nueva york. En todas las familias cuecen habas y en esta histórica dinastía norteamericana el drama, las pujas de poder y la posibilidad de poner a la venta el negocio familiar, ha puesto de manifiesto las profundas rencillas que existen en el seno de este elenco de empresarios cuyos orígenes se remontan a 1902, cuando Clarence Barron, un corpulento hombre de negocios, se hizo con el control del Dow Jones. Desde aquel entonces, el linaje de los Bancroft comenzó a transformarse en un verdadero emporio de poder que desde su Boston natal controlaba The Wall Street Journal -entre otras muchas publicaciones- mientras disfrutaban de los más banales placeres, como las exhibiciones equinas, la vela o largos paseos por las montañas.Con un máximo hermetismo y una protección absoluta, el clan mantuvo sus buenas relaciones hasta la repentina y escabrosa muerte de Jessie Bancroft Cox, nieta de Clarence Barron en 1982. Como si del mejor culebrón se tratara, Jessie, que por aquel entonces llevaba con orgullo sus 73 años, cayó fulminada instantáneamente durante una cena en la que, irónicamente, se celebraba el centenario de vida de la Dow Jones & Co. La dantesca escena tuvo lugar en el afamado club "21" de Manhattan, después de que la septuagenaria bromease sobre su afición al equipo de baseball de los Red Sox. Comienzan las hostilidadesCon la muerte de Jessie, el estamento grabado con sangre dentro de la familia comenzó a perder fuerza. Durante su vida, la nieta de Barron hizo jurar a todos que "nunca se vendería el periódico del abuelo". Ahora, esa regla de oro se ha visto completamente truncada por otro gran gurú de los medios de comunicación, el magnate de origen australiano Rupert Murdoch, que se ha empeñado en sembrar la semilla del odio entre los Bancroft. A día de hoy, la saga cuenta con un total del 82,4 por ciento de acciones de clase B de la compañía. La última llamada de Murdoch, que ha ofrecido hasta 60 dólares por participación en la compañía, ha puesto de manifiesto la evidente brecha generacional existente dentro del núcleo familiar. Por un lado, legendarios del clan como William Cox Jr, de 76 años e hijo directo de Jessie Bancroft, no dudaba en reconocer al propio The Wall Street Journal que "si le damos a la compañía a Rupert Murdoch será la ruina". "El periódico lleva en la familia mucho tiempo, y así debe seguir", añadía. Por supuesto, Cox no daría su brazo a torcer aunque Murdoch ofreciera 100 dólares por acción. Al lado de Cox está otro de los cuatro representantes de la familia dentro del Consejo de Administración de la compañía como es Christopher Bancroft, de 55 años, que además de ser uno de los tesoreros de los intereses familiares, con cerca del 19 por ciento de las acciones de los Bancroft, regenta su propia firma financiera en Texas. Una estructura complejaActualmente existen alrededor de 20 tesoreros que velan y representan a todos los miembros familiares con intereses en la Dow Jones & Co. Esto se debe a que hace más de 105 años, Jessie Waldrom, una viuda con dos hijas, contrajo matrimonio de segundas nupcias con Barron, por aquel entonces corresponsal del Dow Jones, que más tarde compró por 130.000 dólares. La heredera de la fortuna creada por la pareja fue a parar a Jane, la hija mayor que Jessie Waldrom aportó al matrimonio. A su vez, ésta se casó con Hugh Bancroft, un adinerado abogado de Boston. En 1933, Bancroft se suicidó, por lo que sus acciones en la compañía se distribuyeron entre una serie de fondos que beneficiarían a sus tres hijos y nietos. Así, en la actualidad esta veintena de tesoreros agrupan diversos miembros familiares que pertenecen a distintas generaciones. Como cualquier otro fondo, sus componentes no deciden directamente sobre el futuro de las acciones de éste, sino que dependen de los tesoreros que velan por el mismo. En este caso, la mayor parte de los fondos de los Bancroft tienen de dos a cuatro tesoreros, normalmente miembros de la propia familia y profesionales de la propia firma de abogados de la misma, el bufete Hemenway & Barnes. Como es lógico, los miembros más jóvenes de la poderosa familia Bancroft, en especial los descendientes directos de Jane Cox MacElree, a su vez hija de Jessie Bancroft Cox, no han podido resistirse a las suculentas ofertas que se realizan sobre la compañía. Pese a que no todos están de acuerdo con dejar la empresa en manos del amarillista Rupert Murdoch, sí se muestran de acuerdo en escuchar ofertas provenientes de otras fuentes, aunque de momento la del magnate norteamericano de los medios de comunicación parece la más sugerente de todas.