valencia. Algunos creen que son cursis y nunca comprarían una. Otros están dispuestos a pagar hasta 18.000 euros para lucir en su casa una figura de porcelana Lladró. Aunque sus productos no entusiasman a todos, esta empresa valenciana, que nació hace medio siglo en el patio familiar de los hermanos Lladró, ha conseguido convertirse en la primera firma mundial de la porcelana de lujo y en una de las marcas españolas más conocidas en el mundo. La firma distribuye sus creaciones desde la localidad de Tabernas Blanques (Valencia), donde se encuentra la sede central del grupo y desde donde se distribuyen las figuras a más de 120 países. Pero estos días, en los cuarteles generales de la firma soplan aires de cambio. Las tres ramas de la familia Lladró, encabezadas por los tres fundadores de la empresa, han decidido dividir el negocio que han compartido durante más de cincuenta años. La familia ha alcanzado un acuerdo societario por el que se reparte la gestión del grupo y se redistribuyen los porcentajes que cada parte tenía en la propiedad de las distintas empresas. Juan Lladró y sus hijas pasan a controlar Lladró Comercial, la sociedad que agrupa las divisiones de porcelana y joyería, y que está considerada como el buque insignia del grupo. Aunque no se ha especificado qué porcentaje controlará Juan, diversas fuentes apuntan a un 70 por ciento, aunque hay quien lo eleva hasta un 80 por ciento. El resto quedará en manos de sus dos hermanos y sus descendientes, que seguirán así vinculados, aunque con una participación minoritaria, al negocio de la porcelana. Estas ramas de la familia, encabezadas por José y Vicente, asumirán el control de Tabnet, la sociedad que concentra el resto de negocios del grupo empresarial y que incluye desde actividades inmobiliarias hasta participaciones en compañías de aerotaxis, de ocio, como Terra Mítica, hoteles o energías renovables. En esta división del grupo la participación de Juan Lladró será minoritaria.Diferencias familiaresA través de un comunicado, la familia Lladró asegura que "todos los accionistas del grupo familiar han suscrito este acuerdo conscientes de que la reorganización en la propiedad y gestión de sus distintas áreas de negocio será especialmente beneficiosa para la actividad en el sector del regalo". La división del negocio entre los Lladró es fruto de una complicada situación interna. Las diferencias en el seno de la familia sobre la gestión de la compañía habrían conducido a este reparto de sus negocios. Además, según apuntan diversas fuentes, la delicada situación de la división de porcelanas del grupo, que arrastra pérdidas desde hace varios años, requería una mayor "agilidad" a la hora de tomar decisiones. El negocio de la porcelana está inmerso en un proceso de reestructuración. Comienza así una nueva etapa en el proyecto empresarial que en 1953 emprendieron los fundadores de la firma. Poco podían imaginar entonces los tres hermanos Lladró que el modesto horno de cerámica que montaron en su casa hace más de medio siglo se convertiría con el tiempo en una de las primeras compañías de lujo, con presencia en más de 120 países. El negocio familiar creció con fuerza durante décadas y los Lladró abrieron tiendas en las principales capitales del mundo (una de ellas, la más emblemática, ocupa todo un edificio en la calle 57 de Manhattan, y alberga un museo con la mayor colección de piezas Lladró del mundo). Las figuritas de porcelana made in Valencia hacían furor, sobre todo fuera de nuestras fronteras. Las cosas se torcieron para Lladró con el atentado de las Torres Gemelas. La debilidad del dólar repercutió en la rentabilidad de las exportaciones -más de un 80 por ciento de la facturación de la empresa procede del mercado exterior -, y las ventas, sobre todo a EEUU y Japón, cayeron. En 2003, la facturación del grupo descendió más de un 12 por ciento. Y en 2004, se redujo otro 8 por ciento, hasta 127 millones. El último año del que se disponen datos es 2005. El volumen de negocio alcanzó 130 millones de euros, pero en esta cantidad hay que incluir la venta de unos terrenos.La segunda generaciónEn medio de la crisis se produjo el relevo generacional. En 2003, los tres fundadores de la empresa cedían el testigo a sus descendientes y el hijo de uno de ellos, Juan Vicente, asumía la presidencia. Sólo un año después, los nuevos gestores fichaban a Alain Viot, que ya había relanzado otras empresas de lujo como Cartier, para el puesto de consejero delegado y director general de Lladró Comercial. Las primeras medidas no se hicieron esperar: para reducir las existencias de la compañía, decidió recortar la producción a través de una reducción de jornada (desde hace dos años en Lladró se trabaja sólo cuatro días por semana) y presentó un expediente de suspensión temporal de un millar de empleos. Para hacer frente a la caída de las ventas, la empresa se fijó como objetivo el relanzamiento de la marca, el principal activo de la firma, y buscó una diversificación de la producción con una línea de grifería y una colección de complementos para la mesa (bandejas, saleros, etc). Todo ello con la idea de que la compañía vuelva en 2008 a los números negros. Lladró ha apostado además por Asia y, en especial, por el mercado chino. Quiere introducirse con fuerza en el gigante asiático y una pieza importante en esta estrategia de expansión y de promoción de la marca es el patrocinio del China Team que ha participado en la America's Cup que se celebra en Valencia. Habrá que esperar para conocer el resultado de todas estas acciones. Lo que sí está claro es que las diferencias entre la familia Lladró no contribuye a la solución de los problemas, y de ahí que se haya decidido que las tres ramas se vuelquen cada una en un negocio. De momento, la reorganización de la empresa no afectaría a Viot, que sigue como consejero delegado.