El máximo ejecutivo de la caja anunciará su dimisión en el Consejo de Administración de mañana barcelona/madrid. "La Caixa necesita conocer su futuro a medio plazo, no es bueno vivir con dudas sobre la continuidad de un proyecto de esta envergadura". Esta es la inquietud que hace unos meses expresaba un alto directivo de la entidad y que seguro que tanto el presidente de la caja, Ricard Fornesa, como el director general, Isidre Fainé, conocían. Por eso hace algunas semanas ambos decidieron poner en marcha el proceso de sucesión al frente de la primera caja española.En el horizonte ya se veían las elecciones municipales y después, independientemente del resultado, se produciría un momento de tranquilidad política idóneo para anunciar el relevo. Fornesa y Fainé acordaron la sucesión: el director general asumía la presidencia de La Caixa y el presidente la presidencia de CaixaHolding, una corporación industrial y financiera que le garantiza el protagonismo en la vida económica española sin limitaciones legales de edad y hasta esa mala salud de hierro de la que hace gala se lo permita.Apoyo de la GeneralitatUna vez pactada la sucesión dentro de la caja, Fainé se encargó de buscar el apoyo político del presidente de la Generalitat, José Montilla. Ambos se reunieron en el domicilio de Fainé en Barcelona. Allí, Montilla se dejó convencer con cierta facilidad. El director general abogaba por la continuidad de un proyecto independiente que siempre ha sido muy atractivo para los políticos catalanes.Por un lado, los fieles a Pasqual Maragall en el PSC estaban tomando posiciones para que Jordi Mercader, presidente de Aguas de Barcelona y vicepresidente de La Caixa, fuese el elegido para suceder a Fornesa en el año 2009, cuando la ley obligaba a jubilarse al actual presidente. Esa opción no interesaba ni a Fainé, que veía truncada su aspiración de ser presidente, ni a Montilla, que veía que la parte que menos controla del PSC tomaba una porción muy importante de poder en Cataluña.Sin embargo, ese no fue el único argumento para convencer a Montilla. La posible victoria del PP de Mariano Rajoy en las próximas elecciones generales era otra amenaza para el presidente de la Generalitat. El líder del PP catalán, Josep Piqué, siempre ha sido candidato a presidir La Caixa y esta opción podría volver a cobrar fuerza en caso de un acuerdo entre PP y CiU para gobernar en Madrid.Con el consenso en el bolsillo, Fornesa y Fainé se reunieron con Montilla y su consejero de Economía, Antoni Castells, y cerraron el acuerdo. Según fuentes de CiU, a ellos, el principal partido de la oposición, no se les consultó nada y esa "se la guardan al PSC".Enel encuentro a cuatro se acordó el momento para hacer pública la sucesión: la asamblea de La Caixa del día 7 de junio, diez días después de las municipales y días antes de que se cierren los acuerdos por los ayuntamientos. Un auténtico momento dulce tanto para la Generalitat como para La Caixa, ya alejada de las tormentas de fusiones entre Gas Natural y Endesa o de Abertis con Autostrade.Este plan de sucesión, sin embargo, se desveló en la noche del lunes, por lo que La Caixa tuvo que confirmar ayer lo que ya venía siendo un insistente rumor desde hace unos meses: el relevo en la presidencia de la caja catalana.La dimisión de Fornesa se presentará oficialmente en el Consejo de Administración previo a la Asamblea de mañana. En esa reunión, según anunció la entidad de ahorros, también se propondrá el nombramiento de Fainé para ocupar su puesto. El consejo dará luz verde a una tercera propuesta, y es que Fornesa siga como presidente de CaixaHolding, el proyecto estrella de la entidad que une la estrategia financiera con la industrial. El control de la cartera industrial, que se convertirá en un hólding cotizado a finales de año, siempre fue llevado por hombres claves en el organigrama de La Caixa. El predecesor de Fornesa en este cargo fue Antoni Brufau, que sólo lo abandonó para ocupar la presidencia de la compañía petrolífera Repsol YPF.