Hay unanimidad entre los especialistas en medir la salud de la bolsa. elEconomista ha consultado a veinte expertos y ninguno opina que la bolsa sea incapaz de combatir la mala racha. Advierten que aún vendrán curvas, pero recetan las inversiones con las que evitar posibles mareos. Por Cristina TrianaLa respuesta de los doctores es casi unánime: "No creemos que esté enferma"; "la caída es lógica después de la fuerte subida"; "no hay motivos para la alarma"… Son los diagnósticos más repetidos después de que la bolsa haya puesto una distancia superior al cinco por ciento con su cima en 2006 y de manera muy brusca. La otra buena noticia es que apuestan a que habrá recuperación a lo largo de este año, aunque no existe un consenso demasiado claro sobre cuándo: la fecha que se lleva más votos es "después del verano".Por el momento, los analistas recetan tranquilidad acerca de las posibilidades de la bolsa en el conjunto de 2006, pero advierten que los sustos podrían continuar en el corto plazo. Piensan que aún tiene cartas para continuar inestable a lo largo de algunos meses y especialmente sensible a una serie de datos: los que den pistas sobre cuándo acaba el ciclo alcista de los tipos de interés estadounidenses, en la inflación y cuál es el impacto que el endurecimiento de política monetaria puede tener en el crecimiento de la primera economía del mundo.Sobre la caída algunos dicen que hasta es sana. Sasha Evers, director general de Mellon Global Investments en España, opina que es lógica después de todo lo que se había subido. "Siempre es bueno que los inversores sean más realistas", opina. Quizás, lo que sí ha sorprendido es que haya sido tan brusca. En parte, por la falta de costumbre: hacía mucho tiempo que no se veían movimientos tan bruscos en la renta variable. Desde octubre de 2005, todo habían sido mieles.Demasiados síntomas juntosEl fuerte mareo primaveral que acusan las bolsas aparece como un epígrafe básico en el diccionario médico. "Lo que se está produciendo no es, ni más ni menos, que la aplicación de un principio básico de manual económico: tipos al alza bolsa a la baja; y entendemos que debe ser así después de que esa relación haya estado invertida en los últimos años", explica Alberto Roldán, analista de Inverseguros. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal estadounidense, se encargó de poner la primera pega seria a la salud de la bolsa en 2006. El 10 de mayo adelantó que podía seguir elevando el precio del dinero si la evolución de la inflación lo necesitaba. Sus palabras cayeron como un jarro de agua fría porque la bolsa esperaba que anunciara que el ciclo alcista del precio del dinero que había iniciado su predecesor en el cargo, Alan Greenspan, el 30 de junio de 2004, estaba acercándose a su fin y que ahora las subidas iban a ser más espaciadas en el tiempo (desde que comenzaran a subir, la Fed ha aplicado un aumento de un cuarto de punto en cada una de sus reuniones). De manera que cuando unos días después, el 17 de mayo, se conoció que el indicador que mide la evolución de los precios en Estados Unidos sin tener en cuenta la energía (petróleo) ni los alimentos -lo que se conoce como inflación subyacente- había avanzado en abril una décima más de lo esperado, para colocarse en el 2,3 por ciento, a la bolsa se le puso la piel de gallina. En ese momento, la lectura que hizo el mercado fue que los tipos iban a volver a subir en junio, hasta el 5,25 por ciento, cuando no se esperaban cambios hasta septiembre. El resultado: la mayor caída del Ibex 35 en tres años. El índice se dejó aquella jornada un tres por ciento, se alejó definitivamente de los 12.000 puntos y la volatilidad, el termómetro más fiable cuando se quiere medir si hay nervios en bolsa, se disparó un 20 por ciento.La puntilla estaba por llegar: el último disgusto vino desde los mercados emergentes. El 22 de mayo, las bolsas europeas desayunaron con la noticia del desplome del mercado indio. El índice Sensex, el más importante del parqué de Bombay llegó a perder un 10 por ciento en la sesión (finalizó con un descenso del 4 por ciento) y, este desplome, repercutió en el resto de los emergentes. El Bovespa y el Mexbol -los indicadores con más solera de Brasil y México, respectivamente- se dejaron un 3,28 y 4,03 por ciento. "La situación de incertidumbre y la sensación de miedo a una crisis similar a la producida en 1998 por el fondo Long Term Capital Management -un hedge fund estadounidense que invertía en Asia y otros países emergentes y que quebró por la crisis económica que atravesaron estas economías aquellos años- ha hecho el resto", concluye Rafael Romero, desde Unicorp.Los nervios se templanTras dos semanas con la boca del estómago cerrado, en los últimos días la bolsa española ha logrado, por primera vez, probar bocado; ha subido un 1,28 por ciento, rompiendo la mala racha. El recuento de pérdidas, no obstante, es abultado: ha cedido un 5,54 por ciento desde el 9 de mayo, su cima este año, en los 12.083,30 puntos. Según José Alemany, director del departamento de Bolsa de Openbank, este descenso es insuficiente para decir que el fondo del mercado haya virado a negativo. "La bolsa puede bajar un 20 por ciento desde máximos sin romper la tendencia alcista a largo plazo", afirma. Opina que se pueden seguir viendo correcciones en los meses venideros, pero que la tendencia sigue siendo positiva: una opinión que comparten prácticamente todos los expertos.Los más optimistas calculan que la renta variable podría recuperarse a partir de junio y los menos, que entre octubre y noviembre. La tesis médica más habitual es que habrá que esperar hasta que pase el verano. Hasta entonces, será la actualidad lo que actúe de corazón del mercado: algo que anticipa que es más que posible que se produzcan sesiones de altibajos. "Estamos un poco vendidos a los datos macroeconómicos. Entre ellos cobran especial relevancia todos los que se vayan conociendo sobre precios, pero, aún más, sobre el crecimiento", explica Natalia Aguirre, desde Renta4. Vacunarse contra sustosAnte la expectativa de que los próximos meses la bolsa se dedique a protagonizar vaivenes, a la espera de que esté otra vez en forma, los especialistas recetan aligerar el riesgo e invertir en empresas con una alta remuneración al accionista, buenos resultados o que estén envueltas en movimientos corporativos, porque las ofertas puestas sobre la mesa sustentan el precio de sus títulos en bolsa, como en el caso de Endesa o Metrovacesa.Varios de lo especialistas consultados recalcan que, en este contexto, están contraindicadas las compañías expuestas a mercados emergentes; como Latinoamérica. Selftrade o Ibersecurities son algunas de las firmas que lo recalcan. Los valores presentes en la región no pasan por sus mejores días en bolsa, especialmente los que están muy ligados a Brasil. El real, la moneda del país presidido por Lula, está sufriendo en su propia carne el incremento de la prima de riesgo. En mayo, cae más de un 10 por ciento. Un porcentaje que superan algunas de las compañías españolas que apuestan con más fuerza por la región, como Abengoa o Tavex. Entre los pesos pesados también está dejando heridas: Santander, por ejemplo, con estrechas relaciones con Brasil, han visto cómo sus títulos perdían este mes un 6,83 por ciento.Otros valores contraindicados son los medianos y pequeños. Los médicos recomiendan los valores de gran capitalización, cuanto más líquidos mejor, como útiles para contrarrestar la inestabilidad que quede. Aconsejan mirar más allá de los españoles, e intentar diversificar la cartera con pesos pesados europeos. BNP Paribas es uno de los que aparece más veces recetado (véase gráfico). Por sectores, las mejores píldoras contra mareos bursátiles son las "conservadores": empresas de telecomunicaciones (entre otras, Telefónica), farmacéuticas o energéticas. De este último grupo, muchos aconsejan no olvidarse de Repsol. Con la fuerte caída que ha sufrido por la revisión a la baja de sus reservas y por la nacionalización del gas en Bolivia, los expertos parecen bastante seguros de que no tiene margen para caer más.