El banco remodeló su ejecutiva después de que se conocieran los hechos paris. Mientras se juzga el "fraude Kerviel", como les gusta llamarlo en Société Générale, el banco presentará en una semana su plan estratégico, bautizado Ambición 2015. Es una manera de marcar su voluntad de pasar página y concentrarse en el futuro. De los cinco miembros del estado mayor de Société Générale presentes el 24 de enero de 2008 en el anuncio de las pérdidas monumentales de 4.900 millones de euros, sólo uno sigue al mando: Frédéric Oudéa. El ex director financiero del grupo bancario tomó las riendas operativas cuatro meses después del inicio del caso Kerviel. El escándalo ha sido mortal para el resto de la guardia próxima a Daniel Bouton. Nada más dimitir de la presidencia, hace un año, su número dos, Philippe Citerne se acogió a su derecho de jubilación. Didier Alix otro de los pilares del grupo, siguió su ejemplo a principios de este año. Pero fue la salida, en agosto de 2009, de Jean-Pierre Mustier, lo que marcó verdaderamente el final de una época en Société Générale. Frédéric Oudéa ha roto definitivamente con la tradición de promover a banqueros de la casa y se fue a buscar a dos de sus tres directores generales delegados fuera del grupo. Séverin Cabannes dirigía el grupo Steria, mientras que Bernardo Sánchez Incera era el jefe de Monoprix en Francia. Control de riesgos reforzado El banco de la Défense ha asignado 150 millones de euros y movilizado a 200 personas durante 18 meses en el programa Fighting back. El objetivo es prevenir cualquier nuevo riesgo de fraude. El grupo bancario se ha provisto, sin duda, de los medios técnicos necesarios para prevenir o detectar cualquier operación ficticia. La supervisión de las actividades del front-office, de las que formaba parte Jérôme Kerviel, y las condiciones de acceso a los sistemas de información también se han visto reforzadas, mientras que las funciones del front y back office se han definido con más claridad para evitar una porosidad excesiva entre ellas. El BFI, que constituía una ciudadela intocable, debía enmarcarse a favor de una reforma en su dirección de recursos humanos. En paralelo, el grupo bancario decidió reequilibrar las actividades de su banca de inversiones en beneficio de las actividades de asesoramiento, menos arriesgadas. Según un administrador de la compañía "el ánimo de los equipos ha cambiado por completo, son más sensibles al riesgo de fraude". Cultura corporativa suspensa La cultura del rendimiento no ha desaparecido del todo en el seno de la entidad. "El núcleo del consejo de administración del banco no ha cambiado y Frédéric Oudéa sigue gestionando la empresa según una lógica de resultados financieros y satisfacción del accionariado", puntualiza Patrick Delicourt, administrador de Société Générale. Alain Tréviglio, delegado sindical de CFDT, puntualizaba que "con los errores del pasado y la necesidad de resultados, en un entorno degradado, la única variable son los costes. La dirección ha suprimido cientos de empleos mientras que la jerarquía intermedia aumenta los objetivos". Sus 160.000 empleados se sienten traicionados. Su solidaridad, histórica con la dirección, les deja un sabor amargo. Esa ruptura es la verdadera revolución inducida por el proceso Kerviel.