La firma reduce sus establecimientos, pero mantiene cuatro en la capital catalana barcelona. Samblancat es una de las poquísimas marcas de ropa nacidas en Barcelona que ha aguantado la presión de los grandes del sector. Zara, Mango, H&M, Sfera o Promod han acabado con las empresas locales una tras otra. La firma, propiedad de la familia catalana del mismo nombre, ha logrado hacerse un hueco en el mercado de la ropa vaquera.Sin marketing, sin publicidad y sólo con el boca a boca que multiplica Internet, la empresa ha conseguido mantenerse pese a la globalización. El público femenino catalán ha impulsado las ventas de Samblancat gracias a la fama lograda por sus vaqueros: sientan muy bien a cualquier tipo de mujer. Según el director de la empresa, Josep Samblancat, el secreto de que sienten tan bien es "confeccionar nuestras prendas aquí, controlando muy minuciosamente los acabados y elaborar nuestros diseños con el tejido vaquero (denim) de mayor calidad".La diferencia es que confeccionar los vaqueros de Samblancat en Barcelona cuesta 20 euros, frente a los ocho que costaría coserlos en China. "Es más caro pero tiene dos ventajas: en quince días podemos reponer la mercancía vendida y, la segunda es moral, yo tengo la seguridad de que mis prendas no las cosen ni niños, ni gente explotada". Eso repercute en el margen, pero "con precios asequibles conseguimos más clientas y más ventas".Sin embargo, el modelo de negocio ha empezado a flaquear. En 2004, el grupo cerró con unas ventas de 2,8 millones de euros. El rápido crecimiento de la facturación llevó a Samblancat a contar hasta con 13 tiendas en Barcelona, poblaciones cercanas a la capital catala, Girona e incluso Madrid. La empresa tambien diversificó: empezó a hacer colecciones para niñas que querían vestir como sus madres y se adentró en el mundo de las camisetas y los complementos. La empresa llegó a dar trabajo a 60 personas directamente en las tiendas y a unas 250 en los talleres de confección.El crecimiento no trajo la rentabilidad esperada y en 2005 las ventas cayeron a 1,9 millones de euros, lo que truncó los planes de Samblancat de implantarse en Bilbao y Valencia. A lo largo de 2006, la empresa cerró algunas tiendas y a finales del año pasado abandonó Madrid, uno de los mercados en los que la compañía tenía puestas muchas esperanzas. "Ahora nos hemos concentrado en las cuatro tiendas que siempre hemos tenido en Barcelona", explica Josep Samblancat.Hoy la compañía, no tiene claro su futuro. A finales de 2006, la familia Samblancat perdió en un accidente a uno de sus miembros. "Mi hermana se estaba preparando para ayudarme en el crecimiento de la marca, había trabajado en Inditex para aprender el negocio", explica el director. Ni él ni su padre, Josep Samblancat, saben de donde van a sacar la fuerzas para sacar adelante un negocio que nació en 1920 en el corazón de Barcelona.