Hace unos meses volví a ponerme en contacto con un amigo con el que hacía tiempo que no charlaba. En nuestra conversación me estuvo contando que estaba participando en la creación de un programa llamado Amigo Paralímpico, auspiciado por el ministerio de Trabajo y por el Instituto de la Empresa Familiar. Pocos días después me mandó, ilusionado, un folleto con los detalles de la iniciativa. Apenas se necesitaban 12.000 euros al año para poder apadrinar a uno de esos deportistas que seguramente no ocuparán portadas en los periódicos. Tiempo después me confesó que estaba resultando una tarea muy difícil, sobre todo en Cataluña y Madrid, y me comentó la importante labor que estaba realizando el Grupo Siro, aunque las empresas piensan que tienen dificultades para "rentabilizar" este patrocinio. Quizás tengan razón. Hagan una prueba. ¿Les suenan los nombres del ciclista Roberto Alcaide, o la nadadora Amaya Alonso? Seguramente no. Les reconoceré que a mí tampoco me sonaban hasta hace unos días y les confieso que nunca los he visto competir, pero me he quedado de piedra al ver la enorme lista de trofeos que han ganado cada uno cuando me la remitió mi amigo.Para mayor sorpresa, el pasado mes de julio por circunstancias de la vida me vi en el Campeonato Mundial de esgrima paralímpico. En un gran salón me encontré con un verdadero espectáculo de destreza y rapidez. Todo un festival para los sentidos. Gracias al atento recibimiento que nos prestó Gema Hasen-Bay -una de las atletas- pudimos descubrir algunos de los secretos de este deporte y escuchar algunos de sus sueños y lamentos.Las quejas no son difíciles de imaginar. Les falta apoyo económico por parte de las Administraciones Públicas para poder centrarse en mayor medida en su deporte. A las puertas de los próximos Juegos Olímpicos, el sueño de llevarse una medalla resulta algo más difícil si tienes una discapacidad. Es hora de darle una vuelta. Y, por cierto, no me importaría lo más mínimo ver algún día en la programación de La 2 un campeonato paralímpico.