Roma. La gasista rusa Gazprom y la petrolera italiana Eni han firmado un acuerdo para construir juntos un gaseoducto valorado en 10.000 millones de dólares que transportará el gas ruso hacia Europa. De esta forma, los italianos ganan acceso a las reservas energéticas rusas mientras otras compañías occidentales encuentran grandes dificultades para continuar invirtiendo allí. No hace ni una semana desde que British Petroleum tuviera que ceder el control de un yacimiento a Gazprom ante la presión del Kremlin, que amenazaba con anular la licencia de la compañía. Con este contrato, los rusos intentan entrar en la comercialización minorista del gas, y no sólo distribuirlo hacia el Viejo Continente. Así, el proyecto reabre la polémica sobre la elevada dependencia energética de la UE respecto a Rusia. Con el respaldo tanto del Gobierno ruso como del italiano, Gazprom y Eni -que ya habían firmado una alianza estratégica en noviembre- acordaron durante el fin de semana dar comienzo a un estudio de viabilidad para el proyecto, denominado "South Stream". Dicho estudio tendrá una duración de año y medio. Se espera que el gaseoducto, de llevarse a cabo su construcción, estaría concluido en tres años y tendría unos 3.200 kilómetros de longitud. Comenzaría su recorrido en el sur de Rusia, recorrería 900 kilómetros por debajo del Mar Negro hasta llegar a Bulgaria, desde donde podría tomar dos rutas: la primera, de 1.000 kilómetros, hasta Grecia, desde donde el gas sería transportado a Italia. Y la segunda, de 1.300 kilómetros hacia centroeuropa. La propuesta se integra dentro de la estrategia de Gazprom de construir gaseoductos que le permitan vender gas a Europa evitando el paso por ciertos países.