Los textos legislativos rozaron los 600 votos a favor y no llegaron a 50 en contrabruselas. El pleno del Parlamento Europeo aprobó ayer con una mayoría abrumadora la reforma de la supervisión financiera pactada con los 27 Gobiernos de la UE. La reforma se declina en seis documentos y cada uno de ellos obtuvo, en sus respectivas votaciones sucesivas, cerca de 600 votos a favor, menos de 50 en contra, y medio centenar de abstenciones. La nueva arquitectura europea para reforzar los controles y la reglamentación de las finanzas estará operativa desde el 1 de enero de 2011. Superada la negociación legislativa, llega el momento de la verdad. En pleno contexto de crisis presupuestaria y recortes del gasto público en el Viejo Continente, habrá que dotar a la reforma recién nacida y a sus nuevos organismos de medios humanos y materiales a la altura de las ambiciones proclamadas. Lo cierto es que aunque menos que en los periodos de vacas gordas, en las actuales vacas flacas las arcas de la UE que gestionan los eurócratas de Bruselas siguen aumentando, ajenas a los tijeretazos. Los 4 euro supervisores La supervisión sobre el terreno seguirá siendo responsabilidad de las autoridades de cada país. Pero se refuerzan los tres órganos hasta ahora meramente consultivos en los que intentaban coordinarse los reguladores y supervisores nacionales de, respectivamente, banca, seguros y mercados de valores. Estos tres organismos adquieren poder para establecer estándares técnicos que armonicen la variopinta aplicación de la legislación comunitaria en materia de finanzas. Lo que -además de reforzar la solidez del sistema- debería garantizar que todos los grupos financieros que operan en la UE compitan entre sí sometidos a las mismas reglas. También podrán mediar en los conflictos entre los supervisores nacionales que, con criterios encontrados, controlen en sus diferentes países un mismo grupo financiero. Y, por ejemplo, si se constata que un banco no respeta la normativa comunitaria y que el supervisor nacional competente no toma medidas, podrán imponer directamente su decisión a la entidad. En situaciones de emergencia, podrán prohibir temporalmente productos tóxicos o especulaciones como las ventas a descubierto. La nueva arquitectura también incluye un nuevo organismo, el cuarto que completa la reforma. Este organismo estará pilotado por los banqueros centrales, y su misión será detectar riesgos sistémicos y dar la alarma si se aproxima una nueva crisis financiera.