Una nueva ley equipara el nivel impositivo para inversores nacionales y foráneosshanghai. Se acabó la fiesta. Tras haber sido tratadas durante dos décadas con guante blanco por parte del erario público chino, desde 1 de enero de 2008 las empresas extranjeras dejarán de gozar de un régimen fiscal preferente. Nada de cuotas reducidas, nada de vacaciones fiscales para las nuevas implantaciones y nada de descuentos para las que se instalan en las zonas económicas especiales.Esperada desde hace tiempo (y temida por todos), la gran reforma fiscal fue aprobada el pasado 16 de marzo por la Asamblea Nacional del Pueblo. El objetivo técnico del procedimiento es claro: armonizar la disciplina tributaria de tal forma que las empresas extranjeras y las chinas paguen los mismos impuestos. Así, las rentas de todas las compañías que operan en el país de la Gran Muralla estarán sujetas a una cuota única del 25 por ciento, independientemente de que sean empresas extranjeras o domésticas.Para gran parte de las primeras, la diferencia con la situación actual es notable: ahora, las empresas extranjeras pagan un impuesto variable de entre el 10 y el 24 por ciento según su localización, ya que, en la actualidad hay zonas económicas especiales que ofrecen tratamientos fiscales muy favorables a los inversores extranjeros.Cuando entre en vigor la reforma, el Gobierno de Pekín les concederá un plazo de cinco años para que se vayan adecuando progresivamente al nuevo régimen fiscal: por ejemplo, una empresa extranjera que hoy paga una cuota rebajada del 15 por ciento verá aumentar esta última un 2 por ciento anual durante el próximo lustro, hasta alcanzar la cuota unificada.Y para las empresas chinas el cambio de régimen fiscal también es una novedad. Una bonita novedad. A día de hoy transfieren al Fisco una cuota neta del 33 por ciento, lo que significa que el año que viene la carga fiscal que llevarán sobre sus espaldas disminuirá unos 8 puntos porcentuales.Dos excepcionesEl nuevo texto prevé sólo dos casos particulares en los que los impuestos sobre la renta de las empresas extranjeras seguirán siendo más bajos: las empresas de pequeñas dimensiones y las de alta tecnología, que serán tasadas con el 20 y el 15 por ciento, respectivamente.Está claro el propósito que Pekín busca con la medida: "El Gobierno chino quiere aumentar el nivel y la calidad de las inversiones extranjeras. Al mismo tiempo, pretende favorecer la evolución de la economía nacional pasando del viejo paradigma orientado a la exportación a un modelo más centrado en la demanda y en el consumo interno", explica el presidente de InterChina Consulting, Jan Borgonjon.Pero, ¿qué impacto tendrá la revolución fiscal del Dragón sobre las cuentas de las empresas extranjeras? ¿Y sobre el flujo de inversiones procedentes del exterior? Probablemente ninguno, responden a coro los expertos. "Aunque la reforma pone fin al mayor paraíso fiscal del mundo, el sistema tributario chino sigue siendo muy fa- vorable para los extranjeros", observa Federico Perdomini, de Birindilli & Associati."Aunque la tendencia apunta a un encarecimiento de la carga fiscal de las empresas extranjeras, el impacto de la reforma sobre las inversiones foráneas en China será insignificante. Por otra parte, un análisis más centrado en países europeos permite concluir que la motivación fiscal no es la que impulsa a las empresas a venir a China. Las razones son otras: los costes de la mano de obra, las infraestructuras y la posibilidad de vender en el mercado local", apunta Christian Cavazzutti, de Diacrom.Ahora bien, para valorar a fondo los efectos de la reforma será necesario esperar a la aprobación de los reglamentos de actuación. De momento, los afectados (incluidas las grandes empresas internacionales de asesoría fiscal) sólo pueden avanzar hipótesis, y se ven obligados a navegar casi a ciegas por medio de los principios generales de la nueva normativa.Los puntos que quedan por clarificar son muchos. Uno de ellos, especialmente importante, es el que se refiere a las llamadas vacaciones fiscales, es decir, el período de dos años de tasas cero más los otros tres años de impuestos rebajados de los que disfrutan las empresas extranjeras que acaban de desembarcar en China, dado que el cálculo comienza desde el primer balance positivo.Una limitaciónLo que está claro es que el 1 de enero de 2008 llegará a su fin el esquema de incentivación vigente. Sin embargo, las compañías extranjeras que se instalaron en el país antes del pasado 16 de marzo (día de la promulgación oficial de la reforma) podrán seguir gozando del viejo tratamiento fiscal rebajado. Eso sí, tendrán que afrontar una limitación: el comienzo del lustro de las vacaciones fiscales arrancará el 1 de enero de 2008, independientemente del hecho de que la empresa en cuestión haya conseguido beneficios.Queda, eso sí, la duda sobre el destino fiscal de las fábricas que abrieron sus puertas en China entre el fatídico 16 de marzo y el final de este año. ¿Podrán disfrutar del viejo esquema 2+3, para comenzar su actividad en China? A la espera de que los reglamentos proporcionen una respuesta, algunos asesores fiscales sugieren a sus clientes que ya tienen madura su decisión de abrir nuevas fábricas en China que lo hagan antes de finales de 2007, con la esperanza de que, al final, Pekín decida conceder un último regalo a los inversores extranjeros.Otro punto incierto se refiere a las retenciones sobre los ingresos obtenidos en China. Hasta ahora, los beneficios que las empresas extranjeras distribuían entre sus dueños podían ser repatriados sin verse sometidos al pago de impuestos. Pero, según algunos, la reforma fiscal podría cambiar las reglas del juego también en este punto."Es probable que la nueva ley imponga una retención sobre las transferencias de los beneficios fuera de China", explica Gianluca D'Agnolo, del Studio Chiomenti de Pekín. Y añade: "Aunque las empresas podrían recuperar lo entregado al Fisco en forma de crédito de impuesto, se trataría de una novedad importante. La diferencia de la retención entre un país y otro podría condicionar, de hecho, las decisiones de las naciones de origen a la hora de invertir".Por último, hay otro aspecto crucial que los reglamentos tendrán que clarificar respecto a la carga impositiva que establece la reforma: ¿en base a qué criterios se considerará a las empresas extranjeras como pequeñas o de alta tecnología?