Johnny Depp se enfrenta a sí mismo en la última entrega de 'Piratas del Caribe'Hubo un tiempo en el que la secuela de una película era sólo un mecanismo para extender un poco más los dividendos de su éxito. Lo normal era que con cada nueva entrega se debilitara cada vez más un tema, un personaje o una idea. El exorcista y Tiburón, Viernes 13 y Jurasic Park son buenos ejemplos de sagas económicamente decrecientes. Tenían poco presupuesto, poca publicidad y poco público. Sin embargo, los productores de Hollywood no se daban por vencidos y, tras iniciativas de hombres tercos de la industria, al final las sagas han terminado por imponerse y superar a sus originales en términos financieros. Piratas del Caribe. La maldición de la perla negra, la primera, no era más que una ocurrencia graciosa que funcionó. Rescató el polvoriento cine de piratas y jugando con las reglas del género -incluido un personaje con gancho como el caricaturesco Jack Sparrow (Johnny Depp)-, superó expectativas a pesar de su obviedad narrativa. Hoy llegamos a la tercera parte, cuando la segunda (El cofre del hombre muerto) ya había sido un exceso. El triángulo de los millones (Depp, Orlando Bloom y Kiera Knightley) vuelve a los mares con una carga más potente de efectos especiales que de talento. Como un Sparrow sabe a poco, ahora tenemos a Depp enfrentado a diez sparrows, cada uno con una faceta distinta de su personalidad, en un punto del camino hacia el fin del mundo, que es hacia donde se dirigen. El no va másLos piratas se han hecho corporativos y hay una cumbre de todos ellos en la que deciden unir fuerzas para acabar con el no va más de la piratería: un corsario chino malísimo (Chow-Yun Fat). También rescatamos al viejo Barbossa (Geoffrey Rush), antiguo archienemigo de Sparrow, que se ha reconvertido en su gran aliado. Bloom/Knightley siguen sus devaneos amorosos y también se unen a la piratería para rescatar a Sparrow en una sucesión hipersaturada de aventuras marinas que, veladamente, anuncia planes de una cuarta entrega con su final abierto.