El grupo arrasa en la junta de PT con el 74% de los votos, incluido el apoyo del Banco Espirito SantoLa compañía española concede 15 días a la lusa para que acepte la propuesta por la brasileñamadrid. Telefónica espera que la cordura, la legalidad y el interés legítimo de los accionistas prevalezcan sobre las medidas públicas proteccionistas, todas ellas condenadas a erradicarse en los países más desarrollados del mundo. Con semejantes argumentos, la compañía que preside César Alierta prevé acudir a los tribunales para hacer valer su última oferta por Vivo. De esta forma, Telefónica confía en que el resultado de la votación de la junta de Portugal Telecom (PT) sea soberana, justo antes de que el Gobierno luso lo vetara de forma unilateral. El grupo español también concedió ayer un plazo de 15 días, hasta el 16 de julio, para que la compañía lusa acepte la propuesta aprobada por la junta. La ofensiva final de Telefónica por el operador de móviles brasileño fue respaldada ayer en las urnas por las tres cuartas partes de los accionistas de PT. Sin embargo, el Gobierno luso se puso en evidencia al impedir la venta por gracia de la denominada acción de oro, un privilegio público -denostado por la comunidad internacional- por el que los estados aún pueden imponer su voluntad sobre ciertas empresas. Lo que ocurrió ayer en la junta de accionistas de PT se puede interpretar en términos futbolísticos de forma especialmente oportuna en estos días. Viene a ser como si la FIFA decidiera que la Selección Portuguesa se clasificara para la siguiente ronda del Mundial tras perder por goleada su eliminatoria frente al combinado español. Salvando las distancias, Telefónica sufrió algo parecido ayer en Lisboa. Maniobra ilegal en una semana El Gobierno portugués impuso ayer su voluntad en PT con una maniobra que será reprobada en apenas una semana. Telefónica también considera que la golden share "es ilegal, al vulnerar, además del Derecho Portugués, el Derecho Comunitario". Sorprendiendo a propios y extraños, el ejecutivo que lidera José Sócrates aplicó la acción de oro para impedir que Telefónica adquiriera el 30 por ciento del capital que PT atesora en Brasilcel, sociedad que controla Vivo. Poco importó que el 74 por ciento del capital representado secundara en la junta la oferta mejorada por Telefónica en las horas previas a la junta, por valor de 7.150 millones. El Ejecutivo portugués hizo caso omiso del resultado de las urnas al imponer unos derechos especiales que el Tribunal Europeo de Justicia erradicará el próximo 8 de julio. Incluso el propio presidente de PT, Henrique Granadeiro afeó el comportamiento del Gobierno portugués al reconocer que la golden share no se debería aplicar. Por su parte, el presidente de la Junta, Antònio Menezes, juzgó lo contrario. Para curarse en salud, Menezes apuntó que había tomado todas las precauciones para garantizar la validez jurídica del veto, tras consultar a seis juristas. Sócrates no tuvo reparos en reconocer que la "acción de oro sirve para ser utilizada ", argumentó. Los hechos se precipitaron poco antes de medianoche del pasado martes. Mientras las selecciones de España y Portugal dirimían su pase a cuartos de final, Telefónica activaba su Plan B, preparado desde que conoció la fecha de la junta en la que se decidiría la suerte en Vivo. Dicha ofensiva consistía en incrementar su oferta anterior en 650 millones, hasta alcanzar los 7.150 millones. Dicha mejora representaba un aumento del 25 por ciento sobre los 5.700 millones iniciales. Con esa maniobra, el grupo español confiaba en desnivelar a su favor una votación en la junta de PT que hasta entonces se presumía imposible. Los estrategas de Telefónica eran conscientes de que cualquier mejora en el precio debería producirse justo en la víspera, para así dificultar el consiguiente regateo. Ese escenario ganó fuerza cuando el regulador de los mercados lusos, la CVMV, impidió a los accionistas extranjeros hacer valer el 8 por ciento que había adquirido a través de los contratos de derivados de equity swap de Telefónica. Con todo en contra, la española no tenía más remedio que tirar de chequera, siempre sin comprometer los compromisos de deuda sobre ebitda. Los cálculos de Telefónica fueron precisos. Con más dinero sobre la mesa, los accionistas reconsideraron la situación, hasta el punto de que inversores fieles a la dirección de PT, como el Banco Espirito Santo, cambiaron de opinión ante las primas del 200 por ciento. Ahora Telefónica prevé litigar en Bruselas y rescatar su oferta por Vivo.