Compiten por construir la nueva terminal, valorada en 35,5 millonesmadrid. El rocoso Peñón de Gibraltar también es objeto de deseo de las grandes constructoras españolas, que han visto en las obras de ampliación de su aeropuerto otra oportunidad de hacer negocio. FCC y Ferrovial Agromán han confirmado a elEconomista que están pujando por hacerse con el contrato de obras de la nueva terminal, que permitirá incrementar los vuelos con la colonia británica. Acciona y Brues y Fernández también habrían presentado ofertas, según los medios de la zona.Fue el pasado mes de mayo cuando el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, anunció que las obras de la nueva terminal iban a comenzar en breve, con el objetivo de poder comenzar las obras el próximo octubre y terminarlas a finales de 2008.El despegue de la nueva terminal cuenta con un presupuesto superior a 24 millones de libras (35,5 millones de euros), que contempla también la construcción de túneles que ayudarán a reducir los problemas de tráfico que se generan en el Peñón cuando despegan o aterrizan aviones. Una difícil operativa que conlleva la interrupción del tráfico rodado.El ambicioso proyecto, teniendo en cuenta las dimensiones de esta pequeña colonia británica, ha reservado una superficie de 20.000 metros cuadrados para la nueva superficie, frente a los 5.000 metros cuadrados que posee actualmente el aeropuerto. En ellos se construirán también dos aparcamientos, con capacidad para 220 plazas.El pasado mayo, cuando Caruana anunció el proyecto de esta infraestructura, también reconoció estar interesado en construir una carretera que bordee el Peñón y un aparcamiento cercano al litoral, con capacidad para 500 plazas.Los planes del gobierno gibraltareños pasan por una nueva terminal de dos plantas con estructura de cristal. En el primer piso estarán las oficinas, los dispositivos de seguridad y servicios como las cafeterías. La planta baja será la puerta de entrada de pasajeros y el punto de facturación del equipaje.Mercado crecienteEl crecimiento del tráfico aéreo ha llevado a los grandes grupos de infraestructuras a girar sus ojos hacia este negocio. Un mercado donde ya estaban presentes con los negocios de construcción, pero que poco a poco a ido abriendo su abanico de oportunidades para estas compañías.Primero fijaron su objetivo en los servicios aeroportuarios en tierra (conocidos como handling en la jerga del sector), la gestión de salas vips o la concesión de los aparcamientos. Pero ahora lo quieren todo: ser los dueños del aeródromo.Un ambicioso objetivo que ha encontrado un gran aliado en la falta de infraestructuras aeroportuarias para hacer frente al fuerte incremento del tráfico aéreo en los próximos años. Esta carencia está llevando a ampliar los aeródromos actuales con nuevas terminales, como la madrileña T4; y a construir nuevos aeropuertos controlados y gestionados por capital privado. Este es el caso, por ejemplo, del nuevo aeródromo de Murcia, que fue adjudicado a un consorcio encabezado por Sacyr hace dos meses y cuyo objetivo es competir con Valencia por número de pasajeros.