barcelona. Viernes 3 de agosto. 20 horas. Vestíbulo principal en la estación ferroviaria de Sants, en Barcelona. La tarde parece tranquila, más allá del vaivén y ajetreo de turistas y barceloneses que se preparan para subirse al tren y dirigirse hacia los municipios de la costa para pasar en la playa el fin de semana... Hasta que un letrero luminoso, con letras en rojo, advierte de la incidencia que está ocasionando un tren parado en la vía que se disponía a entrar en Sants. Se avecinaba, entonces, el fantasma que ha merodeado por la red barcelonesa de Cercanías de Renfe el último año: retrasos y colapsos continuos que han dejado a muchos sin poder ir al trabajo por la mañana. "Esto es un escándalo, llevamos meses esperando con retrasos. ¿Es que nadie tiene vergüenza en Renfe? Me gustaría saber si ellos tienen la paciencia suficiente para soportar los colapsos, yo no sé por qué seguimos pagando el billete", comenta Ramiro Díaz, vecino de 64 años de Barcelona, que se dirigía a pasar el fin de semana al piso de su hija en Sitges. Deberá esperar tres horas para que se restablezca el servicio de tren. Las cifras del colapso del 3 de agosto se sumaron a la larga lista negra de Renfe en Barcelona: 24.000 pasajeros de un total de 90 trenes, 40 de Larga y Media Distancia, afectados por el caos del servicio de Cercanías de Renfe. 500 personas se quedaron atrapadas dos horas en un convoy averiado. Con la amenaza de la dimisión por las continuas incidencias en Barcelona, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se desplazó a la capital catalana para comprobar el ritmo de las obras del tren de alta velocidad (Ave) que debe llegar el 21 de diciembre de este año a la estación de Sants. Lo que no hizo la ministra es hablar con los usuarios que han padecido los retrasos de Cercanías. elEconomista sí lo ha hecho. La estación de Sants, reflejo de la transformación de la ciudad tras los Juegos Olímpicos de 1992, no es ningún volcán sin vida, ninguna catedral en ruinas... sino un lugar de paso donde ya es costumbre que miles de personas se queden atrapadas sin poder llegar a su destino a la hora. La ministra asegura que el problema viene de las obras del Ave que afectan a la red de Cercanías y que a partir del 15 de septiembre todo se solucionará..."Es una estación con muchos servicios, incluso un hotel en su interior y un McDonald's, pero falta información cuando ocurren incidencias. La verdad es que tengo la impresión de que nos hacen sufrir como si fuéramos animales de transporte, porque no nos previenen, seguimos pagando y soportando el tremendo calor. A mí me tocó aguantar 30 grados cuando se paró el convoy durante tres horas en la vía. Nos abandonaron y en el interior habían mujeres y niños. Menos mal que nos sacaron los bomberos...", señala Maite Vilarrodona, una estudiante de 27 años que quedó atrapada en el tren la tarde del viernes 3 de agosto. "No tienen respeto por los usuarios, a veces pienso que deberíamos pasar sin pagar y así nos respetarían", prosigue. La estación de Sants da la impresión de que se ha convertido en un híbrido de shopping center o un aeropuerto de tercera categoría, en el que a diario conviven aprendices de centros comerciales con miles de almas que vagan en su interior a la espera de algún tren que les ayude a huir. El 8 de agosto también fue una jornada negra: la lluvia paralizó los trenes en Barcelona y hacia Girona. "He llegado tarde a trabajar por cuarta vez en un mes. Nos invitan y nos reclaman que utilicemos el transporte público, pero prefiero sufrir los colapsos en mi coche y llegar a tiempo", comenta Sandra Velasco, que trabaja en el Hotel Claris. Pero este mes no sólo está siendo caótico en la estación de Sants. El 6 de agosto este redactor se acercó en tren a El Prat (por cierto el Cercanías de Renfe que realiza el trayecto desde la estación de Sants hacia el aeropuerto tuvo un retraso de 35 minutos) y pudo comprobar el caos que supuso el bloqueo de miles de maletas en las cintas transportadoras, por falta de espacio y personal, lo que provocó multitud de colas en los mostradores. El aeropuerto barcelonés, que espera inaugurar en 2008 la nueva Terminal Sur para ganar espacio, padece las consecuencias de la falta de personal en las empresas de handling que tramitan las maletas en los aviones. Y es que la demanda se ha comido la capacidad: El Prat transportaba 19 millones de pasajeros en el año 2000 y en 2006 a más de 30 millones con las mismas instalaciones. "No damos abasto, estamos cansados por las largas jornadas laborales y aquí falta gente para llevar maletas", comenta Ingrid, una joven de 28 años que trabaja para una compañía de handling que prefiere no citar. Instalaciones preparadas En opinión del director del aeropuerto de El Prat, Fernando Echegaray, "las instalaciones están preparadas para estos días de verano". Pero la realidad es bien distinta. "Dejad de facturar", se escuchaba gritar al personal en los mostradores paralizados durante 20 minutos para descongestionar el patio, la parte trasera de las terminales donde llegan las maletas facturadas antes de llegar al avión.Personal de handling que trabaja en el aeropuerto y en facturación denuncia que El Prat tiene numerosos problemas de saturación. Pese a la ampliación entre las terminales A y B, el número de mostradores sigue siendo insuficiente, sobre todo en la A, muy pequeña para atender a las aerolíneas extranjeras. "Cada día nos peleamos con otros para conseguir mostradores. Un día facturas aquí, el otro, allá", decía una empleada de Flightcare, que atiende a Easyjet y ha sido sancionada por Aena por retrasos. Otro empleado de Newco, que trabaja para Spanair y Lufthansa, acaba exhausto su turno. "No hay suficientes empleados, es de locos. A través de las empresas de trabajo temporal traen a 25 personas cuando hay trabajo para 100. Tampoco hay material, con cinco escaleras y siete aviones esperando en pista", lamenta.