El padre de los microcréditos y la multinacional francesa han creado una 'joint venture' que vende yogures de bajo costeparís. Franck Riboud no es un benefactor, es un empresario con profundo sentido de la responsabilidad social, que ocupa la presidencia de Danone desde 1996. Su última gran apuesta ha sido la alianza con el la Grameen Bank del Nobel de la Paz Mu-hammad Yunus, y el año pasado abrió la primera fábrica del mundo de yogures low-cost, vendidos por el equivalente a cinco céntimos de euro.Para explicar su historia, Riboud comienza a desvelar los misterios de la pirámide de rentas, una figura simbólica dividida en cuatro fases (A, B, C y D), en las que la primera letra corresponde a los ingresos más altos. "Cada vez que voy a los países emergentes, los empleados de Danone me enseñan esta pirámide y, poco a poco, me voy dando cuenta de que el modelo económico clásico -italiano, francés, europeo o americano- no funciona. ¿Por qué? Porque sólo se adapta a las franjas más altas, a la A y a la B. Analicemos, por ejemplo, el caso de Indonesia, donde estas dos categorías, que representan el 10-15 por ciento de la población, reúnen a 30 millones de perso- nas. No esta mal como mercado, podemos pensar. Pero hay otra forma de mirar a esta pirámide: verla desde la parte más baja. Y por eso me pregunté: ¿por qué no voy a hacer negocio en Indonesia con los otros 220 millones, dado que, además, la misión de Danone es difundir una alimentación sana entre el mayor número de personas?"Y Riboud puso en marcha, hace ahora siete u ocho años, una nueva estrategia de accesibilidad, con la que la multinacional francesa intenta conquistar mercados incluso más pobres vendiendo sus productos a unos cuantos céntimos de euro.Es el momento de las Danone Ladies, las mujeres de Suráfrica que venden puerta a puerta los yogures a 10 céntimos de euro. Pero eso no basta, piensa Riboud, que quiere llegar a la enorme base de la pirámide. Es aquí donde entra en juego Yunus. El presidente de Danone se reunió con él y le habló de la pirámide, de las Danone Ladies y de la estrategia de accesibilidad. Y él le explicó el Grameen Bank, el microcrédito y las Grameen Ladies (las mujeres de Bangladesh que se lanzaron a actividades económicas gracias a préstamos del banco de Yunus). "Él me explicó que en su banco ahorran mucho porque no hay gasto de papeleo ni de documentos (el acuerdo para conseguir un préstamo se firma con un apretón de manos). Entonces me puse en pie y le estreché la mano. Él me miró extrañado y preguntó: '¿Por qué?'. No lo sé, respondí, quizás porque hemos llegado a un acuerdo", cuenta Riboud. Y así nace la joint venture Grameen-Danone.En noviembre de 2006, Yunus, Riboud y Zidane aterrizan en Bangladesh. Van a a inaugurar la primera fábrica de yogures a cinco céntimos de euro, cuya construcción le costó a Danone 600.000 euros. Yunus tiene miedo de que Riboud no haya entendido bien su filosofía mercantil y subraya, una y otra vez, que en esta joint venture no se buscará el máximo beneficio. El dueño de la multinacional asegura que está de acuerdo, que no está allí para hacer dinero, pero dice que tampoco está para perderlo y acuerda con Yunus que los beneficios producidos por la fábrica low-cost sean reinvertidos en actividades sociales. Por ejemplo, en otras fábricas como ésa.Por ahora, este primer paso debería crear 1.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Normalmente, la construcción de una unidad productiva con los estándares de Danone cuesta varios millones de euros, pero la de Bogra, en Bangladesh, implicó un difícil ejercicio de adaptación.Riboud afirma que su empresa ha conseguido elaborar un yogur que, durante tres días, mantiene inalteradas sus propiedades nutricionales (el equivalente al 30 por ciento de las necesidades diarias de un niño bangladeshí) y que, pasados los tres días, no presenta riesgos desde el punto de vista bacteriológico. "Si el modelo funciona -dice-, hay 3.000 millones de personas que viven con menos de dos euros al día y podemos hacer negocio con ellas. Porque de eso se trata. No hay nada menos duradero que la caridad, contra la que no tengo nada, pero que sólo se basa en saciar los deseos de las personas. En cambio, si se crea un modelo de negocio éste se autoalimenta y, si este modelo es bueno, se torna duradero y sostenible por definición".Segunda faseHay una segunda fase en la colaboración Yunus-Riboud que comenzará a finales de este mes y que consiste en la lógica evolución de la aventura de Bangladesh. Tras la aprobación de la asamblea general de los accionistas de Danone a finales de abril (fue la moción que mayor porcentaje de respaldo obtuvo, con un 99,5 por ciento), se va a lanzar un fondo, llamado Danone Communities, que invertirá precisamente en actividades sociales y servirá de multiplicador de financiación para otras fábricas de yogur, unas 50 en total, previstas en Bangladesh.Presidido por Riboud y con Yunus como vicepresidente, este fondo tendrá estatuto de sicav (sociedad de inversión de capital variable) y proporcionará a sus inversores beneficios de entre el 3 y el 4 por ciento. En la iniciativa, en forma de dividendo social, pueden participar también los empleados de la multinacional."Hoy -sostiene Riboud-, no se puede gestionar una empresa, sobre todo de bienes de consumo, diciéndoles sencillamente a los empleados que este año hay que conseguir un 15 por ciento más. Todas las empresas que recurren sólo al negocio y a las stock options se equivocan. Hay que proporcio- narle a la gente un estímulo concreto. Por eso, les propusimos a nuestros trabajadores de la sede central y del centro de investigación que inviertan parte de sus bonus en el nuevo fondo. La adhesión a la idea ha sido bastante amplia, de un 35 por ciento, y cada vez que hablamos de Danone Communities les brillan los ojos".