ferrocarriles públicos franceses (la SNCF) también están presentes con una presencia más modesta. Un paso atrás.