Olkiluoto. El viñedo más al norte del mundo crece en la bahía de una pequeña isla finlandesa, con hileras de cepas de uvas tintas que regalan el placer de la vinificación. Un placer antiguo y, sin embargo, inédito por estas latitudes. "Evidentemente no será tan bueno como el vino italiano, pero a mi paladar le parece exquisito", asegura Jussi Salmela, gerente de TVO (una de las dos empresas atómicas finlandesas), con una gran carcajada. En otras latitudes nadie reiría en estas circunstancias. Y es que el vino más nórdico del mundo tiene un secreto confesable: la vecindad con dos centrales nucleares. "El generador que hace mover las turbinas dispone de un sistema de presurización que necesita enfriarse con agua que cogemos del mar helado y devolvemos, a una temperatura más elevada, a esta bahía", explica. La bahía, recalentada así, nunca se hiela, y permite que crezcan las cepas.Perdone, ¿pero el vino que se produce aquí no será un poco radioactivo?, le preguntan. Y Salmela vuelve a reír. "El agua no entra en contacto con la radioactividad. Y el vino es buenísimo". En la zona del Chianti se echarían las manos a la cabeza. Aquí, no. Será por costumbre o por confianza en la tecnología que cambió la economía del país, que en 15 años pasó de la industria de la madera a los teléfonos de Nokia, pero el hecho es que por estos lares no hay nadie que se asuste."¿Por qué vamos a tener miedo?""¿Por qué vamos a tener miedo? Son centrales absolutamente seguras", apunta tajante Eeva Simola, camarera de un restaurante de Rauma, a una decena de kilómetros de Olkiluoto, que es la isla del Golfo que separa Finlandia de Suecia y que, desde finales de los años 70, alberga una central nuclear. "El único peligro es que mis amigos se ríen de mí y dicen que voy a hacer el trabajo de Homer Simpson", bromea Ville Mäkinen, un treintañero musculoso que acaba de ser contratado para trabajar en la sala de control de Olkiluoto 3, la tercera central que se está construyendo en estos momentos en la homónima isla nuclear.Es una central a la que observan los ojos del mundo. Primero, porque es la única actualmente en construcción en Europa, precisamente ahora que el Viejo Continente está volviendo a pensar en la opción nuclear. Y en segundo lugar, porque es el primer modelo de reactor de agua presurizada construido por la francesa Areva y que, bautizado como European Pressurized Reactor o EPR, es la bandera continental en el renaciente mercado nuclear. Según publicó el diario francés Le Figaro, próximamente Areva podría firmar un contrato de 6.000 millones de euros para suministrar dos EPR a China, llave en mano.Quizás por eso, Mäkinen, contratado hace ya más de un año para aprender su nuevo oficio, es capaz de repetir de carrerilla las maravillas de la central nuclear en cuanto a la seguridad. "Me he decidido a trabajar en ella porque es un trabajo seguro. Y, además, es un trabajo para toda la vida", explica. Olkiluoto 3, el reactor que está construyendo un ejército de 1.700 hombres de 35 países diferentes y que cuenta con 1.600 suministradores, inyectará en la red eléctrica nacional 1.600 megavatios hasta 2070.Cuando a principios de los 80 entraron en funcionamiento los cuatro reactores del país (hay otros dos en Loviisa, al este de Helsinki, de la empresa semipública Fortum), el consenso de los finlandeses era más bien escaso: el 24 por ciento se declaraba favorable a lo nuclear y el 38 por ciento, abiertamente en contra. "Hoy, según el último sondeo de Gallup, el 50 por ciento de los ciudadanos es favorable, y sólo el 20 por ciento contrario", señala Käthe Sarparanta, de TVO.Dado que el año pasado 22.000 turistas visitaron estas dos centrales, será quizás una cuestión de imagen. Sin la torre de enfriamiento -casi un icono en el imaginario colectivo, que está omnipresente en el Springfield de Los Simpson-, las centrales de Olkiluoto ni siquiera parecerían dos centrales nucleares. Parecen dos fábricas normales, pero que ni siquiera hacen ruido y que, además, están inmersas en un mar de abedules y a orillas del auténtico mar.