La aparición de nuevos pretendientes dispara el precio de sus acciones y complica la operación a la minera australiana londres. BHP Billinton ve nubarrones en forma de bucle en su tentativa de hacerse con Potash. Los problemas surgidos ante la opa hostil de 39.000 millones de dólares (unos 32.000 millones de euro0s) agitan el fracaso de la finalmente fallida operación para hacerse con Rio Tinto hace dos años. La misma que los principales inversores recordarán al consejero delegado esta semana, cuando expresen sus reticencias a pujar por el mayor fabricante mundial de fertilizantes. Además, para complicar aún más el escenario, la aparición de contraofertas, confirmadas por Potash, han disparado el precio de los títulos, que superan ya ampliamente los 130 dólares (103 euros) que la empresa canadiense rechazó por considerar que infravaloraba el valor de la compañía. Esta misma semana, la cúpula de BHP tendrá que emplear su poder de persuasión para convencer a sus accionistas del interés de hacerse con Potash. Sin embargo, las reuniones previstas en Londres y Escocia se celebrarán en un ambiente de abierto escepticismo por parte de inversores que se preguntan dónde ha quedado la apuesta por el crecimiento orgánico. La aún no oficial, pero sí declarada, guerra de contraofertas es el primer motivo de preocupación de los accionistas, que cuestionan también la conveniencia de apostar por un mercado cuya oportunidad está todavía por probarse. Una jornada clave será la de mañana miércoles, cuando BHP presentará unos resultados anuales cuyo beneficio se estima en 18.600 millones de dólares (14.600 millones de euros). En consecuencia, el consejero delegado deberá esforzarse por vender los méritos de un movimiento cuya gestión ha provocado que las acciones se disparen y, con ello, las especulaciones sobre contraofertas. Por el momento, los principales ecos proceden de China, donde dos empresas estatales, entre las que figura Sinochem, han mostrado ya su interés. Potash podría ser favorable a esta opción, que en todo caso tiene ante sí un problema: los riesgos que asumiría Pekín al exponerse a una negativa de Canadá a la operación por motivos básicamente proteccionistas.