Las participaciones financieras, créditos fiscales diferidos y minoritarios seguirán en 'core capital'Se amplían los activos que se consideran líquidos y se evita así compras masivas de deuda pública madrid. Las quejas de la banca internacional y doméstica no han caído en saco roto. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha relajado el criterio de algunas de las normas contables que deberá adoptar el sector en los próximos años y que les obligaba a eliminar algunos instrumentos de su capital y a implantar ratios de liquidez a partir de 2012. Así, si en la anterior propuesta del Comité el core capital, el ratio de solvencia de máxima categoría, se veía reducido a reservas y capital, ahora reconsidera esta modificación y permite que los intereses minoritarios, el capital de algunas participaciones financieras y los créditos fiscales diferidos sigan computando en este ratio (ahora llamado common equity), si bien con limitaciones. En el caso de los créditos fiscales diferidos, por ejemplo, y según el informe que recoge el acuerdo alcanzado en el seno del Comité, se podrán computar hasta alcanzar un máximo del 10 por ciento del common equity. La banca, en las alegaciones a las propuestas iniciales de la institución bancaria internacional, se había quejado de que se suprimirían del capital estos instrumentos, y de que se tratara de igual manera a los malos y a los buenos. Los segundos son los que se generan con la constitución de fondos de prejubilaciones y provisiones genérica y no obligan a pagar impuestos hasta que no se utilizan. También habían solicitado que no se penalizara tanto la tenencia de participaciones financieras mayores del 10 por ciento, pero menores a una participación de control. Antes, postura que ahora es enmendada, restaba recursos del capital en la misma línea donde se imputan en la participada, lo que elevaba el coste de estos paquetes accionariales, ya que al invertir en otro banco le restaba recursos en todas sus ratios de solvencia, algo que ahora se ha flexibilizado. Lo que aún no ha concretado el Comité es en cuanto elevará los ratios de solvencia desde los requerimientos actuales, si bien, el alivio de los bancos se justifica porque al no tener que eliminar de un plumazo todo lo que aportan al core capital los instrumentos distintos al capital y reservas, la necesidad de buscar recursos adicionales que cubran las nuevas exigencias será menor. Si en capital los criterios se han atendido parcialmente, también lo ha sido, y en mayor medida, en lo referente a la liquidez. Las entidades financieras ya esperaban que en este apartado hubiera más modificaciones desde las propuestas iniciales, ya que Basilea es la primera vez que intenta regularlas y, por tanto, en más dificil también su calibración. Para empezar, acepta el reproche de que 2012 era muy pronto para pensar en implantar estos nuevos ratios y prolonga el periodo transitorio hasta el 1 de enero de 2018. Pero no se trata sólo de dar más tiempo a los bancos para que se adapten. Si en la anterior propuesta, la de establecer un colchón de liquidez para sobrevivir un mes con los mercados absolutamente cerrados, sólo se consideraba activos susceptibles de convertirse en liquidez de forma inmediata a la deuda soberana, ahora también se admiten otros activos, como bonos de empresa dentro de esta categoría. La banca había argumentado, y por lo visto Basilea le ha dado la razón, que si sólo se consideraba a la deuda pública digna de esta categoría, se verían forzados a realizar compras masivas, lo que podría tener los efectos, entre otros, de que se alteraba el precio de la misma con una subida artificial y se disminuyera la diversificación. Pero donde la banca española puede estar especialmente satisfecha es con el ratio a largo plazo de liquidez, ya que ahora se suaviza uno de los criterios que más penalizaba el modelo minorista de negocio, precisamente el de España. El Comité de Basilea antes consideraba que un 85 por ciento del crédito concedido por una entidad era a largo plazo, por lo que consideraba que en ese porcentaje se debía financiar a largo plazo. El problema es que en el negocio minorista el porcentaje de préstamos concedidos a corto plazo es mucho mayor que el estimado por el Comité, ya que los créditos a pymes y consumo, por ejemplo, superan esta cifra. Con la relajación de esta medida, se evita que se deba captar financiación a largo plazo para cubrir la concesión de créditos a largo plazo. Por otro lado, también baja la exigencia en cuanto al ratio de apalancamiento (la relación entre el Tier I y los activos totales) y lo sitúa ahora en el 3 por ciento. La fijación definitiva de las nuevas normas financieras tiene aún un largo camino de consultas y negociaciones. Se espera que se apruebe en el G-20 de noviembre.