Inventó la banca minorista y el crédito al consumo, convencido de quemuchos clientes pequeños tienen bastante más fuerza que pocos grandesmilán. "Usted está intentando colocarse fuera del mercado y no lo consigue. Nadie de su posición lo consigue", aseguró tajante. Amadeo Peter Giannini era desde 1945, con su Bank of America, el primer banquero del mundo en depósitos y facturación. En 40 años, partiendo de la nada y de North Beach, el barrio italiano de San Francisco, había superado al Chasse National, el banco de los Rockefeller y demás estrellas de Nueva York.Le quedaban sólo unos cuantos meses de vida cuando, en el mes de febrero de 1949, lanzó esa frase a Marriner S. Eccles, mormón de Utah y presidente de la dirección de la Reserva Federal. Es decir, gobernador del banco central estadounidense.Eccles había declarado ante una Comisión, acusando al holding de Giannini, Transamerica, de una "peligrosa e injustificada expansión". Y pedía su desmembramiento. A continuación, Eccles pasó al lado del anciano Giannini. Ambos eran banqueros. Eccles y su familia en Utah. Y los dos con el New Deal, cosa rara en el universo de las finanzas. "No hay nada personal en esto, que quede claro", le dijo Eccles, alargándole la mano, que el viejo león rechazó con un gruñido. Fue la última batalla de uno de los máximos protagonistas de la escena económica americana del siglo XX y de este gran innovador en la forma de conducir el negocio de la banca. Formalmente, una batalla perdida -diez años después- por Transamerica y Bank of America, que tuvieron que separarse tras la ley bancaria de 1956. En realidad, una batalla ganada a partir de los años ochenta con la desregulación, siempre tan deseada y solicitada por Giannini.Amadeo Peter Giannini, AP para todos en California, es el inventor del banco retail (venta al por menor), convencido de que muchos pequeños clientes dan más fuerza que pocos grandes. Transformó en clientes y en pequeños accionistas a cientos de miles de agricultores, viticultores, pescadores y obreros. Primero italianos y después de todas las nacionalidades, hasta llegar a los chinos. Gente que nunca había visto una ventanilla, una caja fuerte o un cajero. Una historia americana de confianza en el 'hombre de la calle', vivida por el hijo de inmigrantes de Favale di Malvaro (Génova), nacido en San José en 1870 y convertido en banquero a los 32 años. Por casualidad y por coraje. Decidido a demostrar que, en la California de los años mejores, un banco debía confiar en una mirada leal y en una mano fuerte y llena de callos.Lo que Henry Ford hizo con los coches, poniéndolos al alcance de todo el mundo, Amadeo Giannini lo hizo con el crédito, inventando entre otras cosas el crédito al consumo y los anticipos, por ejemplo, para comprar un Ford Model T.Combatiendo primero contra las leyes americanas, que prohibían casi en todas partes la sucursal bancking -apertura de ventanillas-, limitando así a todos los bancos a una institución local para los happy fews, propietarios y clientes.Y luchando después, desde el 31 al 32, contra el sistema y el gran capital de Nueva York -el mundo de los Morgan y de sus aliados sobre todo, entre ellos el financiero francés Jean Monnet, futuro padre de la Europa comunitaria-, irritados por este italiano que nunca les había pedido a ellos financiación y que crecía demasiado para su gusto.Un Morgan de la gente humilde y muy diferente del Morgan neoyorquino. Por ejemplo, Giannini decía que el que quiera una fortuna personal superior al medio millón de dólares debería ir al psiquiatra. Sus enemigos declararon en el año 32 en Nueva York que Giannini, oficialmente sin compensaciones, obtenía en realidad sumas notables, cargando al banco sus propios gastos privados. A su muerte, en 1949, dejó un patrimonio personal cercano a los 365.000 euros, cerca de tres millones de euros actuales. No demasiado, para un banquero de su prestancia.Era ciertamente un hombre de capa y espada. Porque las presiones de "Thomas the Corck" Corcoran, gran lobbista en el Congreso, para Roosevelt primero, del 33 al 41, y para sí mismo después, también afectaron a AP.Truman -amigo de Giannini- no se fiaba de Corcoran y J. Edgar Hoover desde el FBI controlaba los teléfonos del primer lobbista moderno americano. Fracasada una operación para financiar a los demócratas, Corcoran se dirige a Giannini en el mes de diciembre de 1945, tras haberle sacado a Eccles la promesa de luz verde para la adquisición de dos o tres institutos crediticios de un paquete de 25 bancos. Todo el asunto, a cambio de una suma importante para los demócratas.Pero el caso salió mal. "El gran pirata alocado -contaba Corcoran por teléfono- dio un puñetazo sobre la mesa y dijo: ni un céntimo". Y no entregó ni un solo dólar.Es difícil separar la historia de Giannini y de su Bank of Italy (como se llamaba hasta 1927) de la historia de California. Y de la tragedia que golpeó a San Francisco a las 5:12 del 18 de abril de 1906, con aquellos 28 segundos terribles seguidos de cuatro días de incendios que destruyeron una ciudad de 400.000 habitantes."Abierto para negocio"Giannini había abierto hacía dos años su minúsculo Bank of Italy en North Beach, con 110.000 euros que juntó con su padrino Lorenzo Scatena, que ya era su socio en una empresa de 3naval, y algunos otros socios.Dos horas después del terremoto, salvó 62.800 euros del banco y el 19 de abril, en el muelle del puerto, colocó su oficina bajo un cartel Banking as usual - Open for business (Banca habitual- abierto para negocio). Allí Giannini prestaba dinero. Y recogía el dinero a los que se fiaban de él. En 1909 hacía su primera adquisición: un pequeño banco que estaba atravesando dificultades en San José.Giannini se paseaba en calesa primero y, después, en su Packard negro, por toda la campiña de la Bahía y de la península, repleta de fruteros italianos, y financiaba a los agricultores, llegando a donar a Berkeley un millón de euros en 1928 para un centro de economía agrícola (entre los primeros becarios, un larguirucho canadiense llamado John Kenneth Galbraith) y para la Giannini Hall.Clamaba contra los grandes intereses que lo perseguían y pretendían aplicar a las remesas de los emigrantes comisiones exorbitantes. A diferencia de los demás banqueros de San Francisco, no frecuentaba el Pacific Union Club, un mundo diferente al de AP.LLega a los 1.000 millonesY seguía creciendo. En 1910, sus bancos gestionaban 6 millones y medio de dólares, tenía ya dos y, pronto, cinco oficinas, a pesar de que California no impulsase y menos permitiese formalmente, hasta 1927, la apertura de ventanillas, prohibida en casi todas partes. Y llega a los 157 millones en 1919, año en el que el First National de Nueva York fue el primero en llegar a los 1.000 millones (730 millones de euros).Alcanzó esta cantidad en 1929, cuando los bancos de la familia Eccles, en Utah, se enorgullecían de tener 50 millones de dólares y comenzaban a temer la fuerza del "verdulero siciliano", como poco después lo rebautizaron los Morgan en Nueva York.Llegado en 1928 al Hudson, Giannini decidió hacer en Brooklyn lo que antes había hecho en la Bahía. No eran años fáciles. El alcalde de Nueva York, el republicano Fiorello La Guardia, era insultado públicamente, como respuesta a algunas críticas políticas que había realizado al presidente Herbert Hoover. "Vuelva a su país... Los italianos son la mayoría de nuestros asesinos y traficantes de alcohol...", le decían."El little fellow, la gente corriente, es el mejor cliente que un banco pueda tener -declaraba Giannini en 1930 a una Comisión del Congreso-, porque es fiel hasta el final. Mientras el pez gordo permanece con un banco sólo mientras pueda sacar alguna ventaja y, después, lo abandona".Geográficamente diferenciados, los bancos de Giannini habían resistido a las quiebras de 1929-1930. Con algunas iniciativas en Nueva York había preparado su crecimiento continental. Un holding -Transamerica- controlaba los dos Bank of America, el californiano y el neoyorquino. Además Giannini encontró un aliado útil en Elisha Walker y su Blair & Co., uno de los más conocidos bancos de Manhattan, que Transamerica compró.De pronto, Giannini, en vísperas de cumplir los 60 años, se puso gravemente enfermo. Se fue a Europa y dejó las riendas a Walker, al que había llamado como su más estrecho colaborador Jean Monnet, entonces agente de Blair & Co. en Europa. Permanecían en guardia su hijo, Lawrence Mario, preparado, pero delicado de salud (morirá en 1952) y su hermano menor, Atilio Henry Giannini, médico que se había pasado desde hacía tiempo a la banca (moriría a los 68 años, en 1943).Atilio había seguido las inversiones en el cine, primero en Nueva York y, después, en Hollywood, financiando entre otras a la United Artists -de la que será elegido presidente en 1936- de David W. Griffith, Charlie Chaplin, Douglas Fairbanks y Mary Pickford y películas como El muchacho del mismo Chaplin, una locura de 365.000 euros en 1920.En 1937, le entregó a un Walt Disney desesperado un millón y medio de euros necesarios para terminar 'Blancanieves'. Ante la banca, será AP en persona el que insista para buscar nuevos fondos para Disney, que ya estaba endeudado en cuatro millones. Esto sucedía una vez que AP había encontrado, en el perfecto banquero neoyorquino Elisha Walker, educado en Yale y en el Mit, a su "bruja mala". Y había conseguido en el periodo del 31 al 32, galvanizado por la lucha, con la más épica batalla de la historia americana, salvar el imperio que Wall Street quería desmembrar y repartir. Después se lanzó a la batalla contra Henry Morgenthau, ministro del Tesoro de un Roosevelt al que Giannini era el único de los grandes banqueros que apoyaba. Pasó por encima de una larga y dura disputa con la Sec y, después, en el 49, con la Fed de Eccles. Y al final, Transamerica, con sus actividades no bancarias, y el Bank of America se vieron obligadas a divorciarse.Tras alternas y complejas vivencias, una larga crisis en los años 80 y, entre otras cosas, la venta, en 1986, de la controlada italiana creada en 1919 -la Banca de America y de Italia, ahora Deutsche Bank-, el imperio que Giannini había dejado con 5.100 millones de beneficios y 526 ventanillas en 300 ciudades americanas llegaba a comienzos del tercer milenio a contar con 4.200 ventanillas en 21 Estados americanos, una fuerte presencia internacional, convertido en el segundo banco de América y en uno de los más grandes y prestigiosos del mundo."Era un hombre más grande que la vida misma", decía su amigo, el director Frank Capra. El Jimmy Stewart de 'La vida maravillosa', historia de un banquero amigo de la gente sencilla, era en realidad la historia del mítico AP. En plena depresión, en 1932, AP había suscrito, con 6 millones de dólares, la cuarta parte del préstamo del entonces polémico Golden Gate Bridge, boicoteado por los demás bancos, y que sólo así pudo comenzar a construirse. "San Francisco lo necesita", había dicho.